Le tiemblan las manos. Carmen aguarda su turno detrás de un grupo de mujeres que supera los 60 años. Está nerviosa. Por su mente desfilan las imágenes de lo que pudo haber sido su vida y no fue. Abre la boca, mira expectante a la forense, cede su saliva y suspira. La suerte está echada.
En la sala resuena un eco, siempre la misma historia: 'El parto fue normal', 'Lo vi vivo y a las horas dijeron que estaba muerto'; 'No me dejaron ver el cadáver...'
Carmen es una de las cientos de personas que sospechan haber sido víctimas de las tramas de tráfico de niños que operaron en España desde los años 40 hasta bien entrados los 80. A ella, como a muchas otras, le dijeron que su hijo murió al nacer, en junio de 1973 en el hospital Macarena de Sevilla. Pero su parto fue normal, llegó a ver al niño vivo y nunca le enseñaron el cadáver. Por eso teme que pueda haber crecido en otra familia, que se lo vendieran a un matrimonio en mejor situación económica que ella, pero incapaz de concebir.
Todas sus esperanzas de encontrarle casi 40 años después han quedado en manos de Amaya Garostiza, gerente de genética forense que se ha desplazado hasta Sevilla para tomar su ADN. El suyo y el de otras 35 mujeres que se han reunido en un local de un barrio obrero a las afueras de la ciudad.
Nunca diez metros cuadrados estuvieron tan llenos de miedos, de sospechas, de ilusiones, de recuerdos que duelen. Cerca de 70 familias han acudido a la llamada de la incertidumbre que ha lanzado Anadir (Asociación Nacional de Adopciones Irregulares). No todas podían pagar los 106 euros que costaba la prueba, pero querían estar allí, informarse de cómo hacer avanzar sus vidas.
En la sala resuena un eco, siempre la misma historia: "El parto fue normal", "Lo vi vivo y a las horas dijeron que estaba muerto"; "No me dejaron ver el cadáver", "No tengo ningún papel que explique lo que pasó"... Y así, boca tras boca. Todos con el mismo relato. Ya sean llegados de Valencia, Jérez, Cádiz o Granada... Siempre lo mismo, en muchos hospitales distintos: en 1967 en el Virgen del Rocío; en el 66, en el de las Cinco Llagas -hoy sede del Parlamento andaluz-; en el Macarena; en el Zacamola de Cádiz en el 74... "Mira, me imagino que sería así, como mi hijo pequeño", dice Rosario mientras muestra una fotografía. "Pues yo creo que será como mi niña, porque era muy rubio", añade su compañera de silla. E intentan contener las lágrimas.
Sueños en mano de la ciencia
Son familias humildes, desbordadas, que portan fotografías de tiempos pasados, de la época en que desaparecieron sus niños, de los otros hijos que sí llegaron a casa. "Yo sólo pienso en que si se lo dieron a una familia rica, al menos habrá vivido bien", dice María José, que busca a su hermano. "Yo quiero verle, aunque tenga otra madre, yo siempre seré la verdadera. He pensado en él toda la vida", añade Piedad, que ha viajado desde Valencia.
El proceso es pura ciencia. No entiende de ilusiones: se toma la muestra, se elabora el perfil genético y se introduce en la base de datos para ver si coincide con otros
Sus esperanzas han quedado depositadas en los miligramos de saliva que ha recogido la empresa Genómica que, desde enero, trabaja con Anadir para crear un banco de datos con todos los que se sienten afectados.
El proceso es pura ciencia. No entiende de ilusiones: se toma la muestra, se elabora el perfil genético y se introduce en la base de datos para ver si coincide con otros. "Recibimos un goteo incesante de llamadas. La gente llega a nosotros bastante tocada,una familia ya lo ha conseguido: el ADN ha permitido que se unan una madre de Barcelona y la hija que, según los médicos, había muerto al nacer en 1971. pero también con esperanzas porque puede que encuentren al fin una solución", cuenta Amaya, la forense. Al menos
Una mujer de Barcelona ya ha encontrado a su hija, que dieron por muerta en 1971
Los resultados tardan en conocerse de una semana a 10 días. Una espera de máxima tensión para los afectados, que viven diversos grados de incertidumbre. [Consulte los pasos a seguir] Los hay que han pedido informes a sus hospitales y encuentran datos contradictorios -hasta tres causa de muerte distintas en el caso de María, de Sevilla-; los que, como Juan, han ido al cementerio para descubrir que no consta el cadáver de su hermano, supuestamente muerto en el 68. Incluso los que, como Gracia, ya han ido a declarar a la policía porque su caso está en manos de la Fiscalía –la de Sevilla investiga 22 casos-. "Es muy importante que nos estén escuchando porque significa que ven indicios de delito. Ya no lo consideran historias de nuestras madres, que se volvieron locas, como nos decían hasta ahora", afirma la interesada.
Éste ha sido el primer desplazamiento que hace Genómica para una toma colectiva de ADN. Pero habrá más. La 'caravana de los niños robados' viajará por toda España. Ya han tomado unas 120 muestras. Sólo de Sevilla se han llevado 35. 35 pesadillas; 35 posibles sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario