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jueves, 15 de abril de 2010

Detrás de un ictus también puede estar la enfermedad de Chagas

Aproximadamente 18 millones de personas latinoamericanas padecen la forma crónica de la enfermedad de Chagas y más de 50.000 mueren cada año por su culpa. Sin embargo, algunas de las complicaciones más habituales del trastorno siguen sin recibir la atención que se merecen, tal y como acaba de poner de manifiesto una revisión firmada por investigadores españoles.

Según sus datos, pese a que es común que los afectados sufran un ictus de tipo isquémico, estos accidentes cerebrovasculares "han sido una complicación no reconocida y descuidada durante muchos años".

Aunque puede permanecer 'dormida' durante décadas, la infección por el parásito 'Trypanosoma cruzi', responsable de la enfermedad, es capaz de desencadenar trastornos graves. Hasta un tercio de los afectados desarrollan daños irreversibles en el corazón –principalmente en el miocardio- que pueden desencadenar la aparición de arritmias, una insuficiencia cardiaca o ictus.

"Los infartos cerebrales en la enfermedad de Chagas suelen ser de origen embólico [a causa de un trombo], por lo que afectan a las grandes arterias cerebrales. Y los síndromes neurológicos que provocan suelen ser muy discapacitantes, provocando hemiplejias, afasias o trastornos de la atención visual y espacial", explica Francisco Javier Carod-Artal, neurólogo del Hospital Virgen de la Luz de Cuenca y uno de los autores de la revisión.

Según su trabajo, se espera que en los próximos años –debido al envejecimiento de la población- se produzca "un incremento en las complicaciones cerebrovasculares de la enfermedad de Chagas" sin que se hayan tomado las medidas necesarias para mitigar o prevenir este crecimiento.

Ictus 'ocultos'

En las páginas de la revista 'The Lancet Neurology', este investigador y su colega Quim Gascon, del Hospital Clínic de Barcelona explican que son varias las causas que han 'ocultado' la importancia de los infartos cerebrales en los enfermos de Chagas.

Por un lado, la realidad de una enfermedad que afecta, en su gran mayoría, a países pobres ha hecho que hasta el 42% de los pacientes ignore que son portadores de la enfermedad.

Además, aunque sean conscientes de su infección, un gran número de afectados no conoce el riesgo de infarto cerebral asociado al trastorno.

"Son necesarias campañas educativas en escuelas y centros de salud pública", comentan al respecto estos autores, quienes también subrayan como esencial que se realice un seguimiento periódico de la evolución de los pacientes de Chagas para evaluar su riesgo de ictus.

Por último, a causa de los grandes movimientos migratorios recientes, se ha producido un aumento de los casos de enfermedad de Chagas detectados en Europa o Estados Unidos entre personas procedentes de América Latina, donde la enfermedad es endémica.

"Miles de individuos, la mayoría de ellos asintomáticos, han emigrado a otros países", comentan los investigadores, quienes recuerdan que pocos especialistas de países desarrollados piensan en la enfermedad infecciosa cuando están ante un infarto cerebral.

Cuando se ve a un paciente con ictus que resida o provenga de una zona endémica, continúan los investigadores, "debería hacerse un análisis para comprobar la infección por 'T. cruzi'".

"Habría que pensar en la necesidad de elaborar protocolos para un diagnóstico y un tratamiento precoz", subraya Carod-Artal, quien recuerda que estas medidas ayudarían a prevenir futuras complicaciones.

"Cuando se diagnostica a un paciente con enfermedad de Chagas que sufre una cardiopatía o una arritmia cardiaca grave debido a la enfermedad, se recomienda un tratamiento anticoagulante para evitar el ictus", explica este especialista que, con todo, reclama en las conclusiones de su trabajo estudios a largo plazo que comprueben la eficacia de esta terapia en pacientes con enfermedad de Chagas.

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