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domingo, 5 de octubre de 2014

ESPAÑA : Los suicidios se dispara por la crisis



Parece ser que cada vez más, muchos ciudadanos/as ante la desesperante situación de no encontrar un empleo, de tener graves problemas económicos y después de haber agotado todas las vías de ayuda sociales y las que no lo son, recurren como última vía de escape a la solución más rápida, lo que les lleva a ponerle punto y final a sus vidas a través del suicidio. Pero todavía es más grave ver como nuestros políticos miran para otro lado, apoyan a los Bancos y aprueban leyes para blindar jurídicamente a los desahucios que cada día se han cometido y se siguen produciendo en nuestro país. Y esto ocurre mientras los poderes políticos están ocupado repartiéndose las tarjetas “invisibles” y preocupados por mantener como auténticos ascetas sus puestos políticos.Lamentable que hayan sido los propios ciudadanos/as españoles, la gran mayoría, entre otros ciudadanos/as de países vecinos, a los que hay que agradecer, que hayan tenido que recurrir las sentencias y quejarse ante el Tribunal de Bruselas para que intervenga en el Estado Español después de ver cómo en el último sexenio muchas familias hayan visto peligrar sus vidas tras ser desahuciadas de sus viviendas familiares desde antaño como residentes. En algunos casos se trata de personas que les faltaban menos del 25% de la hipoteca para terminar sus préstamos, y que se han visto sin empleo después de muchos años, incluso personas que en cualquier momento de su vida han podido dedicarse a algún tipo de economía sumergida para buscarse la vida. Pero parece que ni buscarse la vida uno/a puede hacerlo como se hacía antes; ¡Hacienda somos todos!, pero los capitales facturan en otros países, y las malversaciones públicas se llevan en bolsas a paraísos fiscales. Es decir, sólo los proletarios tienen que pagar, como si de la época romana se tratara bajo el lema “ Panem et circenses” (pan y circo), para entretener al pueblo. Pero lo que no sabían esos pobres e ignorantes, es que lo que recibían era producto de sus propios impuestos que ellos mismos pagaban, que nadie les regalaba nada. Claro está, que hoy día podemos decir que nuestra sociedad está bien formada, y por lo tanto no es la sociedad de ignorantes que siempre se ha podido manipular por los gobernantes.
Igual de lamentable son nuestros políticos que intentan cubrir con otras noticias los desahucios, donde ahora se está haciendo a horas tempranas y a través del método policialmente conocido como “efecto sorpresa”, donde la familia sabe que en cualquier momento puede ser desahuciada pero no sabe cuándo, de manera que suele ser a muy temprana hora, cuando no se lo esperen ni ellos ni los vecinos más solidarios que puedan al menos hacer una resistencia y mostrar apoyo a los perjudicados. Ya ni siquiera eso le queda al que todo pierde y nada gana, porque tan sólo tiene derecho a oír, ver y callar, mientras recoge sus últimas pertenencias para marcharse de la que durante casi toda su vida fue su morada. Y mientras esto ocurre los políticos siguen haciéndose fotos para que el resto de ciudadanos/as “conformados”, se sigan creyendo que “todo va bien”, que la economía se está remontando en un 0,1% del PIB y que Hacienda ha aprobado incluir la prostitución y la droga, lo que supondría un aumento del PIB de hasta cuatro veces más; ¡todos/as deberíamos dar saltos de alegría…!
Y todo esto ocurre mientras muchas familias ven peligrar sus vidas, no ven la luz al final del túnel y se agobian, y por lo tanto eligen el camino más rápido para dejar de existir de este mundo. Porque no existen recursos donde el ciudadano/a pueda buscar la ayuda que necesita, y ante esa carencia institucional se encuentra en un periplo, que al final terminan por elegir el del último adiós, el suicidio, ese acto provocado voluntariamente que el sociólogo Émile Durkheim describía en su obra. Y es verdad que “nadie muere por nadie”, eso está más que superado con creces, porque al día siguiente la vida sigue, los políticos bromean, y siguen justificando los gastos de las tarjetas “invisibles” que vergonzoso es en época de crisis. Pero que muy bien saben defenderse de la corrupción política, que por cierto, ya podrían comparar este tipo de corrupción con la de la mafia, para que todos los ciudadanos/as podamos conocer cuál es más perjudicial y cómo repercute en la vida cotidiana de todos los ciudadanos/as, y quizás así podamos darnos cuenta de que ya no nos creemos sus discursos.
También podrían sacar a la opinión pública algunos de los estudios estadísticos de los suicidios en España, sobre todo los causados por los desastres políticos y económicos que han influido directamente en la vida de los ciudadanos/as. Pues no hay derecho que en tiempos de crisis sigan disfrutando de presupuestos desorbitados y que nos tengamos que enterar por otros medios de los últimos escándalos de corrupción. Me parece que cada vez somos más los ciudadanos/as que no nos conformamos, que no nos identificamos con gobernantes de esta envergadura y que cada vez más, somos multitudinarios los indignados que no compartimos esta realidad que nos hacen creer. Porque si los datos de suicidios salen a la luz, entonces nos daremos cuenta que las muertes en carretera se quedan en cifras mucho más baja que las personas que se suicidan. Y desde ese momento habrá que plantearse qué papel tienen nuestros representantes políticos ante una cifra de suicidios que siguen sumándose y nadie hace nada. Quizás también podríamos preguntarnos qué planes o estrategias han llevado a cabo nuestros mandatarios para disminuir los suicidios de esta índole.
Y es que quizás mañana pueda ser alguno de nosotros, alguno de los que en este momento no ha conocido la auténtica desesperación y la soledad que han sentido esos ciudadanos/as ante el abandono por parte de sus representantes políticos. Quizás mañana sea tarde para esa familia que ya sabe que tiene el auto judicial. Quizás haya alguien planteándose buscar una salida a su vida. Quizás sea demasiado tarde cuando lea esto… Quizás nunca deberíamos consentir que esto haya sucedido, pero quizás algún día lleguemos a comprender a los suicidados que dejaron de existir en este mundo por culpa de una incomprensión.

Cinco hipótesis sobre las elecciones brasileñas


¿Un cambio de fase que no se limitará a lo político, sino también a lo social y a los movimientos sociales? Abordamos la situación de Brasil, donde el 5 de octubre habrá elecciones.


El ciclo progresista latinoamericano comenzó en febrero de 1989 con el Ca­racazo y puede haber finalizado en junio de 2013 con las masivas manifestaciones en Bra­sil. Interpreto este ciclo como el período de resistencia y búsqueda de alternativas al neoliberalismo, desde las sociedades en movimiento, que son el factor dinámico de los procesos de cambio.
En una primera fase, la actividad popular estuvo focalizada en destituir a los gobiernos privatizadores. Ecuador, Perú, Brasil, Pa­raguay, Bolivia, Venezuela y Ar­gentina tuvieron sucesivos levantamientos populares que pusieron fin a gobiernos neoliberales o impidieron, caso de Vene­zuela, que las fuerzas de la derecha volvieran al gobierno.
El ciclo progresista no coincide necesariamente con los gobiernos. En el caso venezolano, desde el Caracazo hasta la llegada de Hugo Chávez al gobierno transcurrieron diez años. En otros, la ‘distancia’ entre las primeras grandes acciones populares y la llegada al gobierno de fuerzas afines a los movimientos fue más breve, pero nunca hubo una relación directa y mecánica entre la acción social y las dinámicas electorales e institucionales.
La segunda cuestión es que después de junio –quizás antes en algunos países– el progresismo estará a la defensiva aunque siga, y seguirá, ganando elecciones. Cam­bió la etapa, hubo un viraje de ciclo, ya nada volverá a ser igual: se terminó el consenso pasivo de las clases subalternas, por usar un concepto de Gramsci.
El progresismo mejoró la situación de los pobres, pero sin consultarlos, impidiendo a través de las políticas sociales que se convirtieran en sujetos colectivos. Los subalternos son objeto de políticas en cuyo diseño no participan. Hubo una ostensible mejora en la situación de los más pobres, aunque no debe atribuirse exclusivamente a los gobiernos, sino también al ciclo de alza de los precios de las commodities que exportan todos los países de la región. El notable aumento de las exportaciones generó recursos para lubricar las políticas sociales.
La inclusión a través del mercado tiene dos límites. Depende de la permanente mejora de los indicadores macroeconómicos para que haya recursos suficientes para traspasar, y no toca la estructura de la propiedad ni de la renta. Sin reformas de fondo, agraria e impositiva, para empezar, no hay cambios de larga duración en la estructura de clases. Por otro lado, cuando los pobres comenzaron a consumir y a moverse fuera de sus barrios/gue­tos, se encontraron con pésimos servicios de transporte, salud y educación, o sea, con una sociedad profundamente desigual.
En tercer lugar, junio de 2013 fue un gigantesco grito contra la desi­gualdad. Un grito consecuencia de estar sufriendo la opresión de la desigualdad, en el continente más desigual del mundo. Luego de una década de progresismo, la desigualdad no se ha movido en lo fundamental. Junio de 2013 es el fin del consenso pasivo, en una coyuntura de fuertes tensiones geopolíticas y estancamiento de las economías exportadoras que ya no pueden asegurar el crecimiento del consumo.
Grandes inestabilidadesLas políticas sociales ya dieron lo que podían dar –pocas transferencias y mucha pasividad–, por lo que se abre un período de grandes inestabilidades en el cual los protagonistas serán los sectores populares. Éste es el trasfondo de las elecciones brasileñas. Marina Silva se dice heredera de junio, algo insólito porque nunca apoyó las marchas. La presidenta Dilma Rousseff dice que seguirá ayudando a los pobres, pero su campaña la financian las multinacionales brasileñas.
En cuarto lugar, los movimientos que lucharon en junio de 2013 no apoyan a ninguno de los gran­des partidos. Miembros del Movi­miento Passe Livre (MPL), que jugó un destacado papel en las manifestaciones de junio, señalan que ninguno de los tres principales candidatos apoya la tarifa cero en el transporte ni tienen propuestas para reducir el precio del billete. El MPL defiende la movilización permanente, no cree en la vía institucional, de arriba hacia abajo.
El Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST) emitió un contundente comunicado en defensa de la vivienda libre y la reforma urbana. “En nuestra presión sobre el Esta­do, en sus diversos niveles, no nos guiamos por quién esté en el gobierno. Tenemos rigurosa autonomía en relación a cualquier partido político y esencialmente ante cualquier gobierno” (MTST.org, 26 de agosto de 2014). Los sin techo agregan que sus demandas “se construyen con lucha y organización popular” y no a través de las instituciones. El texto finaliza: “Reafirmamos que nuestro camino no es la participación en las campañas electorales (...). Nuestro voto es el poder popular”.
El Movimiento Sin Tierra (MST), que nació en el mismo período que la CUT y el PT, al que habitualmente apoyan en las elecciones, se ha mantenido distante, aunque algunos dirigentes se pronunciaron contra Marina. En todo caso, el MST está ocupando haciendas incluso durante el período electoral, mostrando que sus problemas no se van a resolver en las urnas. Gane Marina o gane Dilma, deberán gobernar con un abajo cada vez más inquieto, insumiso y rebelde.
En quinto lugar, lo más probable es que si gana Marina haya un retroceso en la integración regional, desde el Mercosur hasta la Unasur, y un acercamiento mayor de Brasil a los Estados Unidos. Sin embargo, en la política interna poco puede empeorar. Bajo los tres gobiernos del PT los transgénicos crecieron exponencialmente, los bancos tuvieron las mayores ganancias de su historia, hubo masacres de los más pobres –una por año– y las favelas fueron ocupadas militarmente.