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lunes, 21 de marzo de 2011

Bienvenido al Museo de Antigüedades recientes




Los niños de la Wii y la PlayStation no saben jugar a las chapas. Ni han visto en su vida una cinta de cassette. Algunos se sorprenden al encontrar en casa de los abuelos un teléfono que en vez de teclado incorpora un disco de marcar. Los padres más sentimentales quizá guarden en casa un comediscos, unos vinilos, una máquina de escribir...

Una exposición propone un paseo en el tiempo a través de numerosos objetos de los sesenta, setenta y ochenta que hoy son ya artículos totalmente desaparecidos o en vías de extinción. Y los que han sobrevivido han cambiado tan drásticamente su diseño, que hasta resulta divertido compararlo con su antepasado u original.

El novelista Santiago Lorenzo y la escenógrafa Mer García Navas son los propietarios de casi todos estos objetos que en cualquier otra casa sólo serían trastos. Los han ido 'coleccionando' durante los últimos 10 años, tras usarlos en ambientaciones para teatro, cine, publicidad... Algunos han salido de los sótanos de amigos y vecinos que guardaban en casa un "pequeño tesoro" que aportar al proyecto. "Fue Paco Álvarez quien tuvo la brillante idea de exponerlos", cuenta Lorenzo, que junto a todos estos cachivaches también tiene en casa un Goya, ganado en 1995 al mejor corto de animación. En total, medio centenar de piezas componen este Museo de Antigüedades recientes, que se puede visitar hasta el 9 de abril en el centro comercial Gran Vía de Hortaleza.

El Exin Castillos es, para Santiago Lorenzo, la "pieza estrella de esta muestra, con sus piezas de uno, piezas de dos, de tres, los arcos... ¡qué ingeniería! ¿Sabes que las piezas originales se pagan a precios desorbitados en e-bay?". También confiesa su fascinación por las figuritas de historex, transitando por las almenas; la cámara de súper 8, "con un estuche tan 'grandón' para guardar 10 minutos de película y que hace tanto ruido cuando se pone a funcionar"; y el pistolón hecho a mano con gomas y pinzas, "un juguete imaginativo y sencillo que dispara de verdad".

Y no sólo juguetes. Envases de vidrio retornables, prismáticos, batidoras, yogurteras... Muchas cosas viejas por descubrir. Y a la vez un pellizco a la nostalgia. Lorenzo destaca el carácter didáctico del proyecto, concebido con el objetivo de que padres e hijos pasen un rato divertido, explicando unos, aprendiendo otros, para qué servían y cómo se usaban esos objetos. "A mí me fascinaba cuando de crío los mayores me contaban que los juguetes se hacían con una cuerda, una lata y algo dentro que hiciera ruido", explica Lorenzo. "Y eso es lo que pretende la exposición, saciar la curiosidad y sorprender".

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