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martes, 31 de agosto de 2010

La flor más hermética del mundo


Su forma es tan cerrada que su polen y néctar son inaccesibles para la mayoría de lo insectos. La forma de tubo de la flor del dragoncillo no impide sin embargo a las abejas entrar en ella.

Un estudio del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha demostrado que, como se pensaba, sólo las abejas pueden entrar en la flor.

El dragoncillo ('Antirrhinum') es una planta presente en la cuenca mediterránea de la que existen 23 especies diferentes en España, 17 de las cuales son endémicas de la Península Ibérica y ocho se encuentran en peligro de extinción.

Dependencia de las abejas

La dependencia de las abejas es tal que sin ellas "la mayor parte de las especies de Antirrhinum se extinguirían", ha señalado en un comunicado el investigador del Real Jardín Botánico de Madrid y director de esta investigación, Pablo Vargas.

El estudio, publicado por la revista Journal of Natural History, ha dado sorpresas a los científicos, que han comprobado que pese a la dificultad para abrir la flor, no sólo las abejas dotadas de un peso y una fuerza considerables son capaces de hacerlo, sino que también abejas tan pequeñas como una hormiga consiguen polinizar.

Durante la investigación se ha conseguido fotografiar y grabar en vídeo a las abejas cuando visitaban y abrían las plantas.

Pablo Vargas ha manifestado que los resultados muestran la estrecha relación entre las flores cerradas de los dragoncillos y la especificidad de sus polinizadores.

Vargas ha señalado que ahora queda por analizar si el elevado número de dragoncillos "amenazados de extinción" se encuentran en esta situación como consecuencia de la ausencia de abejas polinizadoras en sus áreas de distribución.

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