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martes, 22 de marzo de 2011

Al ataque barcos y bancos

El viejo axioma de a río revuelto ganancia de pescadores prima hoy en las relaciones políticas internacionales, caracterizadas por un polo de poder global en crisis, pero a la ofensiva.

Con fondos de los contribuyentes, en especial de las clases y sectores populares, se financia el envío de barcos, tropas y medios bélicos a misiones de control sobre recursos vitales o, en otros casos, se oxigena a la banca del sistema.

Insatisfecho con una zona de exclusión aérea en Libia, Estados Unidos demandó en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas autorización para intervenir directamente, a la cabeza de la OTAN, en el país del Norte de África, una operación impulsada por las diplomacias del Reino Unido y Francia.

Desde la llamada Guerra del Golfo, a inicio de los pasados años noventas, la doctrina militar estadounidense se caracteriza mayormente por las operaciones conjuntas, con el doble propósito, según analistas, de neutralizar a la opinión pública en el mundo y de disminuir costos u obtener ingresos contantes.

Especialistas consideran que se consagra un modus operandi caracterizado por la utilización de la fuerza, con la correspondiente secuela de muertes, para el control sobre territorios, recursos naturales y humanos; y para incrementar la influencia geopolítica y el dominio sobre la vida nacional en países y regiones determinantes.

En lo económico y financiero se respalda a la banca de una economía en crisis, mediante fondos aportados por las clases media y trabajadora, los sectores populares, la intelectualidad e, incluso, por las poblaciones de los mismos países en proceso de recolonización.

Dos hechos les resultan cada vez más evidentes a analistas. Por un lado, se invierte en medios bélicos gastables o vendibles, a casi todo el mundo, incluido el Oriente Medio; y por otro, se persigue reflotar un aparato financiero que es cerebro y corazón del sistema.

Cuando Estados Unidos lanzó el mayor rescate financiero de su historia, el periódico Público.es reflejó el 7 de septiembre de 2008, como comentario más valorado, el que decía: "Mira qué bien funciona el capitalismo, ahora que han reventado el sector del mercado por sus ansias de crecimiento desmedido y sin control, recurren a Papá Estado para que inyecte dinero público".

Se trataba entonces del aporte de 100 mil millones de dólares a los dos colosos hipotecarios estadounidenses, Fannie Mae y Freddie Mac, algo que se calificaba como un rescate sin precedentes en su historia financiera y que fue aprobado por el ex presidente George W. Bush.

El ex secretario del Tesoro estadounidense Henry Paulson compareció entonces para explicar que el Gobierno federal tutelaría y financiaría a las dos firmas, que aglutinaban en ese momento casi la mitad de las hipotecas existentes en el país.

La publicación anunciaba la previsión de que el Tesoro financiaría a corto plazo a Fannie Mae y Freddie Mac y a 12 bancos hipotecarios federales, un apoyo que podría durar hasta diciembre de 2009 y, además, compraría títulos de deuda hipotecaria de las dos firmas en el mercado.

Se publicaba por entonces que el Tesoro, la Reserva Federal, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos, y la nueva Agencia Federal de Financiación a la Vivienda, serían los organismos que intervendrían en la operación de convertir en deuda pública las pérdidas del sistema financiero privado.

Hasta la fecha, el aporte de estos fondos ha sido creciente y a la vez se elevaron las restricciones a los programas sociales, incluida la reducción de 61 mil millones de dólares al presupuesto en curso, que concluye al inicio del último trimestre, y cuyos efectos serán negativos para el programa de salud del presidente Barack Obama.

Por otro lado, el periódico ecuatoriano El Comercio publicó el 13 de marzo de 2011 que la Eurozona había reforzado el día anterior su fondo de rescate financiero, al dotarlo de mayor capacidad de préstamo y permitirle comprar en los mercados deuda pública de los países más frágiles.

Así, los 17 líderes de esa zona monetaria acordaron aumentar la capacidad efectiva de préstamo de su fondo de rescate financiero temporal de 250 mil millones de euros (348 mil millones de dólares) a 440 mil millones (612 mil millones de dólares), según la equivalencia en esa fecha.

En los últimos años, se mantienen al alza allí medidas antipopulares, reducción de salarios, disminución de pensiones, supresión de otros beneficios sociales y elevación del desempleo hasta cifras generalmente superiores al 10 por ciento, con la máxima en España, que alcanza el 21 por ciento.

Sin embargo, la OTAN muestra la consolidación de las operaciones de intervención, como ocurre en Afganistán, mediante la denominada cooperación entre sus 28 países miembros y los 21 asociados, para lo cual dispone de un presupuesto superior a los dos mil millones de dólares, según cifras no oficiales.

El mayor aporte absoluto en fuerzas, medios y financiamiento corresponde a Estados Unidos, país que también posee, sin duda, la mayor influencia política y de capacidad decisoria en la Organización.

El 11 de marzo último, el periódico español El País titulaba: "Ola de cambio en el mundo árabe - Guerra civil en Libia. La OTAN despliega fuerzas navales en el Mediterráneo central. La Alianza vigilará más de cerca las costas libias y supervisará el embargo".

Se acomodaba el escenario y los ministros de Defensa de la Organización acordaban incrementar su presencia aeronaval en el Mediterráneo central y planificar con detalle una potencial intervención, que calificaban como "humanitaria y para aplicar el embargo de armas".

Acerca de la denominada Zona de Exclusión Aérea, que aún no satisface a Estados Unidos, la Alianza quedaba a la expectativa de lo que decidiera el Consejo de Seguridad de la ONU, algo aprobado seis días después, para corroborar las previsiones acerca de una intervención inminente en Libia.

Así, se avanza hacia el control total del Oriente Medio y el Norte de África, las mayores reservas mundiales de petróleo -máxime ahora que aumenta la aprensión sobre la energía nuclear- y se intenta neutralizar la inestabilidad social en la región, para capitalizarla favorablemente en el Occidente desarrollado.

Mediante dispositivos aeronavales en la zona se pretende controlar mejor la situación en el área, incrementar la vigilancia y contribuir al embargo decretado por Naciones Unidas, según El País.

De tal modo que, para la OTAN, la crisis Libia pone a prueba el fundamento del "nuevo concepto estratégico y las amenazas que pueden plantearse en el siglo XXI", un anuncio explícito de lo que espera al Tercer Mundo si se consagra el principio de las intervenciones de la Alianza en los llamados "oscuros rincones del mundo".

Se considera que asociados a ella arribarán luego los entes financiero-empresariales para capitalizar los resultados.

Analistas opinan que detrás de lo que denominan barcos; es decir, medios bélicos, arribarán los bancos; o sea, los administradores del capital, para consolidar los resultados.

Muchos consideran a la OTAN una organización de intervención y conquista, con costos también cargables a la mayoría de la población, tanto de los países intervenidos como de los interventores.

* Redacción Global de Prensa Latina.

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