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domingo, 24 de enero de 2010

Playa La Pedrera seduce cada año a más visitantes

En La Pedrera se notó el cambio de quincena. Para los operadores turísticos y comerciantes hay menos gente pero más plata porque se fueron los jóvenes que gastan en cerveza y llegaron los adultos que salen a comer y compran artesanías.

La Pedrera impacta y enamora a los turistas que llegan por primera vez, al tiempo que reconquista con su tranquilidad a los visitantes que un año más se dejan seducir por su naturaleza. Los servicios están, aunque siempre al estilo rochense, una mezcla de escasos recursos y poca planificación, que no molesta a los que van veranear allí.

"La gente está preparada para recibir al turista, pero con un estilo de atención que tiene coherencia con el lugar", dice Joselo, un argentino de 34 años que veranea junto a su novia en La Pedrera.

Los lugareños se sienten desbordados e incluso ven "su casa" convertida en un caos. Los comerciantes siguen sosteniendo que se quedan sin mercadería porque las distribuidoras no llegan con frecuencia al departamento. "La primera quincena me `desvalijaron` y acá nos faltan productos a menudo. Por ejemplo me quedé sin cerveza al tercer día y todavía no me vinieron a reponer. Estoy comprando en el almacén porque tengo que ofrecer cerveza, pero para mí no es negocio", dice Juan Ramón, dueño del parador La Rubia.

La calle principal (la única que tiene asfalto) no se sabe si es una avenida para los vehículos o una peatonal. Lo cierto es que la gente camina por el medio y los conductores esperan el momento para poder avanzar, pero sin tocar bocina ni ponerse ansiosos. Es que la palabra estrés parece quedar "en la puerta" del balneario.

Locales de artesanías, restaurantes, panaderías, supermercados, pubs, carnicería, heladerías, el destacamento policial y la iglesia forman el centro comercial. Todas las construcciones son pequeñas y tienen un estilo rústico que se corresponde con el lugar. Malabaristas en una esquina, una cuerda de tambores en la siguiente y más adelante un joven tocando el saxo. Un carro ofrece panchos a $ 25 en la puerta de un restaurante que los vende a $ 30. Es que aquí hay lugar para todos. "La Pedrera es un choque de clases. Acá conviven los ricos, los pobres, los chetos y los hippies", teoriza Sebastián, que trabaja en el parador La Chalupa.

Los vecinos están satisfechos por la mudanza de los boliches a La Aguada. Pero la noche igual sigue en La Pedrera. A cambio de bailes, surgieron pubs donde se escucha música y cuando se agita la noche la movida es en la calle. Petisco y Pampanito, y Burriqueta son los boliches que le ponen onda a la noche pedrense.

OCUPACIÓN. Según los datos que maneja la oficina de información turística de la Intendencia Municipal de Rocha los fines de semana sigue habiendo un 100% de ocupación en hoteles y complejos de cabañas de La Pedrera. Los precios para alojarse en un hotel en base doble van desde US$ 100 hasta US$ 240 y el promedio de los alquileres de casas y cabañas son US$ 100. En los hostels y el camping hay disponibilidad.

Operadores turísticos y comerciantes coinciden en que el perfil de los visitantes cambió después del 15 de enero. Los primeros días la juventud invadió Rocha y actualmente hay más adultos que vacacionan en familia. "Para nosotros la temporada empezó hace una semana porque estamos teniendo trabajo constante. La primera quincena son puros jóvenes que solo gastan en alcohol, arroz y atún", dice Mariana que ofrece masajes en la playa.

Además los comerciantes lamentan que su principal cliente, los argentinos, gastan mucha menos plata.

Hasta el 10 de enero unas 150 personas por día llegaban a la pequeña oficina de información turística para evacuar dudas, actualmente el número bajó a 120. Las preguntas más frecuentes son por alojamiento, alquiler de bicis y cómo llegar al Monte de Ombúes, Cabo Polonio y Santa Teresa.

Los precios en restaurantes y paradores son accesibles. Por ejemplo en los paradores los jugos cuestan $60, los licuados $80, los refrescos $ 35, la caipiriña $ 80, la ensalada de frutas $ 60, al igual que el choclo.

SEGURIDAD. En lo que va de la temporada el destacamento policial de La Pedrera recibió solamente cinco denuncias de hurtos. El pasado miércoles se registró uno en Pueblo Nuevo, un solitario balneario a 15 kilómetros de La Pedrera. Según comentaron oficiales, el balneario está mucho más tranquilo que en temporadas anteriores. De hecho no se registraron riñas. "Es increíble que no haya sucedido nada porque los primeros días había mucha juventud y terminan doblados del pedo", comentó un agente. El destacamento controla desde el kilómetro 226 (Diamante) hasta el 252 (Valizas) con 11 funcionarios y un solo móvil.

ATENCIÓN Y PRODUCTOS DE PRIMER NIVEL EN EL CORAZÓN DE LA PEDRERA

Un hotel boutique con un entorno paradisíaco

BRISAS DE LA PEDRERA

Abrió sus puertas el 31 de diciembre, después de 14 meses de reconstrucción. Tiene 14 habitaciones con un decoración rústica que cuida los mínimos detalles. Un amplio jardín con palmeras y sillones es uno de los lugares más acogedores. La tarifa para la segunda quincena de enero es de US$ 180 las habitaciones en planta baja y de US$ 210 las del piso superior.

La carnicería de La Pedrera tiene 30 años

NO TIENE NOMBRE, PERO LOS TURISTAs LA RECONOCEN

Juan Manuel Izaguirre empezó vendiendo carne en una carreta tirada por caballos. Hace 30 años instaló su propio local en la calle principal del balneario. Funciona únicamente en temporada y vende unos 500 kilos de carne por día. Colita de cuadril, asado y chorizos son los productos que tienen más salida. El kilo de asado cuesta $118 y el horario pico de ventas, según el comerciante, es la tardecita.

Pescados y mariscos para deleitar el paladar

COSTA BRAVA

Es uno de los restaurantes tradicionales de La Pedrera y año a año sobresale por su exquisita comida y por su excelente atención. Solo se ofrecen productos del mar y ensaladas. La cazuela de mariscos, es la especialidad de la casa. El plato para dos personas cuesta $600. Los aros de calamar $270 y los mejillones a la provenzal $ 240. De postre se ofrecen helados ($ 100) y ensalada de frutas ($ 140).

Para los residentes hay cosas en el debe

Los lugareños tienen una visión crítica de La Pedrera. Reconocen que a pesar de los avances se ven desbordados por el número de turistas que llega en temporada.

"La Pedrera brinda servicios pero sigue siendo un pueblo. Hay que mejorar la organización porque el crecimiento fue muy rápido y hay más autos que lugares para estacionar, más hambre que restaurantes y más gente que hoteles", reflexiona Mariana (26) que vive en Santa Isabel de la Pedrera.

Dice que vivir en Rocha no es fácil porque durante el año no hay trabajo. "Vivimos como en ciclos. En invierno estamos solos y no hay mucho para hacer. En diciembre nos preparamos para la guerra y en enero llega el malón. Cuando nos aburrimos de chetos, hippies y argentinos, quedamos solos de nuevo".

Mariana es masajista y orfebre. Durante el año hace productos y los vende al Mercado de los Artesanos en Montevideo. En temporada ofrece masajes en la playa. El dinero extra que gana lo vuelca en la construcción de su casa. Un día de buen trabajo atienden, junto a su compañera, 12 personas. "Para nosotros la temporada empieza en la segunda quincena de enero porque los primeros 15 días son todos jóvenes. Hay mucha gente pero poca plata".

Ganarse la vida andando bajo el sol

A las 10 horas Ricardo Pereira empieza su caminata por las playas de La Pedrera gritando: "Heladero. Hay palitos, cassatta, bombón helado". Es la primera temporada que trabaja como vendedor ambulante.

Vive en Lomas de Solymar y durante el año vende ropa a comercios del interior del país. Se decidió a probar suerte en el balneario porque su hijo, que es guardavida en Rocha, lo incentivó.

Pereira duerme y come en un bar céntrico, donde trabaja por las noches como forma de pago. De esa manera ahorra toda la ganancia. "Sino hubiera hecho este arreglo me gastaba el dinero que gano en alquiler y comida. Me voy con una impresión buena y si los 56 años me lo permiten el verano que viene vuelvo", dice.

El vendedor asegura que nunca le faltó a mercadería para trabajar y que además llegan todos los productos en buenas condiciones.

El horario de trabajo se lo marca él mismo, pero intenta bajar a las 10 horas, descansa un rato al mediodía y sobre las 15 horas vuelve a bajar a la playa. "Es agotador pero vale la pena el esfuerzo, siempre y cuando el cuerpo lo permita", aseguró.

Los palitos de agua de todos los gustos son los favoritos de los niños y los sandwiches triples los elegidos por los argentinos. Igualmente dice que todas las variedades de helados se venden sin problemas.

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