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lunes, 29 de abril de 2013

EE.UU. busca deshacerse de los gobiernos de izquierda de América Latina



Tomado del periódico brasileño Folha de Sao Paulo


Los acontecimientos recientes indican que el gobierno de Obama ha intensificado su estrategia de "cambio de régimen" en contra de los gobiernos latinoamericanos ubicados desde el centro hacia la izquierda del espectro político, promoviendo el conflicto de una manera no vista desde el golpe militar que Washington apoyara en Venezuela en 2002. El ejemplo más destacado es el de la propia Venezuela, durante la semana pasada. Mientras este articulo iba a la imprenta, Washington se ve cada vez más aislado en sus esfuerzos por desestabilizar al Gobierno electo de Nicolás Maduro.

Pero Venezuela no es el único país en ser presa de los esfuerzos de Washington para revertir los resultados electorales en los últimos 15 años en América Latina. Ahora está claro que la destitución del presidente Fernando Lugo de Paraguay del año pasado también fue asistida e instigada por el Gobierno de Estados Unidos. En un excelente trabajo de investigación para Agência Pública, la periodista Natalia Viana muestra que el gobierno de Obama financió a las principales figuras involucradas en el "golpe parlamentario" en contra de Lugo. Después, Washington ayudó a organizar el respaldo internacional al golpe.

El papel de EE.UU. en Paraguay es similar al que desempeñó en el derrocamiento militar del presidente democráticamente electo Manuel Zelaya en Honduras en 2009; donde Washington secuestró a la Organización de Estados Americanos y la utilizó para luchar en contra de los esfuerzos de los Gobiernos de Sudamérica que querían restaurar la democracia. Zelaya declaró más tarde que Washington también estuvo implicado en el golpe en sí.

Esta semana pasada en Venezuela, Washington no pudo apropiarse de la OEA; si bien su secretario general José Miguel Insulza apoyó a la Casa Blanca (y a la oposición venezolana) en la demanda de un "100 por ciento del recuento". Pero Insulza tuvo que dar marcha atrás, al igual que España –único aliado importante de los Estados Unidos en esta plan nefasto– porque no tenía apoyo.

La demanda de un "recuento" en Venezuela es absurda, puesto que ya ha habido un recuento de las boletas de los votantes para una muestra aleatoria del 54 por ciento de las máquinas de votación. Los totales de la máquina se compararon con un conteo manual de las boletas en presencia de testigos de alrededor del mundo. Estadísticamente, no hay ninguna diferencia práctica entre esta enorme auditoría que ya ha sucedido, y la auditoría del 100 por ciento que la oposición está exigiendo. Jimmy Carter denominó al sistema electoral de Venezuela como "el mejor del mundo", y no hay duda sobre la exactitud del conteo de votos, incluso entre muchos miembros de la oposición venezolana.

Es bueno ver a Lula denunciando a EE.UU. por su interferencia y a Dilma unirse al resto de América del Sur para defender el derecho de Venezuela a unas elecciones libres. Pero no es sólo Venezuela y las democracias débiles las que se ven amenazadas por los Estados Unidos. Como se informó en las páginas de este diario, en 2005, el Gobierno de EE.UU. financió y organizó esfuerzos para cambiar las leyes en Brasil con el fin de debilitar al Partido de los Trabajadores. Esta información se descubrió en documentos del gobierno estadounidense obtenidos bajo la Ley de Libertad de Información de EE.UU. Lo más probable es que Washington haya hecho mucho más en Brasil que se mantiene en secreto.

Está claro que Washington no ve al suavemente reformista, Fernando Lugo, como una amenaza o incluso un radical. Es sólo que él era demasiado amistoso con otros gobiernos de izquierda. El gobierno de Obama, al igual que el del presidente Bush, no acepta que la región haya cambiado. Su objetivo es deshacerse de todos los Gobiernos ubicados desde el centro a la izquierda del espectro político, en parte debido a que tienden a ser más independientes de Washington. Brasil también debe estar en alerta en cuanto a esta amenaza para la región.

El PP pagó con sobresueldos dobles cada mes a parte de su cúpula

Álvaro Lapuerta y Luis Bárcenas abonaron durante su etapa al frente de las cuentas del PP sobresueldos dobles al mes a los principales miembros de la cúpula del partido, que a su vez tenían un salario fijo como parlamentarios nacionales. Estos dirigentes ingresaron dinero del partido al menos por dos vías diferentes y fijas durante un tiempo. Una de las retribuciones les llegaba como "trabajos extraordinarios", entre 1990 y 1993, o "gastos de representación", a partir de aquel año. Ese salario siempre se distribuía en 14 pagas de cantidades idénticas, con una extra en julio y otra en diciembre.
La segunda retribución, según la contabilidad oficial que el PP ha remitido a la Audiencia Nacional, la cobraban en concepto de dietas. En muchas ocasiones siempre se trataba de la misma cantidad fija mensual.
En este caso de sobresueldos dobles se encuentran algunos de los que han sido secretarios generales del partido, como Francisco Álvarez-Cascos, el que más cobró y que hoy está fuera de la formación; o Javier Arenas; y otros vicesecretarios generales que ingresaron esas cantidades de manera más esporádica a comienzos de los noventa, como Mariano Rajoy.
El partido no consideraba incompatible abonar a los cargos, además de los mencionados "gastos de representación" en 14 pagas (contando las dobles de julio y septiembre), otras retribuciones en concepto de dietas, a las que además se añadían pagos por gastos de las comidas o los viajes que realizaban.
Estos "sobresueldos", como los calificó Luis Bárcenas, exgerente y extesorero del PP, ante el fiscal Anticorrupción el pasado 6 de febrero, son la fórmula que la formación conservadora buscó para remunerar a sus miembros y completar sus ingresos como diputados. El despacho jurídico de Miguel Crisantemo, según Bárcenas, les recomendó que los llamasen "gastos de representación" para no tener ningún problema ante Hacienda, y el pago se articuló "mediante recibos en los que figuraba la cantidad bruta" a la que se descontaba, según contó Bárcenas "una retención del 21%, la misma que se aplicaba en el Congreso y el Senado".
Aunque en la contabilidad oficial del partido no siempre se denominan de la misma manera. Entre 1990 y 1993, Aznar sí percibió 29.735.653 pesetas (178.715 euros) como "gastos de representación". Pero Cascos, Rajoy y Arenas ingresaron cantidades mensuales fijas por "trabajos extraordinarios". La contabilidad no detalla de qué clase de tareas se trataba.
La práctica de las remuneraciones se perfeccionó en los años posteriores, a medida que las cuentas se volvían menos transparentes para identificar a los destinatarios de los sobresueldos. Rajoy declaró e hizo públicos ingresos anuales del partido entre 2003 y 2011 (hasta que pasó a ocupar la presidencia del Gobierno, incompatible con otras remuneraciones), pero estas retribuciones no figuran por ninguna parte atribuidas a su nombre en las cuentas oficiales remitidas por el partido a la Audiencia.

Trabajos extraordinarios y dietas

José María Aznar, presidente del PP entre 1990 y 2004, percibió en el año 1990 sobresueldos de siete millones de pesetas (42.000 euros) que se incrementaron hasta los ocho millones en 1991 (48.000 euros) y los 10 millones en 1992 (60.000 euros). A partir de ese momento su nombre desaparece de los listados de cuentas del PP aunque en 2003 figuran sus siglas (JMA) asociadas a la cuenta 530 con cantidades superiores a las 300.000 pesetas mensuales (1.800 euros). En ese periodo la contabilidad oficial del partido paga a Cascos, Rajoy y Arenas por "trabajos extraordinarios" diversas cantidades mensuales que se duplicaban en julio y diciembre.
Sumado a lo anterior, Cascos cobró en concepto de dietas en el año 1990 un total de 1,8 millones de pesetas (10.800 euros). El partido le sufragó otras 215.000 pesetas (1.300 euros) durante ese ejercicio por facturas de viajes y comidas.
Rajoy, entonces miembro del Comité Ejecutivo Nacional y diputado por Pontevedra hasta que Aznar lo incorpora a su Gobierno, en 1996, percibe pagas por conceptos similares. En 1990 ingresa al menos 1,3 millones de pesetas (7.831 euros) por trabajos, dietas, viajes y comidas del partido. Dos años más tarde pasa a percibir mensualmente 231.836 pesetas (1.396 euros) por "trabajos" y entre 170.000 y 350.000 pesetas como "dietas".

Los beneficios del tesorero

Los tesoreros del PP fueron siempre mejor retribuidos que los políticos del partido, según demuestra la contabilidad oficial. Álvaro Lapuerta, guardián de las cuentas de la formación entre 1993 y 2008 y diputado por Madrid durante siete legislaturas, cobraba gastos de representación que sumados, alcanzaron los 36 millones de pesetas (216.000 euros) entre 1993 y 2000. Dependiendo del año podría llegar a ingresar entre 350.000 pesetas (2.108 euros, año 1994) y 2.970.370 pesetas en algunos meses (17.893 euros, año 1998). En la cuenta de "gastos varios", figura un apunte atribuido a él en 1995 de otras 210.000 pesetas.
El PP pagaría a Bárcenas, su sucesor en el cargo en 2008 y hasta ese momento gerente, un salario anual de 200.000 euros al año, más incluso de lo que percibía Rajoy hasta que llegó a la presidencia del Gobierno (entre 41.195 euros y 200.628 euros en el periodo 2003-2011).

Restaurantes

Una de las partidas importantes de las cuentas del partido es la que corresponde a los gastos de comidas de trabajo. Cuando no figuran directamente relacionadas con un cargo del PP se atribuyen a la cuenta de los propios restaurantes, muchos de ellos situados cerca de la sede de Génova 13 en Madrid. De forma periódica se pagan comidas con la prensa en locales de restauración muy conocidos en la capital. Arenas es uno de los altos cargos que más gastos pasaba al partido por este concepto junto a Cascos.

Pagos en especie

Los pagos en especie no son habituales en el PP aunque algunos altos dirigentes recibían esta contrapartida por su especial dedicación. Es el caso de la cuenta de "utilización de vivienda", vinculada al código 053 por la que el partido desembolsaba mensualmente 1.022.000 pesetas (6.000 euros) en el año 1995, siendo Aznar el presidente de la formación. Un año después continúa figurando en la contabilidad oficial el mismo importe abonado en un periodo que coincide con los cuatro meses previos a su llegada a La Moncloa.
En el año 2000 el partido abona a Arenas, entonces secretario general del partido y diputado por Sevilla, el alquiler de su casa de 481.481 pesetas mensuales (2.900 euros). En 2001 el partido añade el alquiler de "J. Mayor Oreja" de 450.000 pesetas (2.710 euros). Ambos vuelven a figurar en 2002 con sus respectivos alquileres.

La constancia de Ana Mato

La actual ministra de Sanidad, Ana Mato, llegó al PP de la mano de José María Aznar en 1991. Tras las elecciones a la Comunidad de Madrid se convierte en diputada autonómica, cargo que ocupa hasta 1993 para pasar a ser diputada nacional. Ella es una de las personas que regularmente cobra del partido, aunque no entra en el comité ejecutivo del mismo hasta 1999. El primer apunte en la contabilidad oficial se ingresa en 1994 por "gastos de representación". Le abonan mensualmente en ese año 232.432 pesetas (1.400 euros) que en los meses de enero, julio y diciembre se incrementan considerablemente (ver gráfico adjunto). Junto a esa retribución figura como perceptora de "gastos varios", que no se especifican. En total los apuntes de contabilidad atribuidos a Mato suman la cantidad de 22,6 millones de pesetas en la década 1990-2000 (136.000 euros). De manera aislada también se le abonan comidas de trabajo.

El puesto de Acebes

Cuando Aznar llega a la presidencia del Gobierno, en 1996, es relevado por Ángel Acebes en el partido, que se ocupará desde ese momento de la coordinación general hasta el congreso de 1999. Gracias a ello el exministro de Administraciones Públicas, Justicia e Interior en Gobiernos posteriores comienza a figurar en los "gastos de representación" de los años 1996, 1997 y 1998. La suma de sus retribuciones durante tres años es de 29 millones de pesetas (164.700 euros).

El fin de la transparencia

El nivel de detalle que muestra la contabilidad oficial del PP desaparece casi por completo a partir del año 2001. La cúpula del PP deja de figurar con nombre y apellidos en los gastos de representación y solo aparecen apuntes sueltos, como uno de Arenas de noviembre de 2001 en el que ingresa un millón de pesetas (6.000 euros); otro de Mayor Oreja de julio de 2002 (14.000 euros) o dos de Pío García Escudero de 2003 con poco más de 13.000 euros.
Otros nombres que aparecen anotados con pequeñas cantidades (al menos en una ocasión durante esa década) son los de Ángel Acebes y la actual secretaria general, María Dolores de Cospedal. Nadie de la cúpula del partido pasa gastos en hoteles o vuelos, que de manera genérica se imputan a agencias de viajes. Tampoco por comidas, que se pagan en las cuentas de los propios restaurantes.

La reacción del partido

La contabilidad oficial del PP no ha merecido ninguna explicación por parte de la formación conservadora. En un intento de restar interés al caso, Alfonso Alonso, portavoz parlamentario en la Cámara baja, comparó el repaso de los balances a un intento de "tirar de No-Do", pese a que esa ha seguido siendo una práctica habitual de su partido hasta al menos el 2011.

Un Gobierno cada vez más tocado

Nada está saliendo como estaba previsto. Hace un año, el Gobierno trasladaba una idea: 2012 sería duro, en 2013 empezaría la recuperación y en 2014 el crecimiento. A las elecciones de 2015 se llegaría, pues, en buenas condiciones. Políticamente, solo había que aguantar el chaparrón con una oposición muy debilitada. Pan comido para un resistente como Mariano Rajoy. Pero todo se ha torcido. Los terribles datos del paro conocido el pasado jueves —6,2 millones— más la desoladora rueda de prensa del viernes con negras previsiones han hundido la moral del Gobierno y del PP, según diversas fuentes que matizan que Rajoy sigue siendo un resistente y los demás se recuperarán en cuanto llegue algún dato bueno, como el del paro registrado de abril en el que ya se trabaja.
A los malos datos se suma un problema que en las últimas semanas se ha mostrado con gran crudeza, según diversas fuentes gubernamentales y del PP: la enorme división y choques constantes entre el equipo económico. La decisión de Rajoy de no nombrar un vicepresidente económico, criticada por muchos, se pone en evidencia en situaciones delicadas como esta. Cristóbal Montoro y Fátima Báñez, apoyados por Soraya Sáenz de Santamaría y por pesos fuertes del PP como Javier Arenas, han ganado la batalla y han frenado la presión de Luis de Guindos y aliados suyos como José Manuel Soria para presentar reformas más profundas. Pero en esa pelea, la coordinación y la respuesta política acaba fallando, como lo demuestra el hecho de que ningún ministro, ni la vicepresidenta, ni el presidente comparecieran el jueves para contrarrestar el efecto demoledor de la cifra de los 6,2 millones de parados. Todos se fueron echando la pelota unos a otros y al final solo salieron los secretarios de Estado.
En el PP, los barones están muy inquietos porque ven que van a llegar a sus propias elecciones —mayo de 2015— con la situación aún hundida. Y aunque nadie parece atreverse a hablar abiertamente con Rajoy, presionan a su manera confiando en que haya cambios de Gobierno antes del verano. Pero con Rajoy nadie quiere hacer apuestas. Veteranos que le conocen bien recuerdan que él nunca ha destituido a nadie.
Tanto dirigentes regionales como nacionales y también miembros del Gobierno creen que esta semana supone un punto de inflexión, un momento políticamente bajísimo para Rajoy. Los marianistas confían en que el presidente sepa salir de esta y le dé un giro a la situación. Y reivindican que gracias a él no hay rescate y no estamos como Portugal. Los más escépticos temen que Rajoy vuelva a adoptar la estrategia de esperar a que escampe.

Cotino huye del accidente de metro de Valencia

Juan Cotino es el actual presidente de las Cortes Valencianas. Antes fue uno de los vicepresidentes de la Generalitat con Francisco Camps, antes conseller de Agricultura, Pesca y Alimentación, antes director general de la Policía Nacional y antes concejal del Ayuntamiento de Valencia.
El 3 de julio de 2006, el metro de Valencia sufrió un accidente en el que murieron 43 personas y otras 47 resultaron heridas. Varios de los familiares de las víctimas han denunciado años después que miembros del gobierno valenciano acudieron tras el siniestro a los tanatorios y a sus domicilios particulares para ofrecerles puestos de trabajo y ayuda económica a cambio de su silencio en la causa judicial que debía haber investigado lo ocurrido en la Línea 1. A la cabeza de aquella operación sitúan todos a Juan Cotino, persona de máxima confianza del ex presidente Camps.
Este domingo, La Sexta dedicó su programa 'Salvados' al accidente de metro. Jordi Évole intentó sin éxito contar con el testimonio de diputados del PP valenciano o de miembros del Consell de Camps. Ninguno quiso hablar. Évole sí consiguió abordar a Juan Cotino en el antiguo cauce del río Turia, durante una feria de vino y embutido.
Évole preguntó a Cotino por las presuntas ofertas de trabajo a las víctimas y la gestión posterior al siniestro. "De esto ya he hablado muchas veces donde corresponde", es todo lo que dice el presidente de las Cortes al respecto. El resto es una escena surrealista. El periodista insistiendo, Cotino en silencio. "No le quiero responder a usted sobre este tema", zanja Cotino. Y los asistentes de la feria a coro exigiendo que responda. El ex conseller acaba encarándose con una señora que le reclama explicaciones y escapa de la feria en silencio sepulcral con Jordi Évole repitiéndole las preguntas en plena calle.
El paripé de Juan Cotino era el epílogo de un programa que rescató todas las denuncias de la gestión política posterior al peor accidente de metro de España.

‘El metro fue una trituradora’

Jorge Álvarez, maquinista de la línea 1 de Ferrocarrils de la Generalitat (FGV), asegura en 'Salvados' que el accidente se pudo haber evitado. Recuerda que existía un informe que alertaba sobre los «puntos negros» en las vías que fue ignorado. "Si hay una precaución de 70 kilómetros por hora, en aquella curva tiene que tener una baliza de frenado automático puntual para indicar al tren que no puede circular a más velocidad. La baliza existía pero no se programó para que diese la orden al tren".
Álvarez también cuenta en el programa que las ventanas de los vagones no estaban bien selladas. De hecho, apunta que los cristales se desprendieron durante el descarrilamiento, elevando así la magnitud de la tragedia. El número final de víctimas.
"Cuando el tren sale volando y vuelca, los viajeros sentados caen sobre los cristales que se enrollan, los viajeros caen por el hueco, el carril los mete para dentro y los trituraban. Fueron 120 metros triturando personas porque se utilizó una silicona de andar por casa", explica.
El maquinista denuncia también que el libro de averías del tren desapareció. El original que viajaba en la unidad accidentada y que no se recuperó del escenario del siniestro, pero también todas sus copias.

Los técnicos aleccionados

En el programa también da la cara por primera vez el ex jefe del departamento de seguridad de FGV, Arturo Rocher, quien admite públicamente que todos los técnicos de la empresa fueron aleccionados antes de comparecer en la comisión de investigación que tuvo lugar en las Cortes, tal y como denunció EL MUNDO el año pasado.
FGV aleccionó y coaccionó a los técnicos que comparecieron en la comisión de investigación de las Cortes en el año 2006 para que dijeran que la tragedia de Metro fue un "accidente inevitable". Varios documentos destapados por EL MUNDO y que maneja la Fiscalía probaban diversas reuniones para fijar la verdad "oficial".
Esta empresa pública de la Generalitat empleó los servicios de una consultora experta en comunicación e imagen, HM & Sanchis, para entrenar a los técnicos que debían comparecer. También se publicaron listados de respuestas tipo que los comparecientes debían memorizar para responder a las hipotéticas preguntas que se les podrían formular. Todo, para construir la verdad oficial que pretendía el Gobierno presidido entonces por Francisco Camps. El único responsable era el maquinista, fallecido en el accidente.
En 'Salvados', el ex jefe del departamento de seguridad de Ferrocarrils reconoce que se organizaron varios ensayos antes de las comparecencias, presididos por la entonces gerente de FGV, Marisa Gracia. "Si se equivocaban con las respuestas les echaban la bronca, incluso llegándoles a faltar el respeto", recuerda. Arturo Rocher confiesa que había palabras "tabú", términos que los técnicos no podían utilizar en las Cortes como tragedia, deficiencia o baliza. Mantiene que el libro de averías desapareció sin explicación y revela que varios empleados de FGV accedieron al convoy accidentado en las noches posteriores al siniestro.
Tras la comisión de investigación, los cargos de Ferrocarrils celebraron su 'éxito' con una mariscada pagada con dinero público.
Desde el 3 de julio de 2006, los familiares de las víctimas del accidente de metro, que nunca fueron recibidas por Camps, no han dejado de exigir que se reabra la investigación. Se manifiestan el día 3 de cada mes en la Plaza de la Virgen de Valencia y han preparado un documental por capítulos www.0responsables.com) que radiografía siete años después todo lo que no se contó del peor accidente de metro.