"No hay ninguna mujer en el comité ejecutivo del Deutsche Bank, pero espero que un día u otro la dirección sea más bonita y con más colorido gracias a la integración de mujeres". Éstas son las palabras con las que se ha despachado el presidente del primer banco alemán, Joseph Ackermann, en una entrevista en la que le preguntaban por el actual debate sobre si Alemania debe establecer una cuota femenina en las direcciones de las empresas.
Le ha faltado tiempo a la ministra de consumo, Ilse Aigner, para contestar al banquero, al que ha sugerido que "a los que le gusta todo lo que suponga colorido y lo que hace bonito, lo que deben hacer es ir a pasearse al campo con las flores, o a un museo".
Como quiera que la bola de nieve iba creciendo cada metro mediático que recorría, el responsable de comunicación de Deutsche Bank intentó arreglarlo, y disculpó a su presidente ante un grupo de periodistas con el pintoresco y demoledor argumento de que esas declaraciones "se han sacado fuera de contexto" y que "Josef Ackermann es un 'gentleman' a la antigua usanza", estrategia comunicativa que jamás habría visto la luz si en lugar de un responsable de comunicación, Deutsche Bank tuviese una responsable de comunicación.
La polémica, a efectos prácticos, ha servido hasta ahora para poco más que para animar las mañanas de la radio alemana. La discusión sobre si en Alemania se establecerá o no una cuota femenina por vía legal ha sido ya zanjada por la canciller Angela Merkel con una negativa tajante que ha terminado de raíz con el debate que enfrentaba a dos ministras del Gobierno: la treintañera Kristina Schröder, ministra de Familia que está esperando su primer hijo, y la de Trabajo, Ursula von der Layen, en los 50 y madre de siete.
Mientras Schröder, nada feminista y muy conservadora, abogaba por un sistema voluntario, Von der Layen propugnaba una cuota obligatoria del 30% para las empresas.
Cuota femenina
Merkel, oriunda de la Alemania del Este, donde la integración laboral de la mujer tenía otro contexto, nunca ha simpatizado con las ideas feministas del oeste y encargó a su portavoz Seibert difundir la decisión de Cancillería: "Merkel no quiere introducir cuotas, sino que desea dar a las empresas otra oportunidad para que ellas mismas incrementen la presencia de mujeres en puestos de responsabilidad y dirección".
Se trata, explicó el portavoz, "de una solución pragmática que no pierde de vista el objetivo de aumentar la presencia femenina". En este caso, Merkel se ponía de parte de sus socios de coalición de gobierno, los liberales del FDP, que se oponían tajantemente.
Hace 10 años, las organizaciones empresariales alemanas accedieron a aumentar la representación de mujeres en sus cuadros dirigentes, sobre una base voluntaria, lo que ha tenido un resultado modesto.
En las 100 principales empresas de Alemania, las mujeres sólo representan un 3,2% de los puestos directivos, 11 puestos sobre un total de 490, según una encuesta divulgada hace poco por el Instituto Alemán de Investigaciones Económicas (DIW).
El Consorcio energético EON, que tiene el 11% de sus puestos directivos en manos de mujeres, se ha declarado dispuesto a doblar el nivel, según una información publicada por el diario 'Handelsblatt'.
El presidente de Deutsche Bank y autor de la frasecita del "colorido", Joseph Ackermann, ya había declarado en anteriores ocasiones que está en contra de la imposición legal de estas cuotas por sexo. El banco que él preside emplea a un 44% de mujeres, pero sólo el 16% ocupa puestos de dirección.
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