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lunes, 22 de marzo de 2010

Miles de latinos reclaman a Obama una reforma migratoria


El momento es éste. Con Barack Obama en la presidencia del país y con un Congreso demócrata. "¿Si no es ahora, cuándo?", se pregunta una anónima joven salvadoreña a la que llevó cerca de cuatro meses -de los que no quiere hablar- entrar en Estados Unidos desde su país natal. "Somos muchos y somos importantes", prosigue esta mujer que desde 2007 reside sin papeles en Washington, lo que la convierte en una ciudadana ilegal. "Ésta es la prueba de lo que somos", dice señalando a las miles de personas -se esperaban hasta 100.000- que ya se congregaban en los alrededores del Capitolio. "Ésta es la Marcha por América".

En las faldas del Congreso -donde la batalla por sacar adelante la reforma sanitaria vivía sus últimas y frenéticas horas-, una marea humana le recuerda al presidente que no va a tener tiempo para muchas fiestas, aunque consigua sacar adelante su plan, pues tiene otra gran cumbre que conquistar: la legalización de los cerca de 12 millones de inmigrantes latinos que residen sin papeles en EEUU.

Contra el pronóstico, la meteorología jugó a favor de los manifestantes. La lluvia no dejó a nadie en casa. Un sol que se resistió a ser arrinconado por algunos grupos de nubes calentó las ganas de fiestas de los asistentes a la marcha tras un invierno de esos que quedan para el recuerdo. Cierto es que los medios de comunicación han estado concentrados en otro tema y los convocantes lo resentían. "La reforma sanitaria ocupará todos los titulares mañana [por hoy] pero aun así vamos a dejar constancia de que existimos", señala Luis Hidalgo, llegado desde Los Ángeles como parte de la caravana de autobuses fletada por la Coalición de Derechos Humanos para los Inmigrantes. Como es cierto que cuando se convocó la marcha hace un mes nadie esperaba que el proceso de aprobación de la reforma sanitaria -que se creía muerto- fuese a dar tantos coletazos y ser aprobado en el día que los latinos habían elegido para hacerse oír.

Los hispanos son el grupo de población que más deprisa crece en Estados Unidos y hace ya más de diez años que superó a la otra gran minoría racial, los negros. Según el último censo de población -del año 2000 y que no distingue entre legales o ilegales (estos días se prepara el de 2010, ya que es obligatorio hacerlo cada 10 años)-, los blancos representan el 75% de la población, los latinos el 15,4% y los negros el 12,4%. Las cifran hablan a su favor. Por eso, los organizadores creyeron que había llegado el momento de sacar a la calle la Marcha por América y demandar al presidente Obama el cumplimiento de su promesa electoral de una reforma migratoria a fondo.

"Durante demasiado tiempo las comunidades inmigrantes han sufrido los resultados de un sistema de inmigración fracasado que separa a nuestras familias y viola nuestros derechos civiles y humanos", asegura Angela Sambrano, presidenta de la Alianza Nacional de Comunidades Latinoamericanas y Caribeñas, con sede en Chicago, y desde donde también llegaron autocares. Acabar con la explotación laboral; permitir a los que ya están aquí traer a sus familias; y encontrar la fórmula para lograr la legalización de los indocumentados eran las reivindicaciones más oídas ayer por boca de los asistentes a la convocatoria. "¡Amnistía ya!", era el reclamo más deseado -también el más improbable-.

Obama ha manifestado su compromiso "inquebrantable" con la reforma migratoria y la semana pasada recibía en su despacho a los senadores Chuck Schumer y Lyndsey Graham (demócrata y republicano), quienes lideran los esfuerzos en el Congreso para recabar apoyos en el cambio de la actual ley y que ya han presentado una propuesta marco.

Y sin embargo, el mismo senador Graham cree que la iniciativa puede ya nacer muerta y no ver la luz este año. "Si se aprueba la reforma sanitaria, su primera víctima será la reforma migratoria". No van a quedar fuerzas ni recursos. Y las organizaciones pro inmigrantes lo saben. Saben que el tiempo que queda entra hoy y las elecciones de mitad de mandato en noviembre es fundamental para su causa. Por eso este domingo intentaron gritar tan alto como fuera posible. "¡Reforma Migratoria Ya!", decían Ocampo, Rivas y Menéndez... Aunque en el interior del Congreso la canción que se oía era otra.

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