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lunes, 7 de marzo de 2011

La anorexia y la bulimia se disparan entre las niñas menores de 12 años

La guerra de los espejos. Es la batalla que cada día libran cientos de leonesas que rechazan su cuerpo y deciden emprender una irracional carrera hacia el ayuno y el abismo. Dietas, vómitos, mentiras, desmayos, flaqueos...una espiral de locura que la protagonista no sabe cómo parar. Los estragos de la anorexia y la bulimia son de sobra conocidos, pero el perfil de sus víctimas es cada vez más sorprendente. Los profesionales de la Asociación Española de Enfermería y Salud, con sede en León, le ponen rostro y edad a este trastorno que cada vez amplía más el espectro de víctimas.

En los últimos dos años, los trastornos alimentarios han evolucionado hasta hacer mella en niñas y en mujeres en edad de vivir la menopausia. "Hace cinco años, las afectadas eran sobre todo adolescentes y los trastornos afectaban entre los 17 y 18 años hasta los 25-30 años. Ahora ha descendido el rango de edad y nos estamos encontrando con familias que tienen una niña de 12 años que ya ha debutado en la anorexia o la bulimia". Así se expresa Isabel Revilla, miembro de la asociación de ámbito nacional y compuesta en su mayoría por personal de Enfermería. Su mensaje es claro y rotundo: la anorexia se puede vencer pero también te puede matar. Por eso, reclama a las familias que estén alerta, ojo avizor a los cambios de conducta en sus hijos.

El drama, dice, empieza a veces por emular a los mayores. "Hemos visto casos de niños que no toman patatas fritas porque ven a sus mayores aborrecerlas porque les engordan. Y críos de 10 años reclamar en la merienda un te verde, porque es lo que toman en su casa. Todos los mensajes calan y ellos tienen peligrosas conductas miméticas". Puede ser el comienzo de la espiral...

Ojo con la menopausia

En el otro extremo del drama están las mujeres de más de 40 con los primeros síntomas de la menopausia. Se han convertido, según esta asociación profesional, en las nuevas víctimas de la bulimia y la anorexia. El motivo, la presión social. "En esa época, la mujer asiste a un cambio hormonal importante y tiene más tendencia a coger algo de peso. Cuando alguien te dice 'has engordado', no todo el mundo sabe gestionar y recibir con normalidad ese mensaje. Ahí empieza para algunas mujeres el largo camino de los adelgazantes y finalmente de los trastornos alimentarios", explica Revilla.

Cuando se rechaza el propio cuerpo, todo vale. "Los niños dicen que les duele la barriga, tiran la merienda en el recreo, esconden la comida en casa para después tirarla... Las mujeres adultas acuden a los laxantes, adelgazantes y dieta hiporestrictivas que desembocan normalmente en trastornos de la conducta alimentaria. Detrás de los primeros cinco kilos perdidos llegan otros cinco, y después otros tantos más... Quieres pararlo, pero ya no sabes cómo hacerlo", reconoce Isabel Revilla.

Los hombres y la vigorexia

El tercer segmento de la población que se está incorporando cada vez con más fuerza al drama de la anorexia y la bulimia es el de los varones. Su talón de Aquiles, la vigorexia. "Cada vez se ven más casos de hombres. Si hace un lustro se trataba uno por cada diez mujeres, ahora es uno por cada ocho féminas. El principal trastorno es la vigorexia. No se ven nunca lo suficientemente musculados, hacen ejercicio de forma compulsiva y toman sustancias".

Desde la asociación insisten en que es vital acudir a tiempo al especialista. "Es necesaria la intervención de un equipo multidisciplinar: psicólogo y psiquiatra, dependiendo del grado de afección, y un endocrino para los casos en que hay desnutrición importante".

En León no hay unidades especializadas de ingreso para este tipo de pacientes, que suelen recibir atención hospitalaria en la planta de Psiquiatría, con el resto de trastornos. "Sería imprescindible contar con unidades hospitalarias y con servicios que permitan su ingreso durante el día".

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