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viernes, 22 de julio de 2011

Consideran a Paraguay como "el bonus track" de Grecia en la Euro 2004


La Grecia de 2004, aquella selección que salió campeona de Europa gracias a un aprovechamiento extraordinario de sus escasas virtudes, ya tiene un bonus track: Paraguay 2011.

Los estadígrafos del mundo buscan antecedentes de un equipo que haya llegado a una final continental sin un solo triunfo. No lo encontrarán: este Paraguay es un caso único.

Es tan difícil de creer que hay que repetirlo: la albirroja no ganó ningún partido en todo el torneo, pero el domingo jugará en Buenos Aires la final de la Copa América Argentina 2011 contra Uruguay. Lionel Messi, Neymar, Alexis Sánchez y Paolo Guerrero hace rato que empezaron sus vacaciones, mientras Justo Villar sigue atajando penales.

Paraguay avanzó de la manera más humilde posible. Hizo de cada partido una trinchera. Mendigó punto a punto. Primero empató sus tres encuentros del Grupo B, 0-0 con Ecuador, 2-2 con Brasil y 3-3 con Venezuela, y clasificó a cuartos de final como segundo mejor tercero.

O sea, capturó la última plaza disponible de las ocho en disputa. Fue, de hecho, el único equipo que pasó de ronda sin haber ganado. Lo de cuartos de final y semifinal sólo se entiende si fue un pacto con el diablo: empates angustiosos 0-0 contra Brasil y Venezuela y triunfos en los penales.

Los pentacampeones del mundo patearon 26 veces contra Paraguay, incluidos cuatro penales, y no convirtieron ningún gol. Venezuela acertó tres pelotas contra los palos del arco paraguayo, dos de ellas en el tiempo suplementario, cuando el equipo de Martino se desesperaba por llegar a los penales.

Los guaraníes no dispararon al arco en 120 minutos contra Brasil. Sólo probaron dos veces, pero el arquero brasileño Julio César ni siquiera tuvo que intervenir una vez: en ambas jugadas vio cómo la pelota pasaba a un par de metros de su arco.

Contra Venezuela, Paraguay apenas intentó atacar el primer tiempo: durante los 45 minutos del segundo tiempo, y los 30 del alargue, jugó encomendado a su santidad, los penales.

Si aquella Grecia de 2004 era un equipo con una defensa extraordinaria, un arquero inspirado, jugadores solidarios, una convicción definida y la suerte como aliada, este Paraguay es la versión mejorada de cómo se llega a la final rompiendo los manuales.

Los griegos, incluso, ni siquiera necesitaron de alargues o penales. Aquel equipo de Otto Rehhagel apostaba al contragolpe y a partir de cuartos de final ganó 1-0 todos sus partidos (a Francia, República Checa y Portugal). En larguísimos lapsos de sus encuentros contra Brasil y Venezuela, este de Martino jugó a esperar los penales.

"Podría hablar de táctica, pero voy a ser sincero. Tuvimos mucho culo", dijo Martino después del partido con Brasil. "Todo esto es increíble. Estamos teniendo mucha suerte", admitió Lucas Barrios, tras la victoria por penales ante Venezuela.

"Mucho culo y mucho corazón", coincidió Nelson Haedo Valdez, cuando le preguntaron cuál era la clave de este Paraguay. Una síntesis perfecta.

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