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martes, 8 de febrero de 2011

El rostro de la tuberculosis

Joven, inmigrante, con empleo precario y vivienda compartida. Esa es la cara de la tuberculosis en nuestro país. La enfermedad afecta en el 30% de los casos a personas nacidas en otros países y que actualmente residen en España, según un estudio de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), en el que han participado 1.500 pacientes de 53 centros de toda España.

Este grupo es "cada vez más numeroso" y tiene unas necesidades específicas, por lo que requiere un "nuevo enfoque" en el manejo de la patología, señalan las conclusiones de este trabajo.

Según ha explicado Jose María García, neumólogo y primer firmante de la publicación, hasta el inicio de los años noventa la prevalencia global de tuberculosis había disminuido progresivamente en los países industrializados.

A partir de ese momento, en muchos países el descenso se frenó o incluso se invirtió la tendencia, debido a la llegada de inmigrantes de países menos desarrollados, en condiciones sociales y económicas precarias.

Por su parte, el doctor Juan Ruiz Manzano, presidente de la SEPAR, ha apuntado que en países como Dinamarca, Holanda, Suecia, Suiza o el Reino Unido, los pacientes extranjeros representan más de la mitad de los casos de tuberculosis.

España no escapa a la tendencia y, según este estudio, se ha producido un considerable incremento de casos de tuberculosis en inmigrantes alcanzado el 30% del global.

En concreto en Barcelona, una ciudad que recibe un importante flujo de extranjeros, el porcentaje de casos en este colectivo ha pasado del 5% al 50% de 1995 a 2008.

Perfil característico

Los inmigrantes infectados tienen un perfil demográfico característico: son jóvenes, están desempleados o con trabajos inestables y suelen vivir en condiciones precarias y en grupo, lo cual es, a su vez, un factor de riesgo de contagio.

Por el contrario, los pacientes nativos suelen ser personas mayores de 50 años, con mayor consumo de tabaco y alcohol que el grupo de inmigrantes.

Otra diferencia importante es cómo el paciente inicia el proceso de diagnóstico y tratamiento. Los inmigrantes llegan a través de las urgencias o los centros de atención primaria con síntomas más avanzados mientras que los nativos acuden a la consulta de especialistas.

"El motivo es que la visita del especialista requiere cita previa y una dirección de contacto que los inmigrantes no siempre pueden dar porque cambian de domicilio, incluso de ciudad, muy a menudo y no tienen papeles", ha aclarado García.

Una vez diagnosticados, los extranjeros también tienen mayor dificultad para comprender la enfermedad y el tratamiento, lo que repercute en un mayor abandono de la medicación.

En este sentido, los neumólogos ven necesario la adaptación de los programas de tuberculosis a las necesidades y características de este colectivo.

"El papel de los trabajadores sociales o los mediadores culturales se convierte en un aspecto fundamental, no solo como traductores del médico sino para ayudar a éste a comprender las diferencias culturales y sociales y viceversa, y mejorar así la relación y la confianza medico-paciente", ha apuntado el doctor Joan Cayla, miembro del equipo investigador.

En lo que se refiere al seguimiento del tratamiento los nativos tienen un mayor porcentaje de éxito, 91,9% frente al 83,5% de los inmigrantes, ligeramente por debajo de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud que se sitúan en el 85%.

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