Bucear en los tesoros del Vaticano no es una tarea fácil pero tirando del hilo suelen acabar apareciendo historias a priori difíciles de creer pero que se van cargando de todo fundamento poco a poco. Por ejemplo, que la Santa Sede posee importantes edificios de lujo en pleno centro de Londres, París y hasta en Suiza.
No
es ninguna novedad que el Vaticano tiene inmuebles por todo el mundo.
De hecho es un tema muy recurrente cuando se habla de si la Iglesia debe
pagar el impuesto sobre esos bienes que paga todo contribuyente. El
debate es agrio en Italia y en España lo acaba de resucitar el PSOE con
una batería de preguntas al Gobierno de Mariano Rajoy sobre los
privilegios de los obispos.
Lo que a veces no está tan cuestionado es de dónde salen o cómo el Vaticano ha llegado a obtener esos edificios. El diario The Guardian desveló ayer que algunos de esos edificios que la Santa Sede posee en la capital británica fueron comprados gracias a los millones que Benito Mussolini concedió al papa Pio XI tras darle legitimidad al Estado fascista italiano.
El periódico habla que la fortuna con la que obsequió el duce al Vaticano tiene hoy un valor hoy de más de 500 millones de libras
(unos 610 millones de euros) y que la Santa Sede gastó 15 de esos
millones en una operación muy importante en plena burbuja inmobiliaria
en 2006. Adquirió el edificio del número 30 de Saint James's Square,
donde el banco de inversiones Altium Capital tiene su capital en Reino
Unido en el barrio de Westminster. También es propietaria del bloque del
número 180 en New Bond Street, sitio donde está situado una de las joyerías más importantes de Bulgari; de varios bloques de pisos en Coventry, París y Suiza.
Sin embargo, a The Guardian
le ha costado llegar hasta el final del asunto, porque ninguna de estas
propiedades está directamente escriturada a nombre del Vaticano. Los
edificios británicos fueron adquiridos por una compañía llamada British Grolux Investment Ltd.
que en el registro de propiedades no desvela quiénes son sus dueños
pero sí indica a dos de sus accionsitas. se trata del recientemente
nombrado director ejecutivo de Barclays Bank, John Varley, y del
exresponsable del Leopold Joseph merchant bank, Robin Herbert.
Ninguno
quiso responder a las preguntas del periódico. Sí lo hizo, pero a su
manera, John Jenkins, secretario de la empresa, que lo único que pudo
confirmar es que la compañía estaba controlada en régimen de
fideicomiso.
Entramado de empresas
El registro de
propiedades sí que explica que British Grolux Investment Ltd. heredó en
1999 toda su cartera de negocio de otras dos compañías: British Grolux Ltd. y Cheylesmore Estates,
cuyas acciones pasaron a manos de un empresa con sede en la misma
dirección que el JP Morgan de Nueva York. El control de esos títulos,
sin embargo, recaen en última instancia en Profima SA, empresa con sede
en Suiza.
Y aquí es donde aparece, según The Guardian, la huella de los millones del duce. Profima S.A. aparece en los Archivos Nacionales
birtánicos como una empresa del Vaticano que durante la Segunda Guerra
Mundial fue acusada de "participar en actividades contrarias a los
intereses de los Aliados" y algunos oficiales del Ministerio de la
Guerra criticaban al final del conflicto al contable del papa,
Bernardino Nogara, que manejaba inversiones superiores a 50 millones de
libras provenientes de la generosidad mussoliniana.
Los
británicos acusaban a Nogara de estar intentando traspasar las acciones
de dos compañías del Vaticano en Francia a Profima para evitar que
fueran registradas como bienes del enemigo. Lo mismo trató de hacer
Nogara, siempre según Londres, con las acciones de un banco italiano,
que pretendió trasladar a Suiza para que fueran consideradas dentro del
bando neutral.
Los archivos consultados por el diario revelan que
Nogara en 1931 fundó una compañía en Luxemburgo que controlaba los
bienes inmobiliarios que estaba comprando en toda Europa. Se llamó Groupement Financier Luxembourgoise - Grolux.
Un año más tarde, la Grolux británica del principio de toda esta
historia, fue incorporada al grupo. Al inicio de la guerra Nogaradecidió
que Europa ya no era un lugar seguro y decidió trasladar todo a Estados
Unidos y Suiza.
The Guardian ahonda más en la riqueza
del Vaticano y asegura que Paolo Mennini, uno de los oficiales del para
Benedicto XVI en Roma, es su agente bancario en Londres y el resto de
Europa. En la práctica dirige la APSA, el organismo que controla el
patrimonio de la Santa Sede.