Una persona tiene tos y fiebre. Acude al servicio de urgencias de un  hospital. Ahí, le diagnostican una posible tuberculosis. ¿Cuál es el  siguiente paso? Si se trata de una persona con tarjeta sanitaria, los  médicos le mandarán a un especialista. Puede, incluso que haga falta  ingresarle y aislarle. ¿Y si es un inmigrante en situación irregular?
 El decreto que publicó este martes el BOE parece tajante. Una persona  en esa situación tendrá restringida la atención sanitaria a la  “urgencia por enfermedad grave o accidente, hasta el alta médica”.  También se atenderá la “asistencia al embarazo, parto y postparto”, y a  los “extranjeros menores de 18 años” que “recibirán asistencia sanitaria  en las mismas condiciones que los españoles”. El plazo para regularizar  sus papeles será el 31 de agosto.
 Entonces, en el caso del hombre con tuberculosis, ¿tendrán los  médicos que dejarle marchar y tomar el metro, donde puede infectar a  decenas de personas? ¿Es lógico que se vaya a casa con las dificultades  que va a tener para seguir el tratamiento? ¿Hay algún agujero para  evitar lo que puede ser un problema de salud pública?
  La respuesta no es unánime. El presidente de la Sociedad Española de  Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), Tomás Toranzo, afirma que  el decreto “está tan mal regulado que necesita una aclaración”. Aunque  en urgencias es “difícil confirmar el diagnóstico de tuberculosis, hay  que garantizarle el tratamiento”. La tuberculosis tiene distintas fases,  explica el experto, y en unas el individuo es muy infeccioso, y hay que  “ingresarlo y aislarlo”, y en otras, no. Con el actual decreto, “no  podemos ingresarlos”, afirma Toranzo. Pero en el otro caso la situación  tampoco es mejor. “Si no se le va a ingresar, hay que derivarlo a un  neumólogo”. “En urgencias no tenemos que ver si tiene seguro o no”. Lo  que está claro es que “si es un problema de salud pública, alguien le  tiene que ver”, concluye.
 Una portavoz del ministerio afirma que “el sistema tiene mecanismos  para que se le atienda”, aunque estos no estén especificados en el  decreto. De nuevo, el hecho de que la persona pueda transmitir la  enfermedad actuaría a su favor. “Y, desde luego, si no tiene seguro, no  se le va a cobrar”. Esta es la línea que defiende la experta en  inmigración y salud pública Belén Sanz. “Es importante señalar que la  población que recibe atención medica en urgencias por enfermedad grave  debe recibir atención hasta el alta médica”, como recoge el decreto, “no  hasta el alta hospitalaria”. Y esta diferencia “es muy importante”.  Precisamente, Sanz indica que esto “es complejo en determinadas  patologías como la tuberculosis”. “Esta enfermedad es diagnosticada  mayoritariamente en el nivel hospitalario, las revisiones se hacen en el  hospital, pero el seguimiento y la medicación, salvo excepciones, se  tramita en atención primaria. La falta de acceso a atención primaria  puede dificultar el cumplimiento del tratamiento de tuberculosis. Esto  puede tener graves repercusiones para la salud pública”.
   Sanidad afirma que
habrá una solución
para los casos de salud pública
   Este caso no es solo un ejercicio teórico. En España se diagnostican  unos 8.000 casos al año, y, de ellos, la mitad se da en inmigrantes.  Unos —sobre todo de Europa del Este— la traen consigo.
 Otros la adquieren aquí, un fenómeno que se incrementa por las  condiciones de vida de muchos, con hacinamiento e insalubridad. La falta  de tarjeta sanitaria (y del correspondiente acceso a la atención  primaria) “posiblemente dificulte la adherencia a los tratamientos de  tuberculosis”, incide Sanz.
 Esta situación tiene un riesgo añadido. La tuberculosis, y otras  enfermedades, tienen un alto potencial contagioso. No tratarlas a tiempo  supone extender su riesgo. Y, con ello, aumentar el coste para el  sistema sanitario. Justo lo contrario de lo que se quiere conseguir.