Los altos niveles de contaminación que sufre Pekín
desde hace varios días han obligado al Gobierno a tomar medidas
drásticas, en medio de las críticas de los ciudadanos e incluso de la
prensa oficial, que culpa del problema al veloz ritmo de desarrollo que
vive el país. Los colegios en algunos distritos de la capital han
recibido orden de cancelar las actividades en el exterior, como la izada
de bandera y las clases de gimnasia, mientras las autoridades
municipales han aconsejado a toda la gente que “tome medidas para
proteger su salud”.
La calidad del aire comenzó a empeorar el jueves pasado y la polución
alcanzó valores récord el sábado, cuando la densidad de partículas
finas o PM2,5 —las que miden 2,5 micras o menos de diámetro, 30 veces
menos que el diámetro de un cabello— alcanzó 993 microgramos por metro
cúbico en algunas zonas de la ciudad. Este nivel es 40 veces superior al
límite de seguridad recomendado por la Organización Mundial de la Salud
(OMS). Aunque la contaminación ha bajado este lunes, el nivel de PM2,5
sigue por encima de 300, el umbral a partir del cual el aire es
calificado de peligroso. Las partículas PM2,5 son las más dañinas para
la salud, ya que pueden penetrar fácilmente en los pulmones. Se prevé
que la alta contaminación, que se ha visto agravada también por las
condiciones meteorológicas, como la falta de viento y la niebla,
permanezca hasta este martes.
El plan de emergencia, puesto en marcha el domingo, incluye la
retirada de la circulación de vehículos gubernamentales, para disminuir
un 30% su uso, así como instrucciones a los responsables de las obras en
la capital para que minimicen la producción de polvo y de las fábricas
para que reduzcan las emisiones, según la agencia oficial Xinhua. Al
mismo tiempo, aconseja a los pequineses que permanezcan en el interior y
utilicen el transporte público si han de salir. La compañía
automovilística Hyundai, en Pekín, ha detenido la producción un día, y
28 obras han paralizado la actividad.
La nube tóxica —mezcla de bruma, contaminantes y polvo— ha disparado
las dolencias respiratorias y cardiacas. El hospital Shijitan afirma que
el departamento de enfermedades respiratorias ha recibido un 20% más de
pacientes que de costumbre, con problemas como bronquitis y asma. “El
número de gente que ha llegado a nuestro servicio de emergencias con
infarto de miocardio se ha duplicado aproximadamente desde el viernes”,
aseguró el domingo Ding Rongjing, subdirectora del departamento de
cardiología en el Hospital Popular de la Universidad de Pekín, informa
Bloomberg.
Según los médicos, la exposición a estos altos niveles de
contaminación durante un corto periodo puede causar infecciones
bacteriales y virales, y si es prolongada puede llegar a provocar
tumores. La absorción de partículas finas incrementa el riesgo de
enfermedades respiratorias y cardiovasculares y de cáncer de pulmón,
según la OMS. La respiración de las partículas PM2,5 contribuyó a la
muerte prematura de 8.572 personas en Pekín, Shanghai, Guangzhou y Xian
en 2012, y generó pérdidas económicas cifradas en 1.080 millones de
dólares (807 millones de euros, al cambio actual), según un estudio de
la organización medioambiental Greenpeace y la Universidad de Pekín
publicado el mes pasado.
La población china es cada vez más crítica con el problema. Las redes
sociales bullen estos días con ataques al Gobierno, y la prensa
oficial, a su rebufo, se ha sumado este lunes al descontento y ha
cuestionado el rápido ritmo de crecimiento del país. “Si continuamos con
esta vía de desarrollo, en lugar de ajustarla, el daño a largo plazo
será grave”, señala en un editorial el diario Tiempos Globales —vinculado al Diario del Pueblo,
órgano oficial del Partido Comunista Chino (PCCh)—. “La elección entre
desarrollo y protección medioambiental debería hacerse por métodos
verdaderamente democráticos”, añade el periódico, que pide más
transparencia al Gobierno sobre los datos de la contaminación y le urge a
que “cambie sus prácticas previas de ocultar los problemas en lugar de
publicar los hechos”.
El diario China Daily insiste en la misma línea: “En medio
del rápido proceso de urbanización, es urgente que China piense cómo
puede seguir adelante este proceso sin comprometer la calidad de la vida
en las ciudades con un entorno de vida cada vez peor”.
La contaminación atmosférica es una de las graves consecuencias del
rápido proceso de industrialización y el meteórico crecimiento que ha
experimentado China en las tres últimas décadas; en particular, debido a
la gran dependencia del carbón como combustible para las centrales de
energía y las emisiones de los coches. China superó en 2009 a Estados
Unidos como mayor mercado automovilístico del mundo. De las 20 ciudades
más contaminadas del mundo, 16 están en China, según el Banco Mundial.
El país asiático es el mayor emisor de gases de efecto invernadero,
responsables del calentamiento global.
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