Nada está saliendo como estaba previsto. Hace un año, el Gobierno trasladaba una idea: 2012 sería duro, en 2013 empezaría la recuperación y en 2014 el crecimiento.
A las elecciones de 2015 se llegaría, pues, en buenas condiciones.
Políticamente, solo había que aguantar el chaparrón con una oposición
muy debilitada. Pan comido para un resistente como Mariano Rajoy.
Pero todo se ha torcido. Los terribles datos del paro conocido el
pasado jueves —6,2 millones— más la desoladora rueda de prensa del
viernes con negras previsiones han hundido la moral del Gobierno y del PP,
según diversas fuentes que matizan que Rajoy sigue siendo un resistente
y los demás se recuperarán en cuanto llegue algún dato bueno, como el
del paro registrado de abril en el que ya se trabaja.
A los malos datos se suma un problema que en las últimas semanas se
ha mostrado con gran crudeza, según diversas fuentes gubernamentales y
del PP: la enorme división y choques constantes entre el equipo
económico. La decisión de Rajoy de no nombrar un vicepresidente
económico, criticada por muchos, se pone en evidencia en situaciones
delicadas como esta. Cristóbal Montoro
y Fátima Báñez, apoyados por Soraya Sáenz de Santamaría y por pesos
fuertes del PP como Javier Arenas, han ganado la batalla y han frenado
la presión de Luis de Guindos y aliados suyos como José Manuel Soria
para presentar reformas más profundas. Pero en esa pelea, la
coordinación y la respuesta política acaba fallando, como lo demuestra
el hecho de que ningún ministro, ni la vicepresidenta, ni el presidente
comparecieran el jueves para contrarrestar el efecto demoledor de la
cifra de los 6,2 millones de parados. Todos se fueron echando la pelota
unos a otros y al final solo salieron los secretarios de Estado.
En el PP, los barones están muy inquietos porque ven que van a llegar
a sus propias elecciones —mayo de 2015— con la situación aún hundida. Y
aunque nadie parece atreverse a hablar abiertamente con Rajoy,
presionan a su manera confiando en que haya cambios de Gobierno antes
del verano. Pero con Rajoy nadie quiere hacer apuestas. Veteranos que le
conocen bien recuerdan que él nunca ha destituido a nadie.
Tanto dirigentes regionales como nacionales y también miembros del
Gobierno creen que esta semana supone un punto de inflexión, un momento
políticamente bajísimo para Rajoy. Los marianistas confían en que el
presidente sepa salir de esta y le dé un giro a la situación. Y
reivindican que gracias a él no hay rescate y no estamos como Portugal.
Los más escépticos temen que Rajoy vuelva a adoptar la estrategia de
esperar a que escampe.
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