Tras pasar tres semanas encaramada a un tejado que flotaba en el mar, la perrita Ban era rescatada a dos kilómetros de la costa de Kesennuma. El feliz reencuentro con su dueña, que fue retransmitido por televisión, conmovió a la sociedad japonesa y copó los titulares de los medios de comunicación, ansiosos por dar buenas noticias a una población que intenta salir adelante tras el devastador tsunami que asoló el noreste del país el pasado día 11 y que ha causado la muerte de alrededor de 30.000 personas.
Ban fue afortunada y consiguió reunirse con su dueña en buen estado. Muchas otras mascotas no han tenido la misma suerte y, aunque aún no existe una estimación fiable, miles de animales han muerto o han resultado heridos tras el paso del tsunami. La mayor parte de los afectados son perros y gatos.
Los que vivían cerca de la planta nuclear de Fukushima, además, han sido expuestos a altas dosis de radiactividad, por lo que es probable que desarrollen enfermedades mortales en el futuro. La carne y la leche producida por vacas y ganado que hayan recibido altas dosis de radiactividad no podrá ser consumida.
30.000 animales sin hogar
"No existen aún estimaciones sobre el número de animales muertos o desaparecidos tras el tsunami y aún tardaremos en tenerlas. Calculamos que unos 30.000 animales necesitan ser atendidos, para lo que tendremos que habilitar unos 200 refugios", explica a ELMUNDO.es Gareth Gardiner Jones, portavoz de la Sociedad Internacional para la Protección de Animales (World Society for the Protection of Animals, WSPA).
Una semana después del desastre, la organización puso en marcha un plan para atender a los animales heridos y dar cobijo y comida a las mascotas que han perdido a sus dueños. Los miembros de la asociación intentan reunir a sus dueños con sus mascotas para lo que se han habilitado tablones con fotografías de los animales acogidos en los refugios.
WSPA, que forma parte del equipo para atender animales en desastres (Animal Disaster Response Team, ADRT) cuenta con un presupuesto de 150.000 dólares (unos 103.000 euros) para llevar a cabo este plan.
Refugios y clínicas veterinarias
"Los veterinarios están centrados en tratar a los heridos. Lo más frecuente es atenderles de heridas o lesiones ya que, debido a que generalmente vivían con sus dueños en sus casas y Japón es un país desarrollado, no hay riesgo de contagio de enfermedades. La prioridad es darles cobijo y comida", señala Gardiner. La situación es, por tanto, bastante diferente a la de Haití, donde WSPA también trabajó tras el fuerte terremoto de enero de 2010 atendiendo y vacunando a más de 50.000 animales de rabia y otras enfermedades contagiosas. Allí, la situación se vio agravada por las precarias condiciones sanitarias y la dependencia de muchas familias del escaso ganado que poseían para sobrevivir.
Los refugios habilitados en Japón están siendo utilizados para alojar a los animales para los que no había sitio en los centros de evacuación para ciudadanos y por razones de higiene. Además, aunque muchos centros veterinarios y refugios de animales cercanos a la costa han sido destruidos, todavía hay instalaciones en pie que están siendo utilizadas.
Ganado expuesto a la radiactividad
Existe también preocupación por la situación de los animales que viven en la zona de exclusión de la central nuclear de Fukushima. Los veterinarios de WSPA están en contacto con el Ministerio de Agricultura, Bosques y Pesca japonés para coordinar los trabajos.
Tras el accidente nuclear en la planta, la prioridad era evacuar a los ciudadanos así que que el ganado y miles de aves de corral quedaron en las granjas. Muchos están muriendo de hambre y por deshidratación. Respecto a los supervivientes, su alta exposición a la radiactividad impedirá que puedan ser destinados al consumo humano, por lo que tendrán que ser sacrificados.
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