Ese sábado de julio, Bárcenas entra en la sede vacía del PP, sube a
su despacho, recoge nueve cajas de documentación y se las lleva a su
casa, situada a escasos diez minutos en coche de Génova 13.
Manejo una información delicada
Muchos de ellos dejan sus puestos bien remunerados ante las
evidencias de corrupción que han salido a la luz; otros, que se resisten
a dimitir, acaban renunciando forzados por la dirección del partido.
Pero Bárcenas aguanta pese a ser la persona que, según la policía y
la Fiscalía, se oculta en la contabilidad de la trama corrupta bajo las
siglas “L. B.”, “L. B. G.” o la denominación “Luis el cabrón”. El
tesorero habría recibido cientos de miles de euros en comisiones
ilegales a cambio de supuestos favores.
He cubierto las espaldas a mucha gente durante
estos años
Pese a este apoyo del jefe, el tesorero, guardián de los secretos de
20 años de historia del PP, está molesto con la dirección de su partido y
se lo cuenta a los compañeros con los que tiene más confianza: “Me tratan mucho peor que a [FRANCISCO] Camps,
[presidente de la Comunidad Valenciana imputado en la causa] y debería
ser al revés, porque yo manejo una información delicada que Camps nunca
tendrá y he cubierto las espaldas a mucha gente en estos años”.
La frase, que recuerdan algunos dirigentes consultados por este
periódico, envuelve una amenaza. Las nueve cajas con documentación que
ha sacado con sigilo de Génova 13 guardan las claves de esa amenaza.
Hay decenas de cheques por menos de 3.000 euros para no rendir cuentas
El 23 de julio de 2009, Bárcenas entra a declarar en el Supremo, dos
meses después de que lo hiciera Camps ante el Tribunal Superior de
Justicia de la Comunidad Valenciana. A Camps le acompañaron numerosos
dirigentes del PP para pasar el mal trago; a Luis Bárcenas le acompaña solo su sombra. Se siente solo, otra vez.
Unos días después de la declaración en el Supremo, Bárcenas deja su
cargo de tesorero y se va de vacaciones. La ruptura con el partido en el
que ha trabajado sus últimos 20 años acaba de comenzar.
Rajoy gana las elecciones pero a Bárcenas se le complica el proceso
Acorralado por las pruebas, el extesorero intenta escapar; sigue
disponiendo de secretaria y coche, que pone el PP a su disposición pese a
que ya no milita en el partido. Entra y sale de Génova 13 como si mantuviera el mismo poder de antaño. Maneja documentos que guarda en la sala Andalucía, un espacio que el partido ha puesto a su disposición en exclusiva.
Son tiempos de tensión y nervios para Bárcenas, quien muestra a sus
amigos documentación que acredita prácticas poco éticas de dirigentes
del PP, que utilizan supuestamente el partido para lucrarse con sus
negocios privados; enseña algunos papeles para probar que organizaciones
de su propio partido de distintos territorios utilizan de manera
indebida el dinero que reciben de donaciones de empresarios muy
conocidos.
Los documentos que obran en la causa judicial acreditan esa supuesta
financiación ilegal; Bárcenas también tiene esos papeles y lo sabe. Pero
la fiscalía considera prescritos los delitos, cometidos supuestamente
en 2003, y no avanza en la investigación.
Y una causa mayor abierta en la Comunidad Valenciana por financiación
ilegal, en la que están imputados los jefes de la red Gürtel, parte de
la cúpula del PP en esa autonomía y empresarios que pagaron grandes
cantidades. En ese litigio, los valencianos intentan involucrar a
Bárcenas y este se queja amargamente de que le involucren en maniobras
ilegales que no le corresponden.
Hay fotocopias que circulan por el partido de decenas de cheques al
portador firmados por un gran empresario por cantidades inferiores a
3.000 euros, que alguna organización territorial del PP ingresó en sus
cuentas, sin declarar como donación al Tribunal de Cuentas porque no
superaba las cantidades previstas legalmente.
Son meses en los que el extesorero, según dirigentes consultados por
este periódico, cuenta también a algunos de sus compañeros cómo una
parte del dinero que recibían de donaciones anónimas se empleaba en
pagar sobresueldos opacos a los principales cargos del partido sin que
tributaran por esos ingresos a Hacienda al considerarlos gastos de
representación.
Por si alguien tiene dudas sobre estas prácticas, Bárcenas recalca a sus compañeros que existen documentos que lo prueban.
En aquellos meses, el caso Bárcenas entra en una nueva
dimensión. El juez que instruye la causa en el Tribunal Superior de
Justicia de Madrid resuelve, en una de sus últimas decisiones antes de
que el caso regrese a la Audiencia Nacional, que los indicios contra
Bárcenas no son suficientes y decreta el archivo, pese a que aún no ha
recibido el resultado de las investigaciones abiertas en países
extranjeros, entre ellos Suiza, para determinar si el extesorero oculta
fondos en paraísos fiscales.
En septiembre de 2011, Bárcenas respira aliviado por primera vez en
30 meses, e imagina un horizonte despejado porque, con su causa
archivada, el PP va a recuperar el Gobierno de la nación.
Rajoy gana las elecciones generales de noviembre con mayoría
absoluta, pero a Bárcenas, al contrario de lo que pensaba, se le
complica su situación judicial.
El juez Pablo Ruz activa las comisiones rogatorias a Suiza, interroga
a Bárcenas sobre una compraventa de cuadros sospechosa, y mantiene viva
la investigación. El tesorero se defiende como puede y, pese a que el
magistrado intenta interrumpirle en varias ocasiones, Bárcenas coloca su
lamento: se siente perseguido por la fiscalía, por la policía y por la
Abogacía del Estado.
En los últimos días de diciembre, Bárcenas ya sabe que la comisión
rogatoria ha dado resultado positivo: le han encontrado una cuenta en
Suiza a nombre de una sociedad panameña, donde ha llegado a acumular
hasta 22 millones de euros.
La amenaza guardada en nueve cajas que sacó hace casi cuatro años de su despacho en la sede del PP empieza a aflorar. El Mundo
da cuenta del supuesto pago de sobresueldos opacos a los ejecutivos del
PP, pero exculpa a Rajoy y Cospedal del cobro de los mismos.
Esta bomba nunca quiso activarla Bárcenas,
según varios dirigentes del PP, porque sabía que también dañaría a los
escasos cargos relevantes que aún le apoyan en el partido. El extesorero
no podía revelar cómo cobraron los cuadros del partido desleales a su
persona sin implicar a los altos cargos que aún le son afines en su
calvario. Hasta no hace mucho, Bárcenas declaraba su lealtad y confianza
hacia Rajoy. No así hacia la secretaria general, Dolores de Cospedal, a
la que involucra en su caída en desgracia y posterior expulsión del
partido. El odio es mutuo.
Quienes quieren situar a Bárcenas como origen de esta denuncia grave
de irregularidades en el partido que gobierna España saben que, como
todo tesorero, acumula más informaciones delicadas, suficientes como
para salpicar a la institución entera.
Durante dos décadas, primero como gerente y luego como tesorero,
Bárcenas ha sido testigo principal de cómo se financiaba el partido. Las
cuentas del PP pueden estar perfectamente limpias ante el Tribunal de
Cuentas, que lleva un retraso de cinco años en las auditorias a las
formaciones políticas, pero Bárcenas conoce la intrahistoria de algunas
donaciones que, según fuentes próximas al tesorero, nunca figuraron en
la contabilidad oficial.
El exdirigente del PP puede recuperar la memoria y revelar quiénes
financiaron determinadas campañas electorales o identificar donaciones
al PP que no acabaron en ninguna cuenta del partido, ni en su tesorería
central ni en la de las autonómicas. Hay constancia documental de todas
estas prácticas, según fuentes próximas al extesorero.
Bárcenas, hasta la fecha, ha callado porque no da por rotas sus
relaciones con el partido. Le cuesta convertirse en un arrepentido que
destroce a la organización en la que ha trabajado toda su vida. Pero
como amo de las finanzas del PP, también conoce las interioridades
financieras de otras organizaciones territoriales poco afines a la
actual dirección nacional.
Quienes le frecuentan señalan, frente a la tesis oficial de que fue
amigo de la trama Gürtel y receptor de cohechos, que se enfrentó
poderosamente al jefe de esa red, Francisco Correa, en el mismo momento
en que Mariano Rajoy se hizo cargo del partido, en 2004.
Pero la presidenta madrileña desoyó esa advertencia y rechazó todas
las sospechas. La Audiencia Nacional investiga aún hoy si hubo
irregularidades en aquella adjudicación de suelo y se pagaron comisiones
ilegales en la operación urbanística que ganó Martinsa.
Cuatro años después de que estallara el caso Gürtel y
pusiera bajo sospecha la honorabilidad del partido de Rajoy, su
extesorero, Luis Bárcenas, se enfrenta al descrédito nacional y a un
duro proceso judicial. El PP, que se creía a salvo del escándalo tras su
enorme éxito electoral de 2011 y el inmenso poder institucional logrado
en media España, teme ahora que las cuentas suizas de su tesorero
acaben por afectar al crédito de la formación, muy dañado por los
efectos de la crisis económica y su ineficaz lucha contra el desempleo.
Los secretos que Bárcenas guarda en nueve cajas pueden hacer estallar el
partido.