El debate sobre si los márgenes comerciales sobre los productos agroalimentarios son o no excesivos lleva años bullendo. Los últimos meses ha llegado incluso a la Unión Europea, ya que muchas asociaciones de agricultores consideran que la situación se ha vuelto insostenible. Una explicación habitual a la diferencia entre los precios que reciben los agricultores y los que pagan los consumidores por un mismo producto han sido los enormes eslabones en la cadena que va del campo a la mesa. ¿Qué ocurre si todos esos eslabones desaparecen? La Generalitat cree que merece la pena impulsar esa posibilidad, ya que hay "un nicho de compradores", que bien por cuestiones ecológicas o incluso sentimentales, prefieren acudir directamente al campo.
Los comerciantes no se asustan. "En realidad ya existen algunos agricultores que venden sus cosechas, sobre todo por Internet. No esperamos que la normativa tenga un impacto significativo, por la propia estructura agraria", dice Miguel Ángel Fraile, presidente de la Confederación de Comercio de Cataluña. "Siempre que cumplan la ley como todos, enriquecerá el comercio tradicional. Y en cuanto a si sus precios serán menores... Ellos verán como gestionan los márgenes. Deberán aprender, porque una cosa es producir, y otra vender", añade.
La normativa, que ya se está ultimando y esperan que entre en vigor antes de verano (la orden se enmarca dentro del Decreto ley sobre ordenación de equipos comerciales de finales de 2009) está elaborada siguiendo modelos italianos y franceses, según explicaron ayer Gemma Puig, directora general de Comercio y Joan Gené, director general de Alimentación, calidad e Industria Agroalimentaria. Creen que es pionera en toda España. "Ya se producía este tipo de venta, de manera muchas veces alegal. Lo que pretendemos ahora es ofrecer una garantía al consumidor y abrir una puerta para animar a la distribución directa", ha explicado Puig.
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