La 'Tierra Santa' de Maracaná sigue siendo territorio inviolable para
los europeos. Brasil homenajeó a su templo con un triunfo pletórico, y
más que simbólico, porque a un año vista de su Mundial trituró al
dominador del fútbol del último lustro liderado por su diablo amarillo:
Neymar, MVP del torneo y de la final. La 'Penta' entró al partido de
forma frenética con el primer gol que picó Fred y mantuvo una intensidad
y una agresividad que esposó a la columna vertebral de la campeona
hasta demolerla. Fue una pesadilla sin fin para España, ahogada por la
presión a todo trapo en defensa, y sometida en ataque a un asalto
orquestado por su estrella con socios de altura como Óscar, Fred,
Marcelo, Hulk... La 'Penta' cuadró su partido perfecto y se dedicó tras
el tercer gol a lucir la velocidad y explosividad de su estrella,
martirio continuo en espacios abiertos hasta el final. [Narración y estadísticas: Brasil 3-España 0]
Ni rastro de la campeona, apenas esbozó siquiera su manual en el
padre de todos los estadios. Para ejemplificar su noche horrible Ramos
falló un penalti y Piqué fue expulsado al cortar en falta una estampida
hacia el área de su próximo compañero, ambas desgracias ya en la segunda
parte y sin respuesta. Visto lo visto el marcador fue corto, pero
Brasil descerrajó a la campeona en momentos claves y críticos, donde más
duele. Al principio -Fred- y final del primer acto -Neymar- y a la
vuelta de vestuarios con otro gol de su delantero. Fin a la racha
española de 29 partidos oficiales sin perder. Ahora, a levantarse, los
grandes campeones lo hacen.
La encerrona
Encerrona para el visitante desde el pitido. Intensidad extrema, con
un cuchillo afilado en la presión alta y coordinada, sin un respiro,
minando cada metro del campo, hostigando cada pase. Y España se encontró
ya por debajo por una jugada desgraciada con Fred picando desde el
suelo un buen centro de Hulk desde la izquierda. Ni Piqué ni Arbeloa
acertaron a despejar en el salto embarullado, y el delantero sacó la caña desde el suelo en la misma cara de Casillas, en el piso.
La tropa de Scolari mostró incontrolable energía para una España que
sin amasar no es España. Aviso amarillo número dos que no fue gol de
chiripa. Óscar, soberbio despliegue ataque-defensa, la controló perfecta
en el corazón del área con toquecito y dejada para Fred, quien
desaprovechó el regalo tirándola por la derecha. Y Maracaná jaleaba
cualquier fallo de Arbeloa o Alba y cada robo a los cerebros de España,
de los Busquets, Xavi, Iniesta o Mata, perdido en la izquierda. Y hasta
los despejes a saque de banda. El infierno.
De milagro no cayó el segundo muy pronto, como de milagro no se fue
la calle Arbeloa cuando Marcelo sirvió una lanzadera para el despegue de
Neymar en el mismo círculo central. Agarrón del lateral antes de que el
menudo cohete brasileño tuviese vía libre directa hacia la portería.
Kuipes le perdonó con la amarilla. España trató de respirar un rato con
balón, pero Brasil mordía cada metro, con licencia para soltar estopa,
continuas faltas que cortaban el ritmo. A jugar, sólo ellos. Prohibido
dejar circular a Busquets, Xavi y, sobre todo, a Iniesta, en una
procesión del calvario. La agresividad desesperó a España, incapaz de
trenzar juego ni peligro, tanto como la capacidad local en montar
contras en tres toques: Robar y salir. Alba, a banda cambiada, perdió un
balón que Neymar llevó hasta el borde del área y filtró excelente para
Fred. El delantero, al que no se le nota pese a sus goles 'confederados'
el pedrigrí de los grandes 9 brasileños, barrenó un disparo centrado e
inocente a los pies de Casillas.
Sin saber cómo, España malvivía entre el maremoto, zarandeada, pero
tuvo el empate en una contra con apertura de la muerte de Mata para la
entrada por la derecha de Pedro. Su disparo superó a Julio César y...
David Luiz lo rebañó tirándose al suelo en carrera lanzada a un metro de
la portería , el balón escapó por encima del larguero. Y malogrado el
empate se firmó la lápida antes del descanso, la colocó Neymar en una
jugada que distingue su inteligencia y su 'mano pesada'. El crack
maniobró en la frontal hacia Óscar, que fijó a la defensa en la media
luna, nadie le tapó a tiempo. Neymar, al darse cuenta del fuera de
juego, dio tres pasitos hacia atrás para salirse pillando totalmente la
espalda de Arbeloa en la devolución perfecta de su compañero. El zurdazo
dentro del área, angulado, resultó un cañonazo a la escuadra, Mr
dinamita. Y a Del Bosque no le quedó más remedio que pensar en
Azpilicueta por un Arbeloa superado.
Neymar anda suelto
"Muchachos, he visto al diablo ahí fuera". El técnico español debió
decir aquello que les repetía el Bambino' Veira a los suyos cuando les
estaban pasando el rodillo. La puntilla amarilla en un plis-plas, ya sin
Arbeloa. Apertura de Hulk que el cerebro de Neymar -'él era el diablo'-
dejó pasar por la espalda para que Fred barrenase un disparo raso
cruzado desde la esquina izquierda del área: golazo. El crack del Barça
demostraba otra vez su sabiduría, y el delantero centro se vengó de la
fallada en la primera parte. Más anticipación, más movilidad, ganando
todos los choques, el plan amarillo se recitaba con derroche de energía
con y sin balón, superior en cualquier zona. Y los intocables de rojo
sin decir ni mu por primera vez en mucho tiempo,encajando un sonado
correctivo.
Del Bosque trato de revitalizar. Mata dejaba su sitio a Navas, que
llevaba poquito sobrer el verde cuando le enganchó Marcelo en su primer
intento de darse la vuelta dentro del pico del área. Penalti que Ramos,
bajo la monumental silbatina de Maracaná, malogró horrible por el palo
derecho de Julio César. No había nada que hacer, de desgracia en
desgracia, España ni se acercaba, deshilachada.
No bajó su intensidad la soldadesca de Scolari, amurallada en el
medio, se dio a la fiesta en su mejor faceta, a la contra, donde Neymar
demostró su cintura atómica con latifundios por delante. Una delicia ver
sus controles orientados con ambas piernas, como rompe con sus toques y
amagues en velocidad terminal, ese dinamismo explosivo cuando se
asocia. En una de esas, a Piqué no le quedó más remedio que derribarle
cuando entraba hacia el área como un velocista con pelota cosida en una
colada de marca. Expulsión directa. La Penta terminó retozando con el
balón en su poder en la mayor fiesta de Maracaná en el último lustro,
jaleando cada toque de los suyos. Hay candidato al trono, toca a España
defenderlo.
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