Al igual que en la revuelta social que forzó la salida del dictador Ben Ali en Túnez, Internet está siendo el instrumento clave para que los egipcios contrarios a Mubarak coordinen fuerzas. Facebook y Twitter han sido hasta hoy los lugares donde alentar las revueltas. El Gobierno egipcio, consciente de esta movilización creciente, intenta ahora frenarla en seco.
Las conexiones a Internet empezaron a ralentizarse anoche a las 22.30 (una hora menos en España). Dos horas antes el acceso a Facebook se hizo imposible. Poco antes Twitter también dejó de funcionar. Y desde la medianoche no se pudo acceder a ninguna dirección en la Red. Las cuatro principales operadoras de Internet -Etisalat, Mobinil, Vodafone y Tedata- siguen sin dar servicio esta mañana. El Gobierno de Mubarak, entretanto, guarda silencio y no ha dado explicación alguna de la censura aplicada a Internet.
Control exhaustivo
Egipto, con 83 millones de habitantes, cuenta con más de 16 millones y medio de usuarios en Internet, según el informe anual de Reporteros sin Fronteras sobre la censura en Internet (en formato PDF y en inglés), que incluye al país árabe en la lista de naciones que aplican algún grado de censura a los contenidos en la Red. Según este informe, de mayo de 2010, el Gobierno egipcio lleva aplicando desde 2007 un estrecho control bajo el paraguas de la lucha contra el terrorismo de corte islamista, con la creación de un departamento especial dentro del Ministerio del Interior.
Facebook, por ejemplo, se somete a un escrutinio constante por parte de las autoridades, que almacenan datos, direcciones y correos de cientos de activistas, algunos de los cuales han sido arrestados por las opiniones vertidas en la red social sin que haya mediado ninguna orden judicial previa. El control sobre el tráfico en Internet también obliga a los proveedores a suministrar al Gobierno cuantos datos demande de sus usuarios. Lo mismo ocurre con las compañías de telefonía móvil. El anonimato tampoco es posible en los cibercafés de ciudades como El Cairo. Todo aquel que se conecte en esos lugares corre el riesgo de ser sometido, sin saberlo, a un auténtica rueda de reconocimento policial. Las autoridades presionan a menudo a los dueños de estos establecimientos para que les proporcionen datos personales de los usuarios. Muchos cafés exigen a sus clientes que presenten su DNI para conseguir el código que les permita entrar en Internet.
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