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jueves, 9 de junio de 2011

La OTAN prepara la Libia post-Gadafi mientras sigue matando civiles

Gara

Los ministros de Defensa de la la OTAN mostraron ayer su determinación de mantener a cualquier precio la operación «Protector Unificado» en Libia hasta el final del régimen de Muamar al-Gadafi, que «ha perdido toda legitimidad», e instaron a la ONU a planificar la era post-Gadafi.

«Hemos intensificado nuestros esfuerzos, incluido el despliegue de aviones y helicópteros de ataque suplementarios y estamos decididos a mantener nuestra operación el tiempo que sea necesario para proteger al pueblo libio», señalaron.

En una comparecencia al término de la reunión en Bruselas para analizar la campaña contra Libia y la reestructuración interna de la Alianza, que concluirá hoy, su secretario general, Anders Fogh Rasmussen, afirmó que «Gadafi es historia», pero agregó que sus tropas «todavía siguen siendo una amenaza» a pesar de los «claros avances» logrados, a su juicio, con los bombardeos aliados.

Así, los ministros de Defensa ratificaron la decisión de extender otros 90 días la operación militar en Libia a partir del 27 de junio y destacaron su compromiso con la misión, incluido el suministro de las capacidades militares necesarias para llevarla adelante y terminarla.

Rasmussen subrayó que la OTAN dispone de las capacidades necesarias para proseguir con su campaña, pero reconoció que desearía una «utilización más flexible» de los activos militares que aportan los distintos países. En este sentido, llamó a los estados aliados a que amplíen su apoyo para garantizar la «sostenibilidad» de la intervención y pidió a los países menos comprometidos, que sólo participan en la zona de exclusión aérea, que también tomen parte en los bombardeos.

Pero, por el momento, ningún estado ha anunciado más contribuciones ni se ha mostrado dispuesto a participar en los ataques más allá de los que ya lo hacen.

Alemania, que se abstuvo en la votación del Consejo de Seguridad que autorizó la intervención extranjera en Libia, mantiene su rechazo a participar militarmente en la operación de la OTAN. El Gobierno de centroderecha de Suecia anunció ayer un acuerdo con las dos principales fuerzas de la oposición para prolongar su participación en la misión contra Libia, pero sus cazabombarderos seguirán sin lanzar ataques. Mientras, Noruega, según medios locales, reducirá su papel en los bombardeos. El Estado español, por su parte, estudiará ampliar su «contribución» pero con «el mismo formato», es decir, sin participar en los ataques.

El día después

En cualquier caso, los ministros de Defensa de la OTAN consideraron que «ha llegado el momento de planificar el día después del conflicto». A juicio de Rasmussen, «ya no es cuestión de si Gadafi se va, sino de cuándo se va y, cuando se marche, la comunidad internacional tiene que estar preparada». En el mismo sentido, el jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU, Michael Mullen, afirmó que el líder libio debe irse, pero admitió que es difícil saber cuándo ocurrirá. No obstante, abogó por seguir presionando al régimen libio porque se están dando «progresos», aunque «lentos», como lo demuestra que «las deserciones en su régimen son cada vez más».

Rasmussen señaló que la Alianza ha «preparado el terreno para un acuerdo político», pero afirmó no ver «un papel de liderazgo de la OTAN en Libia una vez que esta crisis se acabe» y descartó la presencia de tropas de tierra en suelo libio aunque se mostró dispuesto a «ayudar».

Los estados miembros de la Alianza quieren que la ONU tome el relevo una vez finalizada la operación militar y asuma el peso principal de la misión post-Gadafi.

La experiencia demuestra que el Consejo de Seguridad de la ONU «podría necesitar algún tiempo» para aprobar una resolución que permitiera desplegar «cascos azules» en ese país, insistió Rasmussen para urgir a que avancen los preparativos.

La reunión de la OTAN en Bruselas coincidió prácticamente en el tiempo con sus ataques más violentos contra Trípoli, en la noche del martes al miércoles. El lanzamiento de más de 60 bombas causó la muerte de 31 civiles y decenas de heridos, según el portavoz del régimen, Ibrahim Mussa.

Al ser preguntado por la querella por «crímenes de guerra» presentada ante la Justicia belga contra la Alianza por Aisha, la hija de Gadafi, Rasmussen insistió en que la OTAN actúa «con mucho énfasis para evitar bajas civiles» y tachó de «propaganda» las acusaciones de Mussa, al tiempo que dijo no tener confirmación de lo sucedido.

Los estados miembros de la Alianza, aunque en su mayoría opten por no implicarse más en su misión contra Libia, mantienen una postura unánime respecto al régimen de Gadafi, el frente unitario de la Unión Africana (UA) parece agrietarse después de que el jefe de la mediación en el conflicto libio, el presidente de Mauritania, Mohammed Ould Abdel Aziz, haya manifestado ahora que la salida del coronel se ha convertido en una «necesidad» porque ya es imposible lograr «una solución negociada».

Tropas leales a Gadafi vuelven a atacar Misrata

Las fuerzas de Muamar al-Gadafi recrudecieron ayer sus ataques sobre Misrata, en el oeste de Libia, y causaron diez muertos y al menos 26 heridos, según dijo un portavoz rebelde en la ciudad a la cadena qatarí Al-Jazeera. Hassan al-Misrati señaló que miles de gadafistas avanzaron sobre la tercera ciudad libia, en manos de los rebeldes desde hace varios meses, y la bombardearon desde el este, el oeste y el sur. Indicó que la mayoría de los heridos se encuentran graves.

Los bombardeos de la OTAN permitieron a los rebeldes expulsar a mediados de mayo a las tropas de Gadafi del centro de Misrata, asediada intensamente desde el inicio del conflicto libio a finales de febrero. Desde entonces, los combatientes leales a Gadafi se mantenían a unos diez kilómetros de la ciudad, donde se encuentra estancada desde hace días la línea del frente, aunque continuaron bombardeando sus afueras.

Misrata representa un bastión clave para los rebeldes en el oeste del país. El continuado asedio de las tropas de Gadafi durante meses ha complicado la situación humanitaria en la ciudad, donde escasean las medicinas y los alimentos de primera necesidad.

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