Para Rasizade, esta central del país vecino es una "amenaza" para Azerbaiyán, Turquía, Georgia, Irán y Rusia, según denunció en una cumbre sobre el futuro de la energía nuclear en Kiev (Ucrania). La instalación atómica, recordó, ya dio un susto al mundo. El 7 de diciembre de 1988, un terremoto de magnitud 6,9 sacudió el norte de Armenia, entonces parte de la URSS. Unas 25.000 personas murieron cuando se vinieron abajo sus casas, construidas de cualquier manera durante el periodo de estancamiento económico bajo la dictadura de Leonid Brézhnev.
La central de Metsamor, a 75 kilómetros del epicentro, aguantó, pero en 1989 las autoridades decidieron no correr riesgos innecesarios y cerraron sus dos reactores. Pero el apagón no duró mucho tiempo.
Tras declarar su independencia, en 1991, Armenia entró en guerra con Azerbaiyán por el control del enclave de Nagorno Karabaj. Y, después de la guerra y del colapso de la URSS, Armenia, con una crisis energética galopante, puso la economía por delante de la seguridad y reabrió uno de los reactores de Metsamor. Desde entonces (1995), la central es un quebradero de cabeza para los países vecinos y para la UE, que la quieren ver cerrada. Turquía está a unos 15 kilómetros. La zona de exclusión de Chernóbil tiene, 25 años después del accidente, un radio de 30 kilómetros.
En un reciente informe, elaborado en marzo, la Comisión Europea alertaba de que el reactor "no puede ser mejorado con condiciones económicas razonables para cumplir los actuales estándares de seguridad, por su específico diseño". El reactor funciona, por lo tanto, sin garantías y, además, en una zona de terremotos. No obstante, no es exactamente un modelo gemelo del que estalló en Chernóbil, un RBMK, sino la versión más antigua de los VVER, los reactores de agua presurizada soviéticos. Se inauguró en 1980.
"La UE ha tomado la firme decisión de que se debería cerrar lo antes posible", concluía el documento de la Comisión. El Gobierno armenio, sin embargo, no lo tiene fácil para clausurar su cóctel de Chernóbil y Fukushima. En un país con 3,2 millones de habitantes, Metsamor produce el 40% de la electricidad. La nuclear, además, es estratégica para no depender por completo del gas ruso, con el que se produce el 25% de la electricidad.
En una entrevista con Armenian News a comienzos de abril, el ministro de Energía armenio, Armen Movsisyan, afirmó que su país no renunciará a la energía nuclear, ni siquiera después del desastre de la planta japonesa de Fukushima, provocado por un terremoto. La clausura llegaría, como pronto, en 2016. Hasta entonces, será un bolsillo roto para la UE. Entre 2008 y 2009, Bruselas puso más de 15 millones de euros para mejorar la seguridad de Metsamor.
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