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sábado, 5 de marzo de 2011

El ex boxeador, campeón de España y del Mundo Hispano en mosca, José Juárez, busca un empleo al rozar los 50 años.


Rozando los 50 y en las colas del Inem. En la misma situación que 4,3 millones de españoles se encuentra a sus 49 años quien fuera campeón de España y del Mundo Hispano en peso mosca, Juárez, José Juárez Espinosa.

Retirado del ring por obviedad, esta semana ha realizado la enésima entrevista de trabajo, en esta ocasión para la ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles) para ver si la discapacidad que padece tras un accidente laboral en 1997, le permite ahora un empleo en esta entidad solidaria.

Desde que sufrió el percance laboral que le retiró súbitamente de su profesión como pintor industrial y de brocha gorda, el campeón Juárez se ha dedicado esporádicamente al cuidado de las personas enfermas o mayores porque, aunque pequeño de planta, coserva su robustez y apariencia de forzudo.

El último trabajo que tuvo lo perdió al morir el matrimonio que cuidaba. Se trataba, curiosamente, de un afamado ingeniero inglés que escogió, junto a su esposa, su retiro en Castellón. Al ingeniero Stanley Arthur Bradbury le apasionaba el boxeo y le fascinó la 'vida y milagros' de Juárez, a quien seguía desde Inglaterra, cuando ejercía su profesión de ingeniero y tomaba clases de boxeo como aficionado.

Cuidó al afamado ingeniero Standley A. Bradbury

"Estuve casi dos años con ellos en su residencia de Castellón hasta que él falleció en noviembre de 2007. Mis tareas eran cuidar de él, que tenía un delicado estado de salud, y hacer de chófer para su esposa. Fue bastante triste, porque ella murió de pena a los pocos meses de perderlo a él".

Juárez nació en Castellón y con apenas tres años sus padres se marcharon a vivir a Francia hasta su adolescencia. Al regresar a España, ya con 13 años, comenzó el oficio de pintor y al mismo tiempo se le despertó ese gusanillo por el deporte de 12 cuerdas que le llevó a contactar con el entrenador Manolo Pérez.

Su estatura, su agilidad y calidad de movimientos le convirtieron en un precoz 'rocky' y con 15 años recién cumplidos se proclamó campeón de España Junior de peso minimosca (48 kilos) ante centenares de paisanos en el estadio de Castellón, y consiguió llegar incluso al Campeonato de Europa Junior en Polonia, proclamándose subcampeón de Europa Junior en 1979.

Un 'rocky' de 15 años

Como era un gran aventajado -capaz de asestar 300 golpes en un asalto-, pronto le subieron de categoría al equipo nacional, pese a no cumplir con la edad, por aquel entonces, los años 80, nadie se preocupaba en demasía en exigir las credenciales de mayoría de edad y, si lo hacían, sus promotores ya tenían falsificadas las licencias. "Mi primer torneo internacional fue el Boxan en Santander, con apenas 16 años y llegué a la final después de ganar dos combates contra un español y un italiano. Perdí contra el mexicano Martín Navarro en el último asalto", explica.

Con su peso mosca fue capaz también de vencer a Luis de la Sagra, campeón de España de superpluma en el 82, en plena plaza de Toros de Valencia, "un combate que me abrió muchas puertas", recuerda.

Ahí comenzó la 'borrachera' del éxito y la carrera meteórica por los 'rings' de Europa: Alemania, los Juegos del Mediterráneo en Yugoslavia, Dinamarca, Bélgica y las grandes competiciones en Italia. "Cuando en España apenas ganaba 300 euros, en Italia podía conseguir en un campeonato entre 1.800 euros y 2.400 euros ya en los años 80".

La 'Biblia' del pugilato

Entró a formar parte de la 'Biblia' del pugilato, ya que consiguió un caché que le situó entonces en la tercera posición del ranking europeo y, a pesar del éxito, Juárez volvería atrás en el tiempo para no repetir esa meteórica carrera. "Fue un error dar el salto de amateur a profesional, no se lo recomiendo a ningún chaval que ahora lo esté pensando. Por muchos motivos. Hay muchos intereses económicos en los campeonatos, los promotores, las televisiones, se te sube el dinero a la cabeza y quedas bastante tocado física y psicológicamente, amén de las zancadillas que en toda elite supongo que existen. En una ocasión no perdí la vista de milagro y en otra, llegué a casa tan golpeado, que créeme si te digo que ni siquiera mi madre me reconocía y en otra ocasión acabé directo en el hospital", explica.

Secuelas físicas y psicológicas

Tiene secuelas visibles, como rastros de fractura de nariz, "pocos boxeadores no necesitan una operación de tabique nasal", dice, y de varias costillas rotas. "Cuando me adjudiqué el campeonato del Mundo Hispano, nadie supo que el último combate lo peleé con la mano rota. Me la rompí entrenando y no dije nada para no suspender el último choque y llevarme la gran regañina de promotores y patrocinadores. Sólo perdí por KO en una ocasión, contra el campeón del mundo portorriqueño, Nene Sánchez, en Zaragoza".

Su pasión por la pintura de brocha gorda le proporcionaba un empleo estable hasta que en 1997 tuvo un fatal accidente laboral y se 'cortó el pie por la mitad'. "Llevo nueve clavos y una chapa en el pie y necesité dos años de rehabilitación", comenta.

Obligatoriamente bajó del andamio y la crisis le ha pillado en una edad muy difícil para reinsertarse en el mercado laboral en trabajos que no requieran de esfuerzo físico. "La construcción cayó en picado y todo fue una cadena. No veo el futuro con mucho optimismo aunque sí tengo muchas ganas de trabajar para poder salir adelante. Tengo una hipoteca, como casi todo el mundo, e intento apretarme el cinturón, pero esto es muy difícil sin un empleo", concluye.

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