Cremas, gorros, camisetas... Todas las medidas de protección solar son bienvenidas cuando se trata de la salud de los más pequeños de la casa. Sus padres saben que mantener este tipo de cuidados puede evitar que en un futuro su hijo desarrolle cáncer de piel. Sin embargo, a partir de los 10 años, parece que las recomendaciones empiezan a caer en el olvido. Así lo desvela un estudio realizado por el Observatorio del Cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).
"A medida que se van haciendo mayores, el seguimiento o la constancia de los progenitores va disminuyendo. Su concienciación de protección desciende y esto propicia que los menores a estas edades sean más vulnerables a los efectos dañinos del sol", explica Gabriela García, oncóloga y asesora de la AECC.
Quizás, reflexiona la doctora, "hemos hecho mucho hincapié en la necesidad de aplicar fotoprotección hasta los tres años, pero después también es importante estar alerta". Según expone, "el problema de los menores (más o menos hasta los 16-18 años) es que su piel no está madura y tienen menos capacidad de defensa frente al sol que un adulto". Es decir, la radiación ultravioleta (UV) lo tiene más fácil para producir cambios en el ADN de las células. "Teniendo en cuenta que estas variaciones se mantienen a lo largo del tiempo y que la exposición a los ultravioleta se va acumulando en el tiempo, en un futuro pueden aparecer, como consecuencia, tumores cutáneos", los más frecuentes de todos los cánceres.
Por esta razón, la AECC recomienda al 100% de los padres que estén pendientes de los hábitos de protección de sus hijos hasta que sean adultos, especialmente ahora que llega el buen tiempo y empiezan las vacaciones de Semana Santa. Un análisis del Observatorio del Cáncer demuestra que la playa es el destino preferido en el 50% de los encuestados y un 42,6% de ellos continúa exponiéndose al sol en las horas de mayor intensidad, entre las 12.00 y las 16.00. De hecho, según un estudio publicado en la revista española 'Actas Dermo-Sifiliográficas' (2001), "un 33,8% de los progenitores elegía ir con sus hijos a la piscina o a la playa entre las 13.00 y las 17.00".
Un filtro solar de al menos 15
Es fundamental evitar tomar el sol precisamente durante esta franja horaria, "llevar gorras, gafas, camisetas y aplicarse un filtro solar de al menos 15, media hora antes de salir de casa y renovarlo cada dos horas o después bañarse", recuerda Yolanda Gilaberte, dermatóloga del Hospital de San Jorge de Huesca y especialista en fotoprotección.
Esta doctora fue una de las artícifes de la investigación de 'Actas Dermo-Sifiliográficas', en la que se reflejaba que el 100% de los padres consideraba que la fotoprotección es necesaria en los niños y la mayoría (73,8%) sabía que una exposición al sol excesiva supone un riesgo de padecer cáncer de piel en la vida adulta".
Por esta razón, argumenta la dermatóloga, "los padres debemos estar encima de nuestros hijos, hasta que se conciencien y sean ellos mismos los que pongan en práctica los correctos hábitos de protección". Para esto, además del ejemplo de la familia, es básico contar con programas de educación en los colegios.
Por ejemplo, desde el año 2000, Aragón cuenta con uno llamado 'Solsano'. Los profesores explican y realizan actividades (sopas de letras, encontrar las diferencias...) sobre los tipos de piel, los efectos de las radiaciones ultravioleta y las medidas de fotoprotección que deben incluir en su rutina diaria. "Observamos que los niños mejoraban sus hábitos, conocían su fototipo y sabían que nunca debían utilizar un fotoprotector menor de 15", concluye Gilaberte, quien también destaca una reducción de quemaduras del 20%.
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