El Parlamento de 
Chipre rechazó a última hora del martes por abrumadora mayoría -36 votos
 en contra y 19 abstenciones- la propuesta de 'rescate' acordada por los
 prestamistas internacionales y respaldada por el presidente del país, 
Nikos Anastasiadis. “Lo que se abre ahora es un turbulento panorama que 
hará ingobernable la gestión de cualquier crisis que se dé en el seno de
 la eurozona”, aseguró a Gara el economista Alberto Montero.
 
 
  
 
Ningún grupo político dio su apoyo a las condiciones impuestas por 
Bruselas a la hora de conceder el préstamo financiero a Nicosia. Todos 
los partidos de la oposición, a los que se sumó el socio menor del 
gobierno de coalición (Diko), votaron en contra, mientras que el partido
 de gobierno (Disy) se abstuvo. La Unión Europea (UE) y el Fondo 
Monetario internacional (FMI) decidieron el pasado sábado conceder a 
Chipre 10 mil millones de euros a cambio de que la isla contribuyera por
 su parte con 5,8 mil millones. 
 
Sin ingresos fiscales ni acceso a
 los mercados, Bruselas consideró que la única forma de garantizar esa 
aportación era gravando con un impuesto especial los depósitos 
existentes en los bancos chipriotas. Para lo cual propuso cobrar un 
6,75% a los depósitos inferiores a 100 mil euros y un 9,9% para los que 
superaran esa cantidad, añadiendo con posterioridad una exención para 
los de menos de 20 mil euros.
 
A lo largo del día de ayer se vio 
claro que el proyecto de ley sería rechazado por el Parlamento, algo que
 llegó a corroborar el mismo presidente cuando dijo a la prensa que los 
diputados “piensan y sienten que es injusto y va en contra de los 
intereses de Chipre en general”. Anastasiadis también aseguró tener sus 
“propios planes”, y en la misma línea se expresó el ministro de Defensa,
 Fotis Fotiou, al revelar en la canal griego Skai la existencia de “un 
Plan B, que estamos examinando, pero que no se puede discutir 
públicamente”. Nicosia se mostraba reacia a aceptar una medida que 
podría ahuyentar a los depositantes extranjeros, principalmente de 
Rusia, y socavaría el sector bancario del país.
Intercambio con Rusia
 
El
 rechazo al «corralito» bancario pone en duda la continuidad de Chipre 
en la eurozona, debido a sus acuciantes problemas para evitar el colapso
 financiero y la bancarrota del Estado.
 
Para Alberto Montero, 
presidente de la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales 
(CEPS), «la única alternativa viable es acordar con Rusia un intercambio
 de capitales por gas, algo de lo que se habló el lunes». Gazprom podría
 prestar dinero al Gobierno de Nicosia, y este a su vez otorgar al 
gigante ruso de la energía la concesión de las reservas de gas 
existentes en el Mediterráneo, con las que pagarían el préstamo.
 
Esa
 podría ser la razón por la que el ministro de Finanzas de Chipre acordó
 a última hora de ayer presentar el miércoles en Moscú a su homólogo 
ruso un plan destinado a salvar el sector financiero del país. Al mismo 
tiempo está previsto que Anastasiadis se reúna con los líderes políticos
 para buscar una salida de consenso. Mientras tanto los bancos 
continuarán cerrados hasta mañana.
 
Pero Montero también advirtió 
sobre las nefastas consecuencias que pueda generar en adelante la 
decisión de Bruselas de penalizar los depósitos bancarios. A partir de 
ahora, explicó el economista, «cualquier referencia al rescate de un 
país provocará tal falta de confianza en el sistema financiero, que 
impulsará a los ciudadanos a tratar de recuperar su dinero, lo que 
contribuirá aún más al hundimiento de la economía».
 
«Soberanía limitada»
 
En
 cuanto al debate en el propio Parlamento chipriota, el tono encendido 
empezó con el mismo presidente de la Cámara, Yannakis Omirú, que habló 
de un «atraco a la propiedad privada, contra toda noción del Derecho». 
Según Omirú, la decisión del Eurogrupo ponía de manifiesto que los 
socios europeos se han pronunciado a favor de que Chipre vuelva «a ser 
un país de soberanía limitada, un estado neocolonialista».
 
El 
presidente del Parlamento y miembro del partido socialdemócrata EDEK 
pidió respaldar al presidente, Nikos Anastasiadis, en «todo esfuerzo por
 renegociar la decisión».
 
Al amplio rechazo parlamentario se sumó
 el centrista DIKO, que respalda a Anastasiadis, y que en un principio 
había manifestado su intención de respaldar el proyecto de ley.
 
Sin
 embargo, el fuerte rechazo popular y el revuelo político causado por 
este plan, acabó llevando al presidente de DIKO, Marios Karoyan, a 
sumarse al no.
 
«No permitiremos convertirnos en otra Grecia. No 
aceptamos ser los parias de Europa», dijo Karoyan, quien añadió que 
«frente a la Europa del chantaje nosotros insistimos en la Europa de la 
solidaridad».
 España y Portugal dicen ser distintos 
Los
 gobiernos español y portugués se esforzaron ayer en tratar de demostrar
 que el caso de Chipre y la inseguridad que viven los ahorradores de 
aquel país nada tiene que ver con sus respectivos casos en los que los 
depósitos estarían «garantizados».
 
El ministro español de 
Economía y Competitividad, Luis de Guindos, recalcó que la situación de 
Chipre es «especial y única» por la sobredimensión de su sistema 
bancario en relación a su tamaño, por lo que la decisión del Eurogrupo 
de poner en marcha un «corralito» para garantizar la devolución de las 
ayudas europeas también los es. Añadió que «los depositantes españoles 
deben estar tranquilos», ya que «los depósitos están más que 
garantizados».
 Por su parte, el ministro de Finanzas de Portugal, 
Vítor Gaspar, excluyó una tasa a los ahorradores lusos e insistió en que
 la medida diseñada por el Eurogrupo para Chipre respondía a 
«necesidades específicas». «En Portugal, una medida como una 
contribución sobre los depósitos está totalmente descartada, lo mismo 
puede afirmarse para los países de fuera del euro», dijo Gaspar en un 
comparecencia parlamentaria.