Las mujeres se sienten culpables por atender en casa los asuntos laborales, según sugiere un estudio de la Universidad de Toronto en Canadá que se publica en la revista 'Journal of Health and Social Behaviour'.
Las tecnologías de la comunicación, que ayudan a las personas a estar conectadas al lugar de trabajo, son a menudo soluciones que permiten conciliar trabajo y vida familiar. Sin embargo, el estudio sugiere que podría existir un 'lado oscuro' en el uso de estas tecnologías para la salud de los trabajadores, y que estos efectos son diferentes en hombres y mujeres.
Los investigadores utilizaron datos de una encuesta nacional de trabajadores americanos y estudiaron la frecuencia con la que los participantes estaban conectados desde fuera de las oficinas con su trabajo mediante teléfono, correo electrónico o mensajes de texto sobre materias relacionadas con su actividad laboral.
Descubrieron que las mujeres que estaban conectadas con más frecuencia con supervisores, colegas o clientes decían padecer mayores niveles de malestar. Por el contrario, los hombres que recibían más contactos asociados al trabajo fuera de las horas normales de actividad laboral estaban menos afectados por ello.
"Al principio pensamos que las mujeres estaban más angustiadas por los frecuentes contactos del trabajo porque esto interfería con sus responsabilidades familiares más que en el caso de los hombres. Sin embargo, éste no era el caso. Descubrimos que las mujeres podían conjugar sus vidas laborales y familiares tan bien como los hombres, pero se sentían más culpables como resultado de estar tan conectadas. Esta culpa parece encontrarse en el centro de su malestar", explica Paul Glavin, responsable del estudio.
Los descubrimientos muestran que muchas mujeres se sienten culpables de lidiar con los temas del trabajo en casa incluso cuando el contacto asociado con el trabajo no interfiere con su vida familiar. Los hombres, por otro lado, son menos propensos a sentir culpa cuando responden los asuntos relacionados con el trabajo en casa.
Scott Schieman, coautor del trabajo, señala que los descubrimientos sugieren que hombres y mujeres podrían seguir encontrando expectativas diferentes sobre los límites que separan vida familiar y trabajo, y que estas expectativas podrían tener consecuencias emocionales únicas.
"La culpa parece jugar un papel central en la distinción entre las experiencias de mujeres y hombres asociadas a trabajo y familia. Mientras que las mujeres han ido tomando un papel más prominente como provisores económicos en el hogar actual, las fuertes normas culturales podrían continuar dando forma a las ideas sobre las responsabilidades familiares. Estas fuerzas podrían conducir a que algunas mujeres se cuestionaran o evaluaran de forma negativa su papel familiar cuando están intentando resolver los temas laborales en casa", concluye Schieman.
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