Están todos, o casi todos. Llegaron desde todas partes del mundo y se instalaron en Buenos Aires. Todos con una finalidad, con la misma finalidad. Ver a sus hijos (o a sus padres) jugar la final de la Copa América. En los ratos libres, se los ve charlar, caminar, jugar o simplemente matear con los suyos.
Ahí está el padre de Sebastián "Loco" Abreu, el del "Ruso" Diego Pérez, el del "Mota" Walter Gargano, el de Diego Lugano, pero también están sus hijos, sus señoras, sus madres, sus hermanos y hermanas.
Vinieron todos, o casi todos, y nada mejor que pasar un día domingo en familia, con los más cercanos -como se debe- pero con la mesa servida dentro en la cancha, viéndolos jugar, admirándolos cuando se paran ante todos con la frente erguida y la mirada fija.
Allí están, padres, hijos, abuelos, todos juntos viviendo y vibrando con la Celeste.
Los padres de los futbolistas, los hijos de los jugadores, todos lejos de casa, a cientos o miles de quilómetros, pero juntos, unidos, abrazados a la misma bandera, aferrados a la misma ilusión, acunando el mismo sueño.
Acá o allá, no importa dónde ni cómo. Todos están viviendo su día... el Día del Padre. Adentro, o afuera de la cancha. Da igual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario