Juan Cotino es el actual presidente de las Cortes Valencianas. Antes
fue uno de los vicepresidentes de la Generalitat con Francisco Camps,
antes conseller de Agricultura, Pesca y Alimentación, antes director
general de la Policía Nacional y antes concejal del Ayuntamiento de
Valencia.
El 3 de julio de 2006, el metro de Valencia sufrió un accidente en el que murieron 43 personas y otras 47 resultaron heridas.
Varios de los familiares de las víctimas han denunciado años después
que miembros del gobierno valenciano acudieron tras el siniestro a los
tanatorios y a sus domicilios particulares para ofrecerles puestos de trabajo y ayuda económica a cambio de su silencio en la causa judicial que debía haber investigado lo ocurrido en la Línea 1. A la cabeza de aquella operación sitúan todos a Juan Cotino, persona de máxima confianza del ex presidente Camps.
Este domingo, La Sexta dedicó su programa 'Salvados' al accidente de metro. Jordi Évole
intentó sin éxito contar con el testimonio de diputados del PP
valenciano o de miembros del Consell de Camps. Ninguno quiso hablar.
Évole sí consiguió abordar a Juan Cotino en el antiguo cauce del río
Turia, durante una feria de vino y embutido.
Évole preguntó a Cotino por las presuntas ofertas de trabajo a las víctimas y la gestión posterior al siniestro. "De esto ya he hablado muchas veces donde corresponde",
es todo lo que dice el presidente de las Cortes al respecto. El resto
es una escena surrealista. El periodista insistiendo, Cotino en
silencio. "No le quiero responder a usted sobre este tema", zanja Cotino.
Y los asistentes de la feria a coro exigiendo que responda. El ex
conseller acaba encarándose con una señora que le reclama explicaciones y
escapa de la feria en silencio sepulcral con Jordi Évole repitiéndole
las preguntas en plena calle.
El paripé de Juan Cotino era el epílogo de un programa que rescató
todas las denuncias de la gestión política posterior al peor accidente
de metro de España.
‘El metro fue una trituradora’
Jorge Álvarez, maquinista de la línea 1 de
Ferrocarrils de la Generalitat (FGV), asegura en 'Salvados' que el
accidente se pudo haber evitado. Recuerda que existía un informe que
alertaba sobre los «puntos negros» en las vías que fue ignorado. "Si hay
una precaución de 70 kilómetros por hora, en aquella curva tiene que
tener una baliza de frenado automático puntual para indicar al tren que
no puede circular a más velocidad. La baliza existía pero no se programó para que diese la orden al tren".
Álvarez también cuenta en el programa que las ventanas de los vagones
no estaban bien selladas. De hecho, apunta que los cristales se
desprendieron durante el descarrilamiento, elevando así la magnitud de
la tragedia. El número final de víctimas.
"Cuando el tren sale volando y vuelca, los viajeros sentados caen
sobre los cristales que se enrollan, los viajeros caen por el hueco, el
carril los mete para dentro y los trituraban. Fueron 120 metros triturando personas porque se utilizó una silicona de andar por casa", explica.
El maquinista denuncia también que el libro de averías del tren
desapareció. El original que viajaba en la unidad accidentada y que no
se recuperó del escenario del siniestro, pero también todas sus copias.
Los técnicos aleccionados
En el programa también da la cara por primera vez el ex jefe del departamento de seguridad de FGV, Arturo Rocher,
quien admite públicamente que todos los técnicos de la empresa fueron
aleccionados antes de comparecer en la comisión de investigación que
tuvo lugar en las Cortes, tal y como denunció EL MUNDO el año pasado.
FGV aleccionó y coaccionó a los técnicos que comparecieron en la comisión de investigación de las Cortes
en el año 2006 para que dijeran que la tragedia de Metro fue un
"accidente inevitable". Varios documentos destapados por EL MUNDO y que
maneja la Fiscalía probaban diversas reuniones para fijar la verdad
"oficial".
Esta empresa pública de la Generalitat empleó los servicios de una
consultora experta en comunicación e imagen, HM & Sanchis, para
entrenar a los técnicos que debían comparecer. También se publicaron
listados de respuestas tipo que los comparecientes debían memorizar para
responder a las hipotéticas preguntas que se les podrían formular.
Todo, para construir la verdad oficial que pretendía el Gobierno
presidido entonces por Francisco Camps. El único responsable era el maquinista, fallecido en el accidente.
En 'Salvados', el ex jefe del departamento de seguridad de
Ferrocarrils reconoce que se organizaron varios ensayos antes de las
comparecencias, presididos por la entonces gerente de FGV, Marisa Gracia.
"Si se equivocaban con las respuestas les echaban la bronca, incluso
llegándoles a faltar el respeto", recuerda. Arturo Rocher confiesa que
había palabras "tabú", términos que los técnicos no podían utilizar en
las Cortes como tragedia, deficiencia o baliza. Mantiene que el libro de
averías desapareció sin explicación y revela que varios empleados de
FGV accedieron al convoy accidentado en las noches posteriores al
siniestro.
Tras la comisión de investigación, los cargos de Ferrocarrils celebraron su 'éxito' con una mariscada pagada con dinero público.
Desde el 3 de julio de 2006, los familiares de las víctimas del accidente de metro, que nunca fueron recibidas por Camps,
no han dejado de exigir que se reabra la investigación. Se manifiestan
el día 3 de cada mes en la Plaza de la Virgen de Valencia y han
preparado un documental por capítulos www.0responsables.com) que radiografía siete años después todo lo que no se contó del peor accidente de metro.
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