La guerra fría solo lo fue entre los Ejércitos de la OTAN y el Pacto
de Varsovia, porque entre los servicios secretos de ambos lados del
telón de acero fue una guerra caliente. También ahora la partida de
ajedrez que el Gobierno central y la Generalitat catalana disputan en los tribunales por el órdago soberanista parece que tiene un segundo tablero de juego: el del espionaje y el contraespionaje.
El director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Félix Sanz Roldán,
reveló ayer en la Comisión de Fondos Reservados del Congreso, reunida a
puerta cerrada, que DiploCat, la nueva red de la Generalitat catalana
en el extranjero, ha intentado verificar la cobertura del servicio
secreto español en varios países.
Sanz no llegó a sugerir que el propósito de esta iniciativa fuera
difundir la identidad de los agentes, lo que constituiría un delito de
revelación de secretos, pero sí conocer el despliegue del CNI en el
extranjero.
El portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida,
le respondió que DiploCat no tiene presencia permanente en el
extranjero, a lo que Sanz replicó que estas gestiones se realizaron con
motivo de desplazamientos puntuales.
Según fuentes conocedoras del debate, Sanz y Duran también
polemizaron sobre la presencia del CNI en Cataluña. El líder de Unió
dijo que el número de agentes ha aumentado tras la apuesta soberanista
del president Artur Mas. Sanz lo negó, aseguró que la mayoría de agentes
se dedican a prevenir el terrorismo yihadista y que la cifra actual
(unos 70) es incluso inferior a la de otros momentos.
Los diputados también le preguntaron por el escándalo de espionaje político en Cataluña
destapado en torno a la empresa Método 3. El general aseguró que su
servicio nunca contrató a la agencia de detectives, aunque el dueño de
la misma, Francisco Marco, intentó sin conseguirlo ser recibido tanto
por él como por su antecesor. “¿Para qué contratar a un ATS si puedes
tener un cirujano?”, alegó.
El director del CNI sorprendió a los diputados cuando dijo conocer la
existencia de 169 expedientes de Método 3, sus títulos y quién los
encargó. Pero explicó que se trata de “información abierta”, accesible
en Internet [es una información difundida por el diario El Triangle].
Sanz admitió que el servicio secreto contrató con la empresa del hacker Matías Bevilacqua —a quien la policía incautó el año pasado miles de correos del caso Nóos
en un fichero informático—, pero subrayó que las adjudicaciones se
produjeron entre 2000 y 2008 y se referían exclusivamente al suministro
de material de informática forense que entonces no vendía ningún otro
proveedor en España. En una muestra de transparencia, exhibió los
contratos ante los diputados.
“Nunca se le ha hecho ningún encargo a la señora Corinna”
Félix Sanz tiene fama de ganarse a sus interlocutores. Ayer lo demostró con creces. Incluso el coordinador de IU, Cayo Lara, elogió su sinceridad. Preguntado si estaba más tranquilo respecto al papel de la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, quien se atribuye haber realizado gestiones secretas para España, Lara respondió: “En relación con el CNI, sí; en relación con la princesa Corinna, estoy igual de intranquilo”.En la comisión, Sanz fue contundente. Declaró que la princesa “nunca ha sido agente [del CNI], ni ha colaborado de ninguna manera, ni ha recibido ningún encargo, ni ha hecho ninguna actividad de ninguna naturaleza [para el centro de inteligencia], ni directamente ni a través de ninguna empresa”. También aseguró que el CNI nunca la ha investigado. Preguntado si no siente curiosidad por una persona tan próxima al jefe del Estado, contestó: “Claro, pero también la siento por otras personas y un centro de inteligencia no puede obrar motivado por la curiosidad de su director, sino solo por la petición expresa y justificada del Gobierno”.
Admitió haber coincidido con ella en dos actos sociales, negó que el CNI le diera escolta y echó balones fuera cuando se le preguntó si se alojó en dependencias de Patrimonio Nacional. “Solo sé que nunca ha sido residente en España”.
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