La derecha está nerviosa. Blancos y colorados ven con alarma que el Frente Amplio sigue cosechando la mayoría de la intención de voto del electorado uruguayo. Creyeron que su prédica opositora machacona y tergiversadora de la realidad desacreditaría al Frente Amplio e inclinaría a los ciudadanos a preferir la opción conservadora de uno de los dos partidos tradicionales.
El panorama político actual sigue mostrando, y aun profundizando, una polarización de la sociedad entre la propuesta progresista de la izquierda y las promesas netamente de derecha tanto del Partido Colorado como del Partido Nacional. Decimos esto porque este último abandonó una supuesta postura de centro que el doctor Jorge Larrañaga intentó exhibir en su campaña para las internas y que el triunfo del doctor Lacalle anuló, llevando al Partido Nacional a ubicarse claramente en la derecha del espectro, mimetizándose con lo que representa Pedro Bordaberry.
Pero volviendo al asunto que nos interesa analizar hoy, y que tiene que ver con los bajos recursos de que se vale esa derecha, es preciso destacar que los partidos conservadores han empleado estos casi cinco años de gobierno progresista en una oposición cerril, en una crítica permanente y engañosa y en un afán tozudo por desacreditar los logros de la administración del doctor Vázquez. No obstante, y como la realidad es más fuerte que las mentiras urdidas por la derecha, blancos y colorados advierten que con esa oposición tergiversadora no alcanza.
En razón de ello, han recurrido a los medios más innobles para obtener el fin buscado. ¿Y cuál es el instrumento idóneo? Pues nada menos que la descalificación moral. Es así que su prédica se dirigió a hacer aparecer al Frente Amplio y a las figuras del gobierno con los mismos vicios de los partidos tradicionales. Como ambas colectividades ostentan variopintos casos de corrupción denunciados y confirmados, la derecha intenta instalar en la percepción de la opinión pública la idea de que "son todos iguales".
Cierto es que ninguna colectividad política es inmune a la corrupción y que los políticos frentistas no están vacunados contra ese mal, pero no es admisible poner a todos al barrer en pie de igualdad. Y bien, eso es lo que ha pretendido hacer, por ejemplo, el senador Julio Lara con sus infames denuncias contra el vicepresidente Rodolfo Nin Novoa, denuncias infundadas que merecieron la inmediata reacción de Nin denunciándolo, a su vez, por difamación e injurias, con el resultado que todos conocemos: que el senador Lara se amparó en sus fueros para evitar su comparecencia en el juzgado.
El jueves pasado el semanario Búsqueda, fiel a su trayectoria mentirosa y a su papel de vocero oficioso de los sectores más reaccionarios, lanzó una especie que causó revuelo al involucrar, indirectamente, al senador Eleuterio Fernández Huidobro en una supuesta maniobra del Hospital Maciel en connivencia con la empresa encargada de la limpieza en dicho nosocomio. Se dijo que la esposa del senador Fernández Huidobro era la dueña de la empresa Clanider SA, siendo que no es sino empleada de la firma y su cargo nada tiene que ver con los aspectos económicos que maneja la empresa en su vínculo con el Hospital Maciel.
Una burda maniobra urdida por ese semanario, que cumple una vez más su papel de fiel mandadero e intérprete de los intereses de los partidos conservadores.
El panorama político actual sigue mostrando, y aun profundizando, una polarización de la sociedad entre la propuesta progresista de la izquierda y las promesas netamente de derecha tanto del Partido Colorado como del Partido Nacional. Decimos esto porque este último abandonó una supuesta postura de centro que el doctor Jorge Larrañaga intentó exhibir en su campaña para las internas y que el triunfo del doctor Lacalle anuló, llevando al Partido Nacional a ubicarse claramente en la derecha del espectro, mimetizándose con lo que representa Pedro Bordaberry.
Pero volviendo al asunto que nos interesa analizar hoy, y que tiene que ver con los bajos recursos de que se vale esa derecha, es preciso destacar que los partidos conservadores han empleado estos casi cinco años de gobierno progresista en una oposición cerril, en una crítica permanente y engañosa y en un afán tozudo por desacreditar los logros de la administración del doctor Vázquez. No obstante, y como la realidad es más fuerte que las mentiras urdidas por la derecha, blancos y colorados advierten que con esa oposición tergiversadora no alcanza.
En razón de ello, han recurrido a los medios más innobles para obtener el fin buscado. ¿Y cuál es el instrumento idóneo? Pues nada menos que la descalificación moral. Es así que su prédica se dirigió a hacer aparecer al Frente Amplio y a las figuras del gobierno con los mismos vicios de los partidos tradicionales. Como ambas colectividades ostentan variopintos casos de corrupción denunciados y confirmados, la derecha intenta instalar en la percepción de la opinión pública la idea de que "son todos iguales".
Cierto es que ninguna colectividad política es inmune a la corrupción y que los políticos frentistas no están vacunados contra ese mal, pero no es admisible poner a todos al barrer en pie de igualdad. Y bien, eso es lo que ha pretendido hacer, por ejemplo, el senador Julio Lara con sus infames denuncias contra el vicepresidente Rodolfo Nin Novoa, denuncias infundadas que merecieron la inmediata reacción de Nin denunciándolo, a su vez, por difamación e injurias, con el resultado que todos conocemos: que el senador Lara se amparó en sus fueros para evitar su comparecencia en el juzgado.
El jueves pasado el semanario Búsqueda, fiel a su trayectoria mentirosa y a su papel de vocero oficioso de los sectores más reaccionarios, lanzó una especie que causó revuelo al involucrar, indirectamente, al senador Eleuterio Fernández Huidobro en una supuesta maniobra del Hospital Maciel en connivencia con la empresa encargada de la limpieza en dicho nosocomio. Se dijo que la esposa del senador Fernández Huidobro era la dueña de la empresa Clanider SA, siendo que no es sino empleada de la firma y su cargo nada tiene que ver con los aspectos económicos que maneja la empresa en su vínculo con el Hospital Maciel.
Una burda maniobra urdida por ese semanario, que cumple una vez más su papel de fiel mandadero e intérprete de los intereses de los partidos conservadores.
LR-U
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