Valeria, de 57 años, tenía 22 cuando fue secuestrada por primera vez y asegura que los secuestros de travestis "eran una práctica habitual durante la dictadura".
"No existíamos, no éramos nada, quién iba a reclamar por nosotras", relató tras declarar el miércoles ante la secretaría de Derechos Humanos en el marco del juicio por la Memoria y la Verdad, un proceso no penal que busca sacar a luz los crímenes del régimen.
Se trata de la primera vez que se denuncia formalmente la represión a grupos sociales a causa de su inclinación sexual.
Valeria fue secuestrada en 1977 mientras ejercía la prostitución junto a otras cinco travestis y llevada al "Pozo de Banfield", una cárcel clandestina donde se torturó y mató a decenas de opositores durante el régimen.
"Ya me habían llevado a la comisaría otras veces, pero en esa ocasión me llevaron al 'Pozo de Banfied'", el campo de exterminio que funcionó en esa localidad de la periferia sur y por donde pasaron más de 300 detenidos, un centenar de ellos aún desaparecidos, según denuncias.
En ese lugar "nos violaban por un plato de comida, un poco de agua y hasta para poder ir al baño, cada cambio de guardia volvía a empezar la pesadilla", relató.
Entidades que representan los derechos de homosexuales aseguran que 400 personas fueron desaparecidas durante la dictadura por su orientación sexual, en tanto organismos humanitarios cifran en 30.000 el total de desaparecidos que dejó el régimen.
"Nos llevaban esposadas pero a cara descubierta, apenas nos hacían bajar la cabeza para que no viéramos adónde entrábamos, pero una vez adentro estábamos a cara descubierta, para qué nos la iban a tapar, quién se iba a preocupar por nosotras, no valíamos nada, éramos invisibles", señaló.
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