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martes, 19 de julio de 2011

Eliminado Argentina, son los uruguayos los que más acuden a los estadios


Menos mal que en Argentina, sobre todo en el entorno de Buenos Aires, residen más de 200.000 peruanos y cerca de medio millón de uruguayos. Si no fuera por ellos, sería difícil pensar que el bonito estadio de La Plata -bonito, pero con un césped infernal, según denuncian todos los jugadores- pudiera llenarse o transmitir algún calor en la primera semifinal de esta Copa América. Los aficionados argentinos están ya bastante desconectados y, desde luego, lo estarán completamente si Uruguay quedara hoy descabalgado. Por lo menos, los charrúas despiertan en Buenos Aires una simpatía natural que ningún otro de los equipos que quedan vivos puede provocar. Menos que nadie, los peruanos, una minoría emigrante que llegó a las villas del cinturón de Buenos Aires en los años 90, huyendo del aumento de la pobreza en su país, y que fue acogida por los porteños con un especial recelo y hasta con discriminación.

Nada de esto empaña la alegría de los peruanos. No están tan felices como los venezolanos, que realmente baten todos los récords de dicha posible, pero si lo suficiente como para mirar a sus vecinos con la cabeza bien alta. Ni tan siquiera les hacen mella las bromas sobre su uniforme de batalla, tan parecido al del pobre River Plate. Los peruanos dicen que tienen a un jugador que es como Puskas, Juan Manuel Vargas, de 28 años, que está en el Fiorentina, italiano, y que le pega tan duro al balón que hasta suena como un trallazo. Vargas, que esta tan tatuado como David Beckham, dice que le gustan las artes marciales y que eso le da equilibrio y paz espiritual. De momento, suele fotografiarse con una gran sonrisa.

Si los más felices son los venezolanos, los más tristes son los chilenos, que no se esperaban realmente quedar apeados tan pronto. Ellos sí que contaron con una afición formidable: decenas de miles de seguidores cruzaron la frontera para acompañar a su equipo y darles calor y ánimo. Dicen que solo fueron 200 a recibirles a su regreso en el aeropuerto de Santiago y que estaban muy desanimados. Ahora Claudio Borghi, su entrenador, que ha sido confirmado en el cargo, tendrá que recuperar fuerzas y prepararse para la que viene: las series clasificatorias del Mundial 2014. Conste que casi tan tristes como los chilenos se han quedado los argentinos de Mendoza, la ciudad donde jugó la selección roja y que acogió a esa gran afición. Calculan que al quedar eliminados, Mendoza ha perdido unos cuatro millones de pesos.

Quienes no están ni tristes ni contentos son los brasileños. No porque no hayan hecho un mal papel, sino porque no tienen tiempo para lamentarse mucho porque lo suyo es prepararse para el Mundial de 2014, en Río. Eso sí que es un compromiso en el que no pueden fallar. Los partidos de la Copa América se pueden jugar como si fueran amistosos, pero cuando llegue la hora de la verdad, no habrá excusa ni perdón. Toda una generación de futbolistas brasileños es perfectamente consciente de lo que se juega.


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