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domingo, 24 de enero de 2010

21 años después El petróleo del vertido de Exxon Valdez sigue ensuciando Alaska

La combinación de bajas concentraciones de oxígeno y nutrientes en las capas inferiores de las playas del fiordo del Príncipe Guillermo, en Alaska, está ralentizando la biodegradación aeróbica de los restos de crudo acumulado como resultado del naufragio en 1989 del superpetrolero Exxon Valdez, de acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Temple.

Considerado uno de los peores desastres medioambientales de todos los tiempos, el naufragio del Exxon Valdez vertió más de 41.000 toneladas de crudo en esa zona, contaminando más de 2.000 kilómetros de línea costera, matando miles de animales salvajes y afectando seriamente a la industria pesquera y la economía de Alaska.

En los primeros cinco años tras el accidente, que se produjo el 24 de marzo de 1989, el petróleo desapareció hasta en un 70% y los cálculos mostraron que se disolvió por completo en unos cuantos años más. Sin embargo, hace siete u ocho años se descubrió que este crudo se había limitado a disolverse a una tasa de un 4% anual y se estimó que unas 76 toneladas seguían diseminadas por las costas afectadas.

Los investigadores, dirigidos por Michael Boufadel, director del Centro de Desarrollo de Recursos Naturales y Protección del Colegio de Ingeniería de la Universidad de Temple estudiaron la causa de esta evolución durante los últimos tres años. Su estudio se publica en la última actualización de la edición digital de 'Nature Geoscience'.

Las playas tenían dos capas

Boufadel declaró que las playas que estudiaron presentaban dos capas: uno superior muy permeable y otro inferior que se había mantenido poco permeable. En promedio, el agua discurría mil veces más deprisa en la capa superior que la inferior, y aunque ambas capas estaban formadas por los mismos materiales, la inferior se había hecho más compacta a través del movimiento de las mareas.

Estas condiciones han creado una especie de efecto de preservación del petróleo, que a menudo se mantiene a sólo unos centímetros por debajo de la separación entre ambas capas.

Boufadel explica que el oxígeno y los nutrientes son necesarios para la supervivencia de microorganismos que se alimentan del crudo y colaboran en su biodegradación. Pero sin las concentraciones apropiadas de nutrientes y oxígeno debidas al bajo movimiento de agua, la biodegradación que se esté produciendo probablemente sea anaeróbica, que habitualmente es muy lenta.

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