Blog de Eduardo Parra Istúriz
El resultado electoral
del 14 de abril era cualquier cosa menos previsible. La cuenta final dio
ganador a Nicolás Maduro por un margen cercano al 2%, muy pequeño para
nuestro gusto, sin duda.
Ya con el 99,34% de los votos y una abstención de 20%, el resultado es:
Maduro: 7.575.506
Capriles: 7.302.641
Es decir, 14.878.147 votos.
En octubre del año pasado el resultado fue el siguiente:
Chávez: 8.191.132
Capriles: 6.591.304
Para 14.782.436 votos.
En
resumen, dado que el número de votos es casi idéntico y para ambos
procesos se usó el mismo padrón electoral, podemos afirmar con cierta
libertad que los 700 mil votos que perdió el chavismo fueron
transferidos, trasvasados a Capriles en apenas 6 meses. ¿Por qué?
Ciertamente la ausencia del líder fundamental del proceso, Hugo Chávez,
había abierto un boquete desde mucho antes de su muerte física. Su
discurso con instrucciones claras de elegir a Maduro fue una despedida y
los venezolanos así lo sentimos. Se trató de un asunto de esperanza y
fe el que creyésemos posible un regreso al poder. La confianza en el
líder que parecía superarlo todo. Sólo la muerte le ganó.
Pero este
texto tiene que ver con lo ocurrido después del 5 de marzo y no con la
situación previa. Si alguien desea comprender mejor la situación de la
revolución en los últimos años, recomiendo leer el texto Por qué ganamos de vaina, o por qué de vaina perdimos,
de Juan Gómez Muñoz, que en lo personal me agradó mucho. Sin poner en
duda la veracidad de lo afirmado allí, creo sin embargo, que esa
situación existía el 7 de octubre de 2012 y que la caída de los votos,
por lo tanto, no corresponde solamente a esas razones.
Continuemos nuestro análisis:
Tras las largas exequias del presidente Chávez, se abrió súbitamente el
período electoral que llevaría a Maduro a la presidencia con un margen
estrechísimo, tomando en cuenta las grandes victorias a las que nos
habíamos acostumbrado.
Un mes entero de encuestas daban como
ganador a Maduro con 10% a 18% de ventaja, destacándose los trabajos de
Hinterlaces y de Datanálisis. Las imágenes se explican por sí mismas.
Esta encuesta de Hinteraces se hizo antes de la muerte del presidente, y
fue publicada a finales de febrero.

Esta otra se hizo en marzo de este año.

Pero incluso, Washington, por medio de la CIA, había vaticinado el triunfo de Nicolás Maduro:
(Washington,
11 de abril. EFE).- El director nacional de inteligencia de Estados
Unidos, James Clapper, auguró hoy el triunfo del candidato chavista,
Nicolás Maduro, en las elecciones venezolanas el próximo domingo, y dijo
creer que continuará la misma línea política que su predecesor, Hugo
Chávez.“Con una cómoda ventaja en las encuestas, se espera que gane
Maduro y probablemente continuará en la tradición de Chávez”, señaló en
una audiencia ante el Congreso.
Entonces el resultado es
muy raro. Es, siguiendo la lógica y el histórico de las elecciones
venezolanas, más o menos inexplicable que a última hora esa diferencia
que se esperaba, de 10%, desaparezca. Son 700 mil votos que cambiaron de
lugar en cosa de 6 meses. O mejor EN COSA DE UNA SEMANA. Por que las
encuestas del domingo anterior a las elecciones también le daban un
margen decente a Maduro. En los últimos días aparecieron señales de que
Maduro había perdido cerca de 8 puntos de ventaja durante la brevísima
campaña.
¿Cuáles son las causas de ese cambio tan violento, tan raro?
El
factor primario es la falta del presidente Chávez, pero estoy seguro de
que hemos cometido graves errores en la conducción de la campaña, que
gravitó de manera casi definitiva en contra de nuestro candidato.
Hay que tener en cuenta que la Revolución Bolivariana no ha hecho el
trabajo ideológico que debió hacer; no hay escuelas de formación en el
socialismo y los intentos organizativos en ese sentido han sido breves,
debido a las múltiples reorganizaciones que ha exigido el proceso,
pasando incluso por cambios de partido político (MVR a PSUV; Causa R a
PPT, MAS a Podemos, etc...). O por cambios de formas de organización
interna: Coordinadoras Bolivarianas, Coordinadoras Patrióticas, Unidades
de Batalla Electoral, y muchas otras. Sólo el Partido Comunista
Venezolano ha permanecido incólume en todas estas circunstancias, e
incluso se mantuvo firme cuando se le llamó a integrarse al PSUV.
Hay que tener en cuenta que salimos directamente del duelo por el
fallecimiento de Chávez, a la proclamación de Maduro como candidato
presidencial, en medio de una orgía electoral. Un día estábamos llevando
a Chávez a su panteón, y al día siguiente estábamos en una fiesta de
camisas rojas y banderas alzadas, frente al CNE, con música a todo trapo
y gran alegría. Tal salto fue incongruente, fue difícil de asimilar.
El candidato de oposición había cometido un serio error: llamó
despectivamente "autobusero" a Maduro, menospreciando su condición, su
clase. Esa clase a la que ofendió fue la que siempre realzó Chávez.
Desde siempre, el proceso Bolivariano se caracterizó por reivindicar la
dignidad del más pobre, del invisibilizado, del más débil en la escala
social. Por eso Maduro y su equipo, inteligentemente, hacen la campaña a
bordo de un autobús; dejando claro que es un orgullo venir de bien
abajo y llegar a ser presidente de la República. Eso es prueba de que
hay una revolución en marcha.
 |
El autobús del progreso terminó siendo manejado por Nicolás Maduro |
La oposición encajó el golpe y comprendió que esa no era la vía. Que
había que acercarse a la clase menos favorecida; al votante que apoyaba a
Chávez por identificación natural y no por aspiración a cargos o
segundas intenciones. Entonces decidieron mimetizarse. Confundirse con
el enemigo; si no puede contra él, únetele.
En cambio, el
comando Hugo Chávez, creyendo que tenía en sus manos la ventaja que
ofrecían las encuestas, quiso morder un pedazo aún mayor de la base
electoral, y se planteó un acercamiento a otro público; a los seguidores
de las estrellas de TV, de una población de bajos recursos y de clase
media que sigue viendo con buenos ojos la idea de llegar por medio de
emprendimientos individualistas el American Way of Life.
Esa gente había que traerla para acá, y por eso el chavismo, ahora sin
Chávez, acepta rápidamente entre sus filas a nuevos actores (nunca mejor
dicho): Layla Succar, Omar Acedo, Roberto Antonio, Winston Vallenilla,
Roque Valero, "El Potro" Álvarez, y otros artistas famosos provinientes
de la Televisión Comercial. Su llegada a las filas del chavismo es
bienvenida por la población; en principio se les ve como gente que
después de mucho andar, se han dado cuenta de que la opción de izquierda
no es tan mala como se la habían pintado. Pero pronto se comete lo que
considero el peor error comunicacional en la historia de la Revolución
Bolivariana, y vaya que hemos cometido muchos.
Una campaña ajena y excluyente
La
campaña se centró en el electorado no convencido, como habíamos
comentado antes. Por eso se privilegió a los personajes de la farándula y
prácticamente desaparecieron de la campaña los colectivos que
tradicionalmente acompañaron a Chávez. El grito de "familiaaaaaa" que
Winston copió groseramente de Cheo Feliciano, y que hizo famoso en la
pantalla de RCTV; y luego en La Guerra de los Sexos, por Venevisión, ya
era un indicio de que nuestra querida Revolución Bolivariana se
convertía en una revolución farandulera.
Las dos semanas de
campaña transcurrieron a un ritmo incesante de presentaciones de estos
artistas en decenas de escenarios en todo el país. No sabemos si hubo
convenimientos económicos, pero cuesta creer que estos neocamaradas
se hayan presentado tantas veces en un tren de trabajo tan duro sin
agarrar ni un bolívar. Así, fueron protagonistas de una campaña que no
se parecía al chavismo.
Llevábamos años, 14 años, diciendo que
los medios de comunicación privados estaban enviándonos mensajes
insulsos, banales; que los medios privados querían convencvernos de ser
quienes no somos; de borrar nuestra identidad nacional, y ese discurso,
impulsado por Chávez, era coherente con la presentación del llanero
Cristóbal Jiménez, de la india Dilia Waikarán, del negro Antonio
Machuca, de los muchachos de La Cantera; era coherente con la memoria
del Carrao y de Eneas Perdomo; era coherente con Florentino y El Diablo
en voz de Vidal Colmenares, con el sabor de Francisco Pacheco, con el
oriente de Hernán Marín y de Cecilia Todd. Había una coherencia tremenda
entre el discurso y la acción revolucionaria en la reivindicación de lo venezolano y lo latinoamericano.
Ya para el diario Ciudad CCS, antes de la campaña, escribi al respecto lo siguiente; cito:
Chávez
planteó en 2004 una frase aún vigente: “No hay herramienta, en verdad,
como la cultura , para lograr esa recuperación de conciencia,
resurrección de pueblos, profundización de quienes hemos sido, quienes
somos, y quienes podemos ser…” En el Proyecto Nacional Simón Bolívar (2007-2013) quedó expresa la intención reintegradora en un capítulo llamado “Masificar una cultura que fortalezca la identidad nacional, latinoamericana y caribeña”. Era la primera vez que la cultura era considerada de ese modo en un proyecto nacional.
Fin de la cita
Es cierto que con Chávez también tenían espacio los trovadores, los
raperos, los rockeros, los reguetoneros... pero nunca estuvieron en el
centro del discurso ni captaron el protagonismo. No; el discurso de
Chávez siempre estuvo junto a los valores antes invisibilizados.
¿Invisibilizados por quién? por los medios privados. Por RCTV,
Venevisión, Globovisión, Televen y el 90% de las radios a nivel
nacional. ¿Usted es indígena? no sale en pantalla. ¿Usted es pobre?
tampoco a menos de que sea en el noticiero. ¿Usted es negro? puede salir
como sirviente. ¿Usted es revolucionario? Ehm... Usted no existe, a
menos de que sea como parte de un grupo violento de círculos armados.
Incorporar a la campaña electoral a los faranduleros de siempre, a los
protagonistas de las novelas, a los que colmaban la pantalla chica en la
televisión privada, enviaba un mensaje de amplitud, de inclusión: esta
revolución es generosa y permite el ingreso de todos; pero hay una gran
diferencia entre dejarlos entrar y hacerlos protagonistas de la campaña.
Darles la batuta en los escenarios desdijo en dos semanas
todo el discurso planteado en 14 años. ¿Ahora esta gente, que maneja en
sus cuentas decenas de millones al mes, tiene mayor protagonismo que los
héroes anónimos (hasta cuando anónimos) de los consejos comunales?
¿Ahora esta gente es más importante que los millones que hicimos 10
horas de cola, para ver a Chavez en la Academia Militar durante 2
segundos?
Algunos justificarían: "bueno, yo no sé cantar; pero ¿por
qué no está de primerito Cristóbal Jiménez que era el amigo de Chávez?
¿Por qué esta campaña se aleja tanto de nuestros ideales bolivarianos?
¿Por qué Maduro permite esto?"
Resulta profundamente
incoherente la imagen de Winston Vallenilla (o la de Roque o cualquiera
de los otros) llamándonos a votar por la revolución. ¿De cuándo a acá
este tipo es revolucionario? resonó en la cabeza de muchos ¿y por qué
ahora, y no hace 5 años? Pero sobre todo, vale la pena preguntarse
cuánta gente pensó que los conductores del proceso; los responsables de
darle continuidad a la revolución de los pobres, de los pataenelsuelo,
ahora preferían a los muñequitos de la TV antes que a los que siempre
le habían cantado. Era una puñalada por la espalda a los amigos de
siempre. Como dice un amigo mío: está bien que entren, pero que hagan su
cola, que nosotros tenemos años aquí. Francamente no me imagino a
Roberto Antonio, El Potro, Roque Valero u Omar Acedo entonando Yankee go home, de Alí Primera.
Habíamos excluído de nuestro discurso nada más y nada menos que a Alí Primera.
 |
Winston Vallenilla estuvo en RCTV hasta el último día de transmisión por señal abierta |
Y se volteó la tortilla
Dejamos
de ser una revolución fáctica y legal, con un discurso basado en los
hechos y en el impulso de las leyes para crear nuevas realidades, para
convertirnos en una revolución mediática. ¿Y no es en lo mediático que
la oposición tiene experiencia y ventaja?
Exactamente. La
oposición se dio cuenta de ello, y la gente que dirigía la campaña de
Capriles, tras el éxito obtenido en octubre con la gorra tricolor que
fue diseñada en 2004 por la gente de Clase Media en Positivo (clase
media con Chávez), decidió jugar a la confusión. Es así como aparecieron
en la campaña publicitaria de Capriles piezas idénticas a las del
chavismo, comenzando por el nombre del comando: Simón Bolívar; el uso de
chaquetas y camisas tricolor por parte del candidato; la utilización de
la firma del Libertador, la creación de un grupo llamado
"Revolucionarios con Capriles" e incluso una banda tricolor para el
brazo, idéntica a la usada por el chavismo antes de la campaña para
expresar luto por la partida física del presidente Chávez.
 |
Brazalete de oposición imita el usado por el luto |
 |
Me pregunto si es legal usar la firma de Simón Bolívar en una campaña electoral |
 |
Capriles usa el logo "Bicentenario" que identificó al gobierno en 2010 |
Todo esto generó la acusación, claramente con fundamento, de que la
oposición estaba copiando los símbolos del chavismo; incluso en las
redes sociales se distrajo al público diciendo que la copia era
resultado de la falta de imaginación y que ese mimetismo sólo
rartificaba que el chavismo era positivo. Mucha gente debe haber pensado
seriamente que Capriles estaba dispuesto a darle continuidad a las
misiones bolivarianas, dado que su discurso apuntaba hacia allá y las
imágenes de él y de su comando se parecían a los del chavismo.
Capriles llegó al paroxismo al ofrecer la nacionalidad venezolana a los
médicos cubanos. Este anuncio no podía estar dirigido a los
beneficiarios de la medida porque ellos no son votantes, así que se
trató de unan oferta desestabilizadora, que buscaba propiciar la
deserción masiva de los médicos antillanos en nuestra tierra, y que
apuntaba al fin de la Misión Barrio Adentro dada la obvia reacción que
tendría el Gobierno cubano ante una medida de ese tipo.
Sin
embargo, todos estos elementos hubiesen quedado como una tomadura de
pelo por parte de la oposición de no ser por el extraño giro de la
campaña de Nicolás Maduro. El presidente en funciones y candidato se
empeñó en repetir que él es hijo de Chávez. También manifestó su
espiritualidad al plantear que sentía que Chávez le hablaba de alguna
manera, en forma de un pájaro.
Aunque sabemos que ambos
planteamientos son metafóricos, y que en realidad todos los
revolucionarios hemos sentido en Chávez a un padre en algún momento, el
comentario perdió sentido a fuerza de repetirlo. Era incompatible el
manifestar pesar por la pérdida del mentor, y al mismo tiempo burlarse
de la obsesión caprilista con el famoso "Nicoláaaaaas", y hacer del
cuento una burla con musiquita.
La saturación mediática atentó
contra el verdadero mensaje, el que realmente hacía falta: ratificar el
Plan de Gobierno de Chávez y añadirle los aportes que en su experiencia
como presidente encargado había podido recabar Maduro. En cambio, el
plato fuerte del PSUV en esta campaña orbitaba entre la lástima por el
huérfano y una extraña alegría que convocaba a merengueros de los 90 y a
artistas más recientes en un pasticho intermedio entre una telenovela
de Delia Fiallo y la Guerra de los Sexos.
 |
No es fácil distinguir si esta imagen pertenece a la Orquídea de Oro o a una campaña política |
Con respecto a los elementos espirituales, Maduro también abusó del uso
de Cristo. Era poco creíble, dado que él es seguidor de Sai Baba, verlo
con un cristo y una "estampita" de Chávez en la mano. Es bien conocido
que el presidente Chávez era un católico ferviente, y también que hacía
frecuentes alusiones a los espíritus de la sabana (léase las ánimas
benditas), así que con Maduro la fórmula también debía funcionar.
Maduro no es Chávez; tiene que ser Maduro.
Todos
los elementos en el discurso y en el quehacer del presidente Chávez son
coherentes. El muchacho de Sabaneta que vendía arañas es compatible con
el que cree en Cristo y también en las ánimas. El joven del llano que
procura labrarse un futuro en el beisbol y el que termina quedándose en
la Escuela Militar son coherentes. El que se alzó en armas y el que se hizo responsable de todo lo que vino después, también.
Nicolás no es Chávez; de acuerdo, pero Nicolás tiene una personalidad y
un historial de vida que lo convierten nada más y nada menos que en el
primer presidente extraído de la clase obrera en la historia entera del
país. Chávez mismo, con toda su humildad de trabajador de la Patria,
procede del ámbito militar. Maduro tampoco ha tenido la oportunidad de
demostrar si puede o no gobernar con coherencia. Por lo pronto, la
campaña ha sido un fiasco total y costó una enorme cantidad de votos.
Ahora hay que gobernar, con coherencia y eficiencia, porque en tres
años habrá referendum, y ahí los venezolanos nos volveremos a contar. Si
los mensajes y las acciones no coinciden, la oposición ya tiene muy
clara la estrategia y está mejor capacitada en lo mediático para
enfrentarnos.
Siguiendo a Sun Tzu, hay que conocer bien el
terreno, y nuestro campo de batalla, claro está, no puede ser la
pantalla de TV. Nuestro campo de batalla está en la calle, en la
gestión, en el buen servicio público y en el buen trato al ciudadano de a
pie. Nuestra batalla está en la inclusión que jamás, jamás, la
oposición podrá ofrecer.
Habrá que cumplir la promesa de gobernar con el pueblo y en la calle, y esa es la única forma en que remontemos la cuesta.