Gepeto, enamorado de su obra, dice el cuento, vendió su abrigo para que Pinocho pudiera ir a la escuela.
Pinocho, enamorado de su autor, sigue diciendo el cuento, fue al colegio dispuesto a estudiar mucho para tener un buen trabajo, ganar dinero y comprarle un abrigo a Gepeto.
Gepeto, agrego yo, gracias al Hada Azul, recuperó su abrigo y volvió a venderlo para que Pinocho pudiera ir al instituto.
Pinocho fue al instituto decidido a estudiar mucho para tener un buen trabajo, ganar dinero y comprarle un abrigo a Gepeto.
Gepeto, con el auxilio del Hada Azul, recobró su abrigo y lo vendió de nuevo para que Pinocho pudiera ir a la universidad.
Pinocho fue a la universidad resuelto a estudiar mucho para tener un buen trabajo, ganar dinero y comprarle un abrigo a Gepeto.
Gepeto, nuevamente apeló al Hada Azul y revendió su abrigo para que Pinocho, terminada la carrera, se presentara a las oposiciones y consiguiera plaza.
Pinocho se presentó a las oposiciones dispuesto a aprobarlas para tener un buen trabajo, ganar dinero y comprarle un abrigo a Gepeto.
Gepeto está desesperado y aún tiene a Pinocho en casa. Con la pensión recortada y la hipoteca vencida, al borde del desahucio, ya ni el Hada Azul, trasladada a otro cuento, le hace maldito caso. Después del abrigo también vendió el sombrero, la camisa, los pantalones, los zapatos… para ayudar a Pinocho mientras no encuentre trabajo.
Pinocho suspendió las oposiciones. Casado y con un hijo sigue viviendo, junto a su mujer, también desempleada, en casa de Gepeto. Ayer se disponía a vender su abrigo para que su hijo pudiera ir a la escuela cuando, desolado, advirtió que él no tiene abrigo.
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