Montevideo, (PL) Salsipuedes, un nombre con cierta bis cómica representa en Uruguay, sin embargo, el sitio donde el próximo 11 de abril los nacionales recordarán los 180 años del Genocidio Charrúa, cometido por el entonces presidente Fructuoso Rivera.
Los charrúas fueron un conjunto de pueblos amerindios que habitaron en las comarcas del territorio actual uruguayo y de las provincias argentinas de Entre Ríos y Santa Fe.
Especialistas consideran que las lenguas podrían haber estado emparentadas con las de la familia lingüística mataco-guaicurú, mientras el origen del nombre aún permanece en discusión, al descartarse génesis aborigen y otorgarle antecedente gallego.
Según un documentado estudio del diputado Edgardo Ortuño, los charrúas habitaron estas tierras desde mucho antes que los europeos arribaran a sus costas, fueron soberanos de tales dominios y los naturales defensores.
Pliegos históricos los registran en lucha alternativa contra los imperios español, inglés, portugués y brasileño, por lo que regaron generosamente con su sangre toda esta tierra en defensa de la dignidad y la independencia.
Textos sobre el tema aseguran que esos primitivos pobladores integraron un numeroso colectivo en torno al cual estaban agrupadas pequeñas parcialidades, de ahí la incertidumbre en cuanto al origen.
Antropólogos e historiadores sostienen que fueron el fruto de la fusión de dos grandes colectividades: los caingang y los patagones.
Estudiosos en la materia destacan que sus habilidades con el arco y la flecha les permitieron sobresalir con respecto a otras pequeñas tribus que habitaron el territorio de la Banda Oriental, y sobrevivir gracias a la caza, la pesca y la recolección.
Participaron activamente junto al prócer José Gervasio Artigas en las luchas patrióticas por la independencia aunque algunos, según textos, actuaron por su cuenta y protagonizaron esporádicos saqueos.
El propio mandatario Rivera mantuvo en sus inicios cordiales relaciones con los charrúas, sin embargo, fueron hostilizados en la medida que el poder de los blancos avanzaba y la respuesta fue atacar pequeñas poblaciones y viviendas aisladas.
La oligarquía pidió ayuda al Presidente, quien, de acuerdo con textos de estudio, intentó negociar pero ante el fracaso decidió una medida drástica y extrema.
Salsipuedes, el sitio de la masacre
El 11 de abril de 1831, en Puntas del Queguay tuvo lugar la masacre conocida como Matanza de Salsipuedes. A orillas del arroyo homónimo, entre los departamentos de Tacuarembó y Río Negro, tenía su cuartel general Fructuoso Rivera.
Fuentes documentales señalan que Rivera convocó a los principales caciques charrúas, llamados Polidoro, Rondeau, Brown, Juan Pedro y Venado, junto con sus tribus, a una reunión para tratar sobre el cuidado de las fronteras del Estado.
Según los relatos, agasajados y emborrachados, fueron atacados por una tropa de mil 200 hombres al mando de Bernabé Rivera, hermano del mandatario.
El saldo expuesto por la historiografía oficial es de 40 indios muertos y 300 prisioneros, de los cuales algunos lograron huir y fueron perseguidos por Bernabé Rivera, mientras entre la tropa atacante hubo nueve heridos y un muerto.
La persecución no concluyó con esa matanza y Bernabé Rivera, en particular, tuvo un especial empeño en encontrar y exterminar a los que lograron escapar.
Cuatro meses después sorprendió en Mataojo, cerca de la desembocadura del río Arapey, en la región norte de Salto, a un grupo comandado por los caciques El Adivino y Juan Pedro, al que atacó; el episodio concluyó con 15 muertos y más de 80 prisioneros.
De acuerdo con el profesor de historia y periodista Lincoln Maiztegui Casas, "la desaparición de los charrúas fue un proceso paulatino que llevó más de 200 años y generado a partir de la ocupación del territorio por europeos".
Maiztegui precisó en escritos que, mientras los guaraníes tuvieron un proceso de adaptación, fue diferente para el caso de los charrúas, quienes fueron gradualmente extinguiéndose.
Miles murieron, otros miles huyeron al noroeste a Brasil, los demás quedaron como siervos, sufrieron un mestizaje con los blancos y perdieron su cultura, comentó el académico.
Actualmente está calculado que en Uruguay, Brasil y Argentina hay entre 160 mil y 300 mil descendientes de charrúas, todos ellos mestizos y grupos de ellos llevan adelante un proceso de recuperación de la identidad aborigen.
Enrique Auyanet, de la Asociación de Descendientes de la Nación Charrúa, expresó a medios locales que el recuerdo de esas tribus "es un acto de justicia póstuma para los que generosamente ofrecieron sus vidas por nuestra tierra".
Para Ortuño, el reconocimiento del aporte y la presencia en la conformación nacional, y el conocimiento de la verdad histórica, además de acto de justicia impostergable, supone una contribución fundamental al fortalecimiento de la identidad nacional.
Presupone además, la reafirmación de la diversidad de aportes que enriquecen y conforman la esencia del pueblo uruguayo y su cultura, destacó el parlamentario.Montevideo, (PL) Salsipuedes, un nombre con cierta bis cómica representa en Uruguay, sin embargo, el sitio donde el próximo 11 de abril los nacionales recordarán los 180 años del Genocidio Charrúa, cometido por el entonces presidente Fructuoso Rivera.
Los charrúas fueron un conjunto de pueblos amerindios que habitaron en las comarcas del territorio actual uruguayo y de las provincias argentinas de Entre Ríos y Santa Fe.
Especialistas consideran que las lenguas podrían haber estado emparentadas con las de la familia lingüística mataco-guaicurú, mientras el origen del nombre aún permanece en discusión, al descartarse génesis aborigen y otorgarle antecedente gallego.
Según un documentado estudio del diputado Edgardo Ortuño, los charrúas habitaron estas tierras desde mucho antes que los europeos arribaran a sus costas, fueron soberanos de tales dominios y los naturales defensores.
Pliegos históricos los registran en lucha alternativa contra los imperios español, inglés, portugués y brasileño, por lo que regaron generosamente con su sangre toda esta tierra en defensa de la dignidad y la independencia.
Textos sobre el tema aseguran que esos primitivos pobladores integraron un numeroso colectivo en torno al cual estaban agrupadas pequeñas parcialidades, de ahí la incertidumbre en cuanto al origen.
Antropólogos e historiadores sostienen que fueron el fruto de la fusión de dos grandes colectividades: los caingang y los patagones.
Estudiosos en la materia destacan que sus habilidades con el arco y la flecha les permitieron sobresalir con respecto a otras pequeñas tribus que habitaron el territorio de la Banda Oriental, y sobrevivir gracias a la caza, la pesca y la recolección.
Participaron activamente junto al prócer José Gervasio Artigas en las luchas patrióticas por la independencia aunque algunos, según textos, actuaron por su cuenta y protagonizaron esporádicos saqueos.
El propio mandatario Rivera mantuvo en sus inicios cordiales relaciones con los charrúas, sin embargo, fueron hostilizados en la medida que el poder de los blancos avanzaba y la respuesta fue atacar pequeñas poblaciones y viviendas aisladas.
La oligarquía pidió ayuda al Presidente, quien, de acuerdo con textos de estudio, intentó negociar pero ante el fracaso decidió una medida drástica y extrema.
Salsipuedes, el sitio de la masacre
El 11 de abril de 1831, en Puntas del Queguay tuvo lugar la masacre conocida como Matanza de Salsipuedes. A orillas del arroyo homónimo, entre los departamentos de Tacuarembó y Río Negro, tenía su cuartel general Fructuoso Rivera.
Fuentes documentales señalan que Rivera convocó a los principales caciques charrúas, llamados Polidoro, Rondeau, Brown, Juan Pedro y Venado, junto con sus tribus, a una reunión para tratar sobre el cuidado de las fronteras del Estado.
Según los relatos, agasajados y emborrachados, fueron atacados por una tropa de mil 200 hombres al mando de Bernabé Rivera, hermano del mandatario.
El saldo expuesto por la historiografía oficial es de 40 indios muertos y 300 prisioneros, de los cuales algunos lograron huir y fueron perseguidos por Bernabé Rivera, mientras entre la tropa atacante hubo nueve heridos y un muerto.
La persecución no concluyó con esa matanza y Bernabé Rivera, en particular, tuvo un especial empeño en encontrar y exterminar a los que lograron escapar.
Cuatro meses después sorprendió en Mataojo, cerca de la desembocadura del río Arapey, en la región norte de Salto, a un grupo comandado por los caciques El Adivino y Juan Pedro, al que atacó; el episodio concluyó con 15 muertos y más de 80 prisioneros.
De acuerdo con el profesor de historia y periodista Lincoln Maiztegui Casas, "la desaparición de los charrúas fue un proceso paulatino que llevó más de 200 años y generado a partir de la ocupación del territorio por europeos".
Maiztegui precisó en escritos que, mientras los guaraníes tuvieron un proceso de adaptación, fue diferente para el caso de los charrúas, quienes fueron gradualmente extinguiéndose.
Miles murieron, otros miles huyeron al noroeste a Brasil, los demás quedaron como siervos, sufrieron un mestizaje con los blancos y perdieron su cultura, comentó el académico.
Actualmente está calculado que en Uruguay, Brasil y Argentina hay entre 160 mil y 300 mil descendientes de charrúas, todos ellos mestizos y grupos de ellos llevan adelante un proceso de recuperación de la identidad aborigen.
Enrique Auyanet, de la Asociación de Descendientes de la Nación Charrúa, expresó a medios locales que el recuerdo de esas tribus "es un acto de justicia póstuma para los que generosamente ofrecieron sus vidas por nuestra tierra".
Para Ortuño, el reconocimiento del aporte y la presencia en la conformación nacional, y el conocimiento de la verdad histórica, además de acto de justicia impostergable, supone una contribución fundamental al fortalecimiento de la identidad nacional.
Presupone además, la reafirmación de la diversidad de aportes que enriquecen y conforman la esencia del pueblo uruguayo y su cultura, destacó el parlamentario.
Los charrúas fueron un conjunto de pueblos amerindios que habitaron en las comarcas del territorio actual uruguayo y de las provincias argentinas de Entre Ríos y Santa Fe.
Especialistas consideran que las lenguas podrían haber estado emparentadas con las de la familia lingüística mataco-guaicurú, mientras el origen del nombre aún permanece en discusión, al descartarse génesis aborigen y otorgarle antecedente gallego.
Según un documentado estudio del diputado Edgardo Ortuño, los charrúas habitaron estas tierras desde mucho antes que los europeos arribaran a sus costas, fueron soberanos de tales dominios y los naturales defensores.
Pliegos históricos los registran en lucha alternativa contra los imperios español, inglés, portugués y brasileño, por lo que regaron generosamente con su sangre toda esta tierra en defensa de la dignidad y la independencia.
Textos sobre el tema aseguran que esos primitivos pobladores integraron un numeroso colectivo en torno al cual estaban agrupadas pequeñas parcialidades, de ahí la incertidumbre en cuanto al origen.
Antropólogos e historiadores sostienen que fueron el fruto de la fusión de dos grandes colectividades: los caingang y los patagones.
Estudiosos en la materia destacan que sus habilidades con el arco y la flecha les permitieron sobresalir con respecto a otras pequeñas tribus que habitaron el territorio de la Banda Oriental, y sobrevivir gracias a la caza, la pesca y la recolección.
Participaron activamente junto al prócer José Gervasio Artigas en las luchas patrióticas por la independencia aunque algunos, según textos, actuaron por su cuenta y protagonizaron esporádicos saqueos.
El propio mandatario Rivera mantuvo en sus inicios cordiales relaciones con los charrúas, sin embargo, fueron hostilizados en la medida que el poder de los blancos avanzaba y la respuesta fue atacar pequeñas poblaciones y viviendas aisladas.
La oligarquía pidió ayuda al Presidente, quien, de acuerdo con textos de estudio, intentó negociar pero ante el fracaso decidió una medida drástica y extrema.
Salsipuedes, el sitio de la masacre
El 11 de abril de 1831, en Puntas del Queguay tuvo lugar la masacre conocida como Matanza de Salsipuedes. A orillas del arroyo homónimo, entre los departamentos de Tacuarembó y Río Negro, tenía su cuartel general Fructuoso Rivera.
Fuentes documentales señalan que Rivera convocó a los principales caciques charrúas, llamados Polidoro, Rondeau, Brown, Juan Pedro y Venado, junto con sus tribus, a una reunión para tratar sobre el cuidado de las fronteras del Estado.
Según los relatos, agasajados y emborrachados, fueron atacados por una tropa de mil 200 hombres al mando de Bernabé Rivera, hermano del mandatario.
El saldo expuesto por la historiografía oficial es de 40 indios muertos y 300 prisioneros, de los cuales algunos lograron huir y fueron perseguidos por Bernabé Rivera, mientras entre la tropa atacante hubo nueve heridos y un muerto.
La persecución no concluyó con esa matanza y Bernabé Rivera, en particular, tuvo un especial empeño en encontrar y exterminar a los que lograron escapar.
Cuatro meses después sorprendió en Mataojo, cerca de la desembocadura del río Arapey, en la región norte de Salto, a un grupo comandado por los caciques El Adivino y Juan Pedro, al que atacó; el episodio concluyó con 15 muertos y más de 80 prisioneros.
De acuerdo con el profesor de historia y periodista Lincoln Maiztegui Casas, "la desaparición de los charrúas fue un proceso paulatino que llevó más de 200 años y generado a partir de la ocupación del territorio por europeos".
Maiztegui precisó en escritos que, mientras los guaraníes tuvieron un proceso de adaptación, fue diferente para el caso de los charrúas, quienes fueron gradualmente extinguiéndose.
Miles murieron, otros miles huyeron al noroeste a Brasil, los demás quedaron como siervos, sufrieron un mestizaje con los blancos y perdieron su cultura, comentó el académico.
Actualmente está calculado que en Uruguay, Brasil y Argentina hay entre 160 mil y 300 mil descendientes de charrúas, todos ellos mestizos y grupos de ellos llevan adelante un proceso de recuperación de la identidad aborigen.
Enrique Auyanet, de la Asociación de Descendientes de la Nación Charrúa, expresó a medios locales que el recuerdo de esas tribus "es un acto de justicia póstuma para los que generosamente ofrecieron sus vidas por nuestra tierra".
Para Ortuño, el reconocimiento del aporte y la presencia en la conformación nacional, y el conocimiento de la verdad histórica, además de acto de justicia impostergable, supone una contribución fundamental al fortalecimiento de la identidad nacional.
Presupone además, la reafirmación de la diversidad de aportes que enriquecen y conforman la esencia del pueblo uruguayo y su cultura, destacó el parlamentario.Montevideo, (PL) Salsipuedes, un nombre con cierta bis cómica representa en Uruguay, sin embargo, el sitio donde el próximo 11 de abril los nacionales recordarán los 180 años del Genocidio Charrúa, cometido por el entonces presidente Fructuoso Rivera.
Los charrúas fueron un conjunto de pueblos amerindios que habitaron en las comarcas del territorio actual uruguayo y de las provincias argentinas de Entre Ríos y Santa Fe.
Especialistas consideran que las lenguas podrían haber estado emparentadas con las de la familia lingüística mataco-guaicurú, mientras el origen del nombre aún permanece en discusión, al descartarse génesis aborigen y otorgarle antecedente gallego.
Según un documentado estudio del diputado Edgardo Ortuño, los charrúas habitaron estas tierras desde mucho antes que los europeos arribaran a sus costas, fueron soberanos de tales dominios y los naturales defensores.
Pliegos históricos los registran en lucha alternativa contra los imperios español, inglés, portugués y brasileño, por lo que regaron generosamente con su sangre toda esta tierra en defensa de la dignidad y la independencia.
Textos sobre el tema aseguran que esos primitivos pobladores integraron un numeroso colectivo en torno al cual estaban agrupadas pequeñas parcialidades, de ahí la incertidumbre en cuanto al origen.
Antropólogos e historiadores sostienen que fueron el fruto de la fusión de dos grandes colectividades: los caingang y los patagones.
Estudiosos en la materia destacan que sus habilidades con el arco y la flecha les permitieron sobresalir con respecto a otras pequeñas tribus que habitaron el territorio de la Banda Oriental, y sobrevivir gracias a la caza, la pesca y la recolección.
Participaron activamente junto al prócer José Gervasio Artigas en las luchas patrióticas por la independencia aunque algunos, según textos, actuaron por su cuenta y protagonizaron esporádicos saqueos.
El propio mandatario Rivera mantuvo en sus inicios cordiales relaciones con los charrúas, sin embargo, fueron hostilizados en la medida que el poder de los blancos avanzaba y la respuesta fue atacar pequeñas poblaciones y viviendas aisladas.
La oligarquía pidió ayuda al Presidente, quien, de acuerdo con textos de estudio, intentó negociar pero ante el fracaso decidió una medida drástica y extrema.
Salsipuedes, el sitio de la masacre
El 11 de abril de 1831, en Puntas del Queguay tuvo lugar la masacre conocida como Matanza de Salsipuedes. A orillas del arroyo homónimo, entre los departamentos de Tacuarembó y Río Negro, tenía su cuartel general Fructuoso Rivera.
Fuentes documentales señalan que Rivera convocó a los principales caciques charrúas, llamados Polidoro, Rondeau, Brown, Juan Pedro y Venado, junto con sus tribus, a una reunión para tratar sobre el cuidado de las fronteras del Estado.
Según los relatos, agasajados y emborrachados, fueron atacados por una tropa de mil 200 hombres al mando de Bernabé Rivera, hermano del mandatario.
El saldo expuesto por la historiografía oficial es de 40 indios muertos y 300 prisioneros, de los cuales algunos lograron huir y fueron perseguidos por Bernabé Rivera, mientras entre la tropa atacante hubo nueve heridos y un muerto.
La persecución no concluyó con esa matanza y Bernabé Rivera, en particular, tuvo un especial empeño en encontrar y exterminar a los que lograron escapar.
Cuatro meses después sorprendió en Mataojo, cerca de la desembocadura del río Arapey, en la región norte de Salto, a un grupo comandado por los caciques El Adivino y Juan Pedro, al que atacó; el episodio concluyó con 15 muertos y más de 80 prisioneros.
De acuerdo con el profesor de historia y periodista Lincoln Maiztegui Casas, "la desaparición de los charrúas fue un proceso paulatino que llevó más de 200 años y generado a partir de la ocupación del territorio por europeos".
Maiztegui precisó en escritos que, mientras los guaraníes tuvieron un proceso de adaptación, fue diferente para el caso de los charrúas, quienes fueron gradualmente extinguiéndose.
Miles murieron, otros miles huyeron al noroeste a Brasil, los demás quedaron como siervos, sufrieron un mestizaje con los blancos y perdieron su cultura, comentó el académico.
Actualmente está calculado que en Uruguay, Brasil y Argentina hay entre 160 mil y 300 mil descendientes de charrúas, todos ellos mestizos y grupos de ellos llevan adelante un proceso de recuperación de la identidad aborigen.
Enrique Auyanet, de la Asociación de Descendientes de la Nación Charrúa, expresó a medios locales que el recuerdo de esas tribus "es un acto de justicia póstuma para los que generosamente ofrecieron sus vidas por nuestra tierra".
Para Ortuño, el reconocimiento del aporte y la presencia en la conformación nacional, y el conocimiento de la verdad histórica, además de acto de justicia impostergable, supone una contribución fundamental al fortalecimiento de la identidad nacional.
Presupone además, la reafirmación de la diversidad de aportes que enriquecen y conforman la esencia del pueblo uruguayo y su cultura, destacó el parlamentario.
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