Ocurrió en Indonesia, y también en Haití. Tras la catástrofe natural -que llegó en forma de tsunami al sureste asiático y convertida en terremoto al país caribeño-, las epidemias se cebaron con los supervivientes que habían perdido todo menos la salud. Aún hoy, más de un año después del desastre, en Puerto Príncipe se siguen contando por decenas los nuevos casos de cólera, una enfermedad que ya se ha cobrado la vida de centenares de isleños.
¿Podría ocurrir lo mismo en Japón? Los especialistas consultados por ELMUNDO.es coinciden en señalar que la situación económica, social y de calidad de infraestructuras de la nación nipona no es comparable a la de las zonas citadas, si bien recuerdan que "en ningún caso debe bajarse la guardia".
"Cuando un desastre natural implica un desplazamiento masivo de población, que muchas veces conduce a situaciones de hacinamiento en asentamientos temporales y a una interrupción del abastecimiento de agua y de las condiciones de salubridad, existe un riesgo incrementado de transmisión de enfermedades infecciosas y, por tanto, de epidemias", comenta Jorge M. Núñez, especialista de la Unidad de Medicina Preventiva de la Clínica Universidad de Navarra.
Según este experto, en estos casos pueden aparecer enfermedades diarreicas transmitidas principalmente por agua contaminada con heces, aunque también "se recomienda prestar especial vigilancia a un posible incremento de casos de tétanos, infecciones agudas respiratorias, sarampión, meningitis y enfermedades transmitidas por vectores como mamíferos, aves o artrópodos".
Pese al riesgo, hasta el momento "no hay ningún dato preocupante que indique la existencia de epidemias de este tipo en Japón", como apunta Íñigo Vila, responsable de la Unidad de Emergencias de Cruz Roja España.
"Se están guardando medidas preventivas claves, como la evacuación adecuada de las personas de zonas inundadas y el mantenimiento de las condiciones higiénicas, lo que disminuye el riesgo", aclara.
Funcionamiento de la red sanitaria
Además, según sus palabras, "aunque con dificultad" la red de atención sanitaria está funcionando. "Se ha reforzado con personal de otras zonas, se han derivado enfermos a hospitales de otras regiones del país y se han instalado clínicas móviles sobre el terreno", continúa.
Hasta la fecha, y precisamente por la organización de las autoridades, no ha sido necesario que personal internacional especializado se desplace a la zona para colaborar en las tareas de atención sanitaria.
"En este sentido, están siendo un ejemplo de actuación en casos de catástrofe", señala Vila, quien subraya que Cruz Roja en Japón cuenta nada menos que con dos millones de voluntarios que ya han sido movilizados.
"Tal vez resulte chocante la tranquilidad con la que están manejando la crisis, pero, al ser un país en constante riesgo, Japón está muy preparado para actuar en caso de catástrofe", comenta el especialista en emergencias.
"Existen planes de evacuación en todas los lugares y, desde pequeños, los niños saben cómo actuar ante un terremoto". Además, concluye, "en todas las empresas, los empleados tienen disponible un pequeño kit de supervivencia con agua potable, mascarillas, y material sanitario que es clave para evitar la propagación de enfermedades".
En un artículo publicado en 2005 en la revista 'New England Journal of Medicine', especialistas del Hospital General de Takuapa (en Phangnga, Tailandia) que trataron a más de 3.000 afectados por el tsunami advierten a sus colegas médicos de la necesidad de mantener la coordinación hospitalaría semanas después de una tragedia de estas características.
Aparte de los casos más graves, también necesitan atención médica un gran número de personas por traumatismos, fracturas, problemas por aspiración y heridas lacerantes que pueden complicarse con infecciones importantes, por lo que el "establecimiento de un plan para desastres" resulta clave.
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