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viernes, 20 de agosto de 2010

Mónica Benaroyo, uruguaya desaparecida en Chile en 1975 fue sepultada ayer

Los restos de la ciudadana uruguaya, de origen rumano, Mónica Cristina Benaroyo Pencu, identificada en 2008 por las autoridades del gobierno chileno, tras permanecer más de 35 años desaparecida, fueron inhumados ayer en una solemne ceremonia desarrollada en el Complejo Martinelli.

Los familiares de Benaroyo Pencu, el secretario de la Presidencia, Alberto Breccia, y la titular de la Secretaría de Seguimiento de la Comisión para la Paz (Comipaz), Soledad Cibils, participaron de la emotiva jornada, la cual puso fin a una larga espera. Los restos de Benaroyo finalmente recibieron sepultura.

La entrega de los restos de la ciudadana uruguaya se hizo efectiva el pasado lunes por integrantes del gobierno chileno a la titular de la Secretaría de Seguimiento de la Comipaz y el embajador de Uruguay en Chile, Carlos Pita, tras lo cual fueron repatriados para su inhumación.

Los restos fueron identificados por integrantes del Servicio Médico Legal chileno, tras la utilización de modernas técnicas de identificación. El cuerpo de la ahora ex desaparecida uruguaya fue encontrado por un soldado mientras realizaba maniobras de adiestramiento en un recinto militar en Pampa Chica, ubicado en las proximidades de Arica, en el extremo norte del país trasandino. El cuerpo fue encontrado momificado, decapitado y boca abajo, pero conservaba sus ropas, encontrándose en las mismas una caja de cigarrillos marca "Hilton" que se fabricaba en Chile a fines de los años sesenta.

La identificación se logró a través de las huellas dactilares que se cotejaron con la base de datos del Registro Civil en Santiago, donde Benaroyo había tramitado documentación legal, a pesar de la momificación operada sobre el cuerpo. La momificación llevó a practicar un sistema de hidratación de las yemas de sus dedos que permitió obtener registros dactilares para su comparación con el registro público. Benaroyo, de nacionalidad uruguaya, había nacido en Rumania y se había radicado en Chile en 1973, tras el golpe de Estado en Uruguay.

Profesora de filosofía, se instaló en la ciudad de Arica, pero en los albores del golpe de Estado del general Augusto Pinochet fue invitada a dar clases en Cuba. El resto de su historia es una incógnita. El caso no había sido presentado ante la organización de Madres y Familiares de Desaparecidos, y recién fue denunciado ante la Comipaz durante el gobierno de Jorge Batlle. El caso no fue confirmado entonces por el Estado chileno, por lo cual no fue incluido dentro del Informe final de la Comipaz, según el libro "A todos ellos".

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