"Los dos presidentes nos tenemos confianza, pero hace falta que se recupere la confianza entre las dos sociedades", explicó Mujica. Cristina Fernández, por su parte, insistió en la voluntad política de los dos países de respetar el Tratado de 1975, que gestiona el uso del río Uruguay, fronterizo entre los dos países y que, según el reciente fallo de la Corte Internacional de La Haya, fue violado por el Gobierno de Montevideo al no comunicar oportunamente a Buenos Aires la instalación de una fábrica de celulosa en su ribera fluvial. La sentencia no exigió, sin embargo, como pedían los argentinos, el traslado de la fábrica, por considerar que no se ha demostrado que contamine.
Cristina Fernández y José Mujica se reunieron durante una hora en Los Olivos, la residencia oficial de la presidenta argentina, por primera vez después del salomónico fallo, y dejaron clara su voluntad de recuperar las relaciones de amistad y cooperación que existían antes del conflicto, así como su deseo de reconstruir rápidamente la agenda diplomática entre los dos países, que afecta a otras cuestiones, como el paso de gas boliviano con destino a Uruguay, el dragado del río o la aproximación de los dos países en foros internacionales.
Fernández y Mujica indicaron cual será el medio para intentar recomponer la confianza entre las dos riberas del Uruguay: se revalorizará la Comisión Administradora del Tratado y se la dotará de los medios técnicos y científicos necesarios para garantizar la vigilancia de las aguas del río. Se supone que ese compromiso mutuo de incrementar el control de los posibles niveles de contaminación del río puede ayudar a que la Asam-blea Ambientalista de Gualeguaychú, responsable del corte del puente fronterizo, levante el bloqueo. Esas gestiones serán, claramente, la responsabilidad del Gobierno de Buenos Aires. "La confianza se tiene que basar en datos científicos", alegó Mujica.
Los dos presidentes hicieron esfuerzos evidentes para controlar la situación y no decir nada que pudiera irritar a sus respectivos ciudadanos, pero no ocultaron tampoco su voluntad de avanzar, como sea, en la mejora de las relaciones. La reunión llegó precedida de una cierta polémica, porque fuentes argentinas dejaron entrever que la presidenta sugeriría a Mujica que pidiera perdón por la violación del tratado. El presidente uruguayo, que sabe que el 82% de sus ciudadanos está en contra de una idea semejante, salió por la tangente, con su habitual ironía: "Sólo se pide perdón entre novios", avanzó a su llegada a la capital porteña.
Mujica no aludió en la reunión con la prensa a la apertura del puente internacional de San Martín, que debió ser uno de los ejes de su entrevista con Cristina Fernández, pero, con su peculiar manera de expresarse, fue muy claro sobre la situación: el acatamiento del fallo por las dos partes es hijo "del interés más profundo de nuestras dos sociedades". "Sale más barato tener las reglas de juego más claritas". Para el presidente uruguayo, "este ha sido un conflicto doloroso y costoso". "Si tenemos un poco de sensatez, estamos obligados a contribuir a la amistad entre las dos riberas del río".
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