La prohibición de fusiles de asalto, la revisión de antecedentes de
todos los compradores de armas, la reducción del número de balas y otras
medidas de control de armamentos, así como reformas en la atención a la
salud mental y en la educación, forman parte del paquete de propuestas
que Barack Obama promueve de forma inmediata para evitar que se repitan matanzas como la de Newtown.
La iniciativa, anunciada este miércoles por el presidente en la Casa
Blanca, está enmarcada en una ofensiva sin precedentes para tratar de
modificar la relación que durante décadas ha tenido este país con la
violencia.
“Esta vez hay que pasar de las palabras a la acción. Tenemos que ser
serios en intentar que algo como de Newtown no vuelva a ocurrir”,
advirtió Obama al informar del nombramiento de su vicepresidente, Joe
Biden, al frente de un grupo de trabajo que presentará medidas precisas
en un plazo de pocas semanas, antes del final de enero. Se buscarán
acciones coordinadas con el Congreso y con las autoridades estatales.
Pero, si no se consiguen avances rápidos por ese lado, el presidente
parece dispuesto, como anticipó en su discurso del domingo en Connecticut
y repitió ayer, a imponer algunas medidas por decreto. “Utilizaré todos
los recursos de mi cargo para hacerlo”, aseguró. No parece que vaya a
ser necesario. Estados Unidos ha puesto en cuestión, al menos por ahora,
sus vínculos históricos y afectivos con las armas.
La iniciativa está enmarcada en una ofensiva sin
precedentes para tratar de modificar la relación que durante décadas ha
tenido EE UU con la violencia
En New Jersey, más de un millar de personas han devuelto
simbólicamente sus fusiles y escopetas tras confesar que su visión de
las armas ha cambiado después de la tragedia que provocó la muerte de 20
niños y otras siete personas en la escuela Sandy Hook. En Michigan,
donde el congreso estatal aprobó el día antes de esa matanza una ley que
permitía llevar armas dentro de los centros de enseñanza, el gobernador
vetó ayer esa legislación. En Maryland, el gobernador ha anunciado sus
propias medidas para reducir drásticamente el número de armas que
circula en su estado. En California se anticipan acciones similares. En
Nueva York y en Colorado, sus congresistas anuncian que votarán para
limitar las armas. La cadena de productos deportivos Dick ha retirado de sus estanterías en todo el país los fusiles automáticos.
Ese arma ha desaparecido también del catálogo en Internet de la mayor
tienda del país, Wal-Mart. El senador Jay Rockefeller ha presentado una
ley para prohibir los videojuegos más agresivos. Hasta la Asociación Nacional del Rifle (NRA)
ha prometido sumarse a este esfuerzo por evitar más violencia con
“propuestas significativas” que presentará el viernes en una conferencia
de prensa.
La
Asociación Nacional del Rifle ha prometido sumarse a este esfuerzo por
evitar más violencia con “propuestas significativas” que presentará el
viernes en una conferencia de prensa
Pero lo más importante para que el impulso actual no desparezca
conforme se vaya borrando el recuerdo de Newtown es que la Casa Blanca y
el Congreso sean capaces de actuar. Uno de los inconvenientes es la
fecha en la que estamos, en vísperas del descanso navideño y sin que se
hayan constituido aún las cámaras resultantes de las elecciones de
noviembre, lo que no ocurrirá hasta enero.
Para evitar que ese receso enfríe el ánimo actual, se han adoptado
algunas soluciones. La comisión de Biden es una de ellas. El senador Joe
Lieberman, habitual aliado de los republicanos, y la demócrata Nancy
Pelosi han anunciado la creación de otra comisión en el Capitolio, que será presidida por el congresista Mike Thompson,
para recomendar medidas contundentes contra la violencia. Este tipo de
comisiones, ciertamente, suenan a una frecuente y habilidosa forma de
demorar las cosas. Pero no parece que este sea el caso. “Esta no es la
clásica comisión de Washington”, aseguró Obama. Por primera vez en
muchos años, una encuesta de la cadena CBS
muestra que un 57% de la población favorece controles más estrictos de
las armas de fuego. En pocos minutos, 150.000 personas firmaron en
Internet una petición para que la Casa Blanca actúe con firmeza en esta
oportunidad.
La medida más importante y, probablemente, la
que será más difícil de sacar adelante, es la de la revisión de los
antecedentes de los compradores
Todo parece indicar que lo hará. Obama cautivó la atención de la
nación el domingo con un discurso que le obliga a hacer de este asunto
una de las prioridades de su segundo mandato. Entre las primeras medidas
previstas, la prohibición de los fusiles de asalto, aunque solo son
adquiridos por un 5% de los que compran armas, es importante por la
capacidad mortífera de ese instrumento. Es muy poco probable que Adam Lanza hubiera podido dejar semejante pila de cadáveres a sus espaldas
sin ese tipo de arma. Tampoco le hubiera sido tan fácil sin los
cargadores de 30 balas que utilizó. Ahora se pretende limitarlos a un
máximo de 6 disparos. Si se entienden las armas como un medio
exclusivamente de autodefensa, esa parece una cantidad suficiente de
balas.
La medida más importante y, probablemente, la que será más difícil de
sacar adelante, es la de la revisión de los antecedentes de los
compradores. Casi la mitad de las armas que se venden en EE UU los son
en ferias y exposiciones. La mayor de todas ellas es la convención anual
de la NRA, una verdadera celebración del culto a las armas. En esas
ferias, se vende y se compra al instante cualquier tipo de armamento,
sin ninguna clase de comprobación previa. Puede comprar un perturbado
mental o un exconvicto. Estas ferias son el mayor peligro para la
seguridad de los ciudadanos, pero también el principal foco de negocio
de la industria de las armas. Prohibir la venta en ellas o postergarla
hasta la comprobación de antecedentes sería para este país un paso
gigantesco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario