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lunes, 12 de septiembre de 2011

Alemania se prepara para la quiebra griega

La Vanguardia

El ministro de economía dice que no hay tabués, mientras Atenas anuncia medidas extremas de última hora para impedir el cambio de clima en Berlín


Tras casi dos años de dudosos esfuerzos para salvar a Grecia vía el ahorro y la austeridad, Alemania comienza a dibujar el escenario de la quiebra helena. Grecia está "en el filo de la navaja", ha dicho en privado el ministro de finanzas, Wolfgang Schäuble, cuyos fontaneros ya han diseñado diversos planes sobre una quiebra griega. En declaraciones publicadas hoy, el ministro de Economía habla de superar el tabú de una "insolvencia ordenada" de Grecia.

"No puede haber tabúes parea estabilizar el euro, eso incluye, si se hace necesario, una quiebra ordenada de Grecia, si están disponibles los mecanismos necesarios", dice Rösler, del Partido Liberal (FDP), en la edición de hoy de Die Welt.

Los planes del ministerio de finanzas alemán contemplan tanto el escenario de una salida griega del euro, como su mantenimiento en la moneda común, e incluyen fuertes créditos para países como España e Italia que actúen como cortafuegos vía el fondo de rescate europeo.

El cambio ha sido inmediatamente percibido en Atenas, donde el primer ministro, Yorgos Papandreu, declaró que su país debe, "defenderse como si estuviera en estado de guerra" y mencionó la "mala voluntad" de algunos europeos, sin mencionar a Alemania. El ministro de finanzas, Evangelos Venizelos, ha presentado nuevas medidas de última hora para ahorrar otros 2000 millones de euros en 2011. La clave es un nuevo impuesto inmobiliario, más gravoso con la propiedades caras, que se cobrará con el recibo de la luz sobre una base media de cuatro euros por metro cuadrado. El ministro anunció la supresión de "un salario mensual entero" para todos los cargos electos griegos, desde alcaldes al primer ministro, mientras se estudian nuevas subidas fiscales al alcohol y el tabaco.

"Venizelos habló de un "nuevo esfuerzo nacional" para salir al paso del, "cambio de paisaje que se observa en determinados países muy importantes que tienen un papel determinante en la eurozona". Anteanoche en Tesalonika, Papandreu pronunció un encendido discurso llamando a, "evitar la catástrofe de una quiebra". "Permaneceremos en el euro", dijo. Su presencia en la ciudad movilizó a veinte mil manifestantes, siete mil policías, tres mil taxistas opuestos a la liberalización del servicio y hasta a los fans del Heraklis, un club de fútbol local, que protestaban contra un descenso a segunda división.

A otro nivel, Alemania refleja el mismo ambiente napolitano. Su gobierno es el principal abogado de la cada vez más discutida política unilateral de austeridad, que asfixia toda perspectiva de crecimiento. Las deserciones de algunos de sus cuadros, formados en un rígido integrismo y una defensa a ultranza de la "independencia" del Banco Central Europeo no contribuyen precisamente a la estabilidad. Tras la del jefe del Bundesbank, Axel Weber, en mayo, el viernes se produjo la del economista jefe del Banco Central Europeo, Jürgen Stark. La salida de estos talibanes cambia poco las cosas, pues sus sustitutos son de la misma escuela. Si Stark jugó un papel clave en la desastrosa unión monetaria de la reunificación alemana, Jörg Asmusen, el secretario de estado de finanzas que le relevará, fue el hombre que abrió Alemania a los "hedge fonds", la puntilla de la más grosera especulación, bajo el ministerio de Peer Steinbrück. El propio Steinbrück, está siendo potenciado como candidato socialdemócrata a la cancillería. Por si fuera poco, decisiones y planes que deberían ser objeto de la más estricta y disciplinada discreción, son filtrados por doquier y alimentan semanalmente la comidilla mediática, lo que incrementa la inseguridad de los mercados. Mucho peor es el problema de que la quiebra griega, con o sin salida del euro, sólo abrirá, al parecer, un nuevo estadio de turbulencias. Esta Europa perdida en su crisis sólo parece tener por delante alternativas entre malo y peor.

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