Uruguay retornó al lugar que le marca su rica historia. Aunque a los más jóvenes les resulte atípico ver a Uruguay en una final, la Celeste está acostumbrada a transitar esta víspera: jugó 20 finales de Copa América; ganó 14. Y algo de eso -o mucho- se percibe en el aire del hotel en donde se concentra la Selección: la tranquilidad es lo que reina en el Intercontinental. Los jugadores se pasean serenos por el hall principal, sonríen a medias, se dejan retratar en alguna postal, firman algún autógrafo, pero no hablan con la prensa. “Sólo los de la conferencia”, dice el jefe de prensa.
En la sala preparada para la rueda de prensa, los periodistas del país vecino coinciden: se recuperó la mística. Y subrayan, claro, la figura de Oscar Tabárez. Recalcan que el Maestro pudo transmitirles el cómo, el mismo que los llevó a la cima del fútbol mundial en los años iniciales. Y Alvaro González, en conferencia, rápidamente corrobora todo lo dicho: “Es una oportunidad muy grande que Uruguay hace mucho no tenía. Llegamos a este lugar con humildad, con un gran trabajo que se viene haciendo desde hace 5 años. Hoy nos toca la posibilidad de sumar un título más a la extensa historia que tiene el fútbol uruguayo. No podemos dejar pasar esta oportunidad. Sería muy lindo aportarle a la historia la copa número 15”.
El domingo, Uruguay volverá a estar en el partido decisivo luego de 12 años. El rival será el siempre temible Paraguay, que en los últimos años tomó un rol más protagónico en las competiciones regionales. “Sabemos las características del fútbol paraguayo: se cierran bien en el fondo y salen de contragolpe con delanteros muy peligrosos”, analiza Egidio Arévalo Ríos. Y completa Alvaro González: “Paraguay tiene méritos para estar en la final. Ha jugado contra selecciones muy duras y no cayó derrotado nunca, y eso es por algo. Por ejemplo, jugó dos veces contra Brasil y no perdió en ninguna”.
La tarea fundamental de Tabárez fue convencer al grupo de jugadores a partir de una idea tangible. En las declaraciones de los jugadores esto se comprueba. “El grupo está muy unido. Tiramos todos para adelante. Nosotros tratamos de jugar cuando se puede, pero es importante el orden táctico”, comenta Arévalo. “En una final no se regala nada. Nosotros venimos planteando los partidos así: primero limitamos al rival, le quitamos espacios procurando que no exploten sus virtudes y, a partir del cero en nuestro arco, buscamos el gol que abra el partido”, analiza González.
De cara al partido que asoma, todo parece estar definido. El único cambio sería el ingreso de Diego Pérez -retorna luego de la expulsión frente a Argentina- en lugar de Walter Gargano. Edinson Cavani, por su parte, ayer se entrenó a la par de sus compañeros y está disponible para jugar la final. De todos modos, el delantero ocupará un lugar en el banco de relevos debido a los días de inactividad y al buen rendimiento de González.
No hay comentarios:
Publicar un comentario