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lunes, 22 de marzo de 2010

30 años de La Falta

Repleto desde temprano. Con muy buena onda. Mucha gente que se conocía y reencontraba. Veteranos pero también muchos jóvenes a los que mirábamos con orgullo de que estuvieran ahí.

Banderas, aliento, esperando el comienzo, hasta que un gordito nos hizo divertir a todos logrando poco a poco desde la tribuna alta que los 7.000 hiciéramos la ola varias veces. Ambiente festivo. Sensación de "no me lo podía perder por nada del mundo".

Fueron casi cinco horas de disfrute permanente. Una lluvia mansa pero constante de emociones y risas, de sincero afecto arriba y abajo del escenario.

Muchos, muchos aplausos. Fue, además, un espectáculo muy cuidado y muy logrado. No fue sólo "vamos a festejar los 30 y con eso alcanza", sino "acá hay cuerda para rato".

Sin escatimar esfuerzos ni creatividad. Utilizando muy bien los medios técnicos que hoy se disponen, sin exagerar, y sin perder la frescura y la emoción de una murga, un murgón. Dando lugar a los jóvenes en todo ello. Mezcla exacta.

No faltó nada. La primera parte se centró en el espectáculo actual de La Falta, intercalando cuplets y retiradas, humor y emoción. Utilizando la pantalla gigante para mostrar de cerca a cada murguista junto a fotos de cada uno de ellos años atrás. De todos los tiempos de la Falta y de los que ya no están. Un trabajo hermoso realizado por Soledad Castro que mucho contribuyó al calor de la fiesta.

Y ese amor y ese esmero se vio en todo. En cada detalle. Luego vino un entreacto donde José Carbajal "El Sabalero", solo con su guitarrita, logró enmudecer y conmover a todo el Teatro después de dos horas a toda murga. Con su sencillez y autenticidad de siempre, José es capaz de volver a cantar sus canciones una y mil veces y siempre, cada vez, siente y trasmite el gusto y la emoción del primer día.

La segunda parte fue con toda la banda de "veteranos" arriba. Más gordos, con menos pelo, pero con una enorme felicidad por el reencuentro. Qué felices estaban esos tipos. Eran unos 150 y se cantaron todo.

Con una dirección muy práctica de Felipe Castro, muy metido en el alma de la murga.

Pareció que nunca hubieran dejado de ensayar. Salió bárbaro. No dejábamos de aplaudir. Y de emocionarnos al ver a tantos murguistas queridos. Principalmente a los fundadores, como el por suerte interminable "Flaco" Castro, "Piruja" Broccos, Julio Julián y su maravilloso "A una mano paloma", Roberto García y "Murga Lá", el "Mono" Acosta, Jorge Calleros, Daniel Carluccio, Picho López, el "Gallo" Todeschini, el "Loquillo" Garrido, el "Canario Luna " y Peter Panaro desde la pantalla y un sin fin de muchachos, imposible de nombrarlos a todos.

Mención especial para el "Mono" Acosta y el "Loquillo" Garrido: lo que nos hicieron reír, no está escrito. Realmente impagable.

Preciosa fue la participación de la murga de niños "La zafada", el futuro que viene a buscarnos. Fue un toque justo. Con Tatú 18 años después y un "tatucito" de hoy que hizo aquel inolvidable couplé con él.

Estuvo lindísimo por todos lados. Una sensación de bienestar profundo, de encuentro saludable, de vida bien vivida, incluyendo también los momentos de tensión, de discusión, de desencuentros que en todo grupo humano son parte de la historia.

Fue un abrazo muy grande entre todos.

Los veteranos que estábamos con nuestros hijos nos sentimos muy orgullosos de que fueran testigos de esa parte tan querida de nuestras vidas. Verlos disfrutar, reír y emocionarse, fue una yapa de la vida.

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