Diego J. Fernández atropelló en 2008 mortalmente a Ramón Cuaresma, un vecino de Calañas (Huelva)
de 32 años con discapacidad física y psíquica. Después metió el cadáver
en el maletero de su coche y lo abandonó en un descampado próximo al
municipio. Le robó la cartera y utilizó su tarjeta de crédito en una
gasolinera, donde gastó 77 euros en repostar y lavar el vehículo. El
cuerpo sin vida de Cuaresma fue hallado dos días después en un
descampado. Diego J. Fernández no irá a la cárcel por este suceso porque
la Fiscalía onubense, la defensa y la acusación particular han llegado a
un acuerdo de conformidad que supone una condena de dos años de prisión
por homicidio por imprudencia grave. Al no tener antecedentes penales,
el condenado no verá la prisión.
En un primer momento se barajó que Cuaresma pudo haberse caído y haber tenido una muerte accidental.
Pero la investigación llevó hasta Diego J. Fernández porque había
numerosas huellas en la zona de los hechos que coincidían con las del
acusado y restos de sangre en el maletero del coche.
El acusado reconoció este martes todos los hechos y solo tendrá que
abonar una multa de 730 euros por una falta de estafa cometida al usar
de forma fraudulenta la tarjeta de crédito de la víctima y reponer la
cantidad que gastó en la gasolinera. También se verá privado del coche y
del permiso de conducir durante dos años. La aseguradora Mapfre ha
indemnizado a la familia de la víctima con 100.000 euros.
La Fiscalía le acusó, en la calificación inicial, de un delito de
conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas y drogas en
concurso con un delito de homicidio por imprudencia
grave, por el que solicitaba cuatro años de cárcel y seis de privación
del carné de conducir. También pidió una indemnización de 52.000 euros
para los padres del fallecido.
José Manuel Oliva, que ha ejercido la acusación particular, explicó
que no se pudo comprobar que el condenado condujera bajo los efectos del
alcohol porque “no hay pruebas de toxicología que lo ratifiquen”, ya
que a Diego J. Fernández no le detuvieron hasta mucho después del
suceso, cuando ya no eran vinculantes las pruebas de alcoholemia. Esta
circunstancia ha dificultado la labor de la acusación.
Oliva se mostró “satisfecho” con la resolución del caso, ya que el
acusado ha reconocido que fue autor de un homicidio por imprudencia
grave, que era lo que solicitaban. Hasta este martes, el acusado había
negado la imprudencia y admitido solo un atropello involuntario.
El abogado defensor del condenado, Rafael Villegas, remarcó que la
familia de la víctima también está “satisfecha” con el reconocimiento de
los hechos y la condena, aunque no comparte que no vaya a la cárcel. El
letrado destacó que el suceso es “un accidente de tráfico”, lo que
justifica el acuerdo, la pena de dos años de cárcel y solicitud de la
suspensión de la ejecución de la pena. “Ha reconocido que mató a
Cuaresma y ha sido condenado por esto, pero sus familiares no entienden
que una persona no vaya a la cárcel por este delito”, explicó.
Epifanía Reina, madre de Ramón Cuaresma, fue la más expresiva al
descalificar al autor de la muerte de su hijo. “Lo ha reconocido todo y
es un criminal, pero no cumplirá los dos años de cárcel. Estoy
indignada, después de todo lo que le ha hecho a mi hijo”, afirmó.
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