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lunes, 1 de julio de 2013

Debacle de España en Maracaná Sin intensidad, sin balón, sin nada

La noche más negra cayó sobre Río. El momento más bajo de la campeona, humillada sobre el sagrado césped de Maracaná. Una capitulación en toda regla justo un año después de sumar su tercera corona europea en Kiev. Un domingo donde La Roja, incapaz de tejer su juego, se vio superada en todos los frentes. Un castigo tan duro que hasta cuesta creerlo.
Llegó tarde a todos los balones España, superada en lo físico y lo táctico. Jamás en este lustro triunfal se vio tan a merced. Ni siquiera en los amistosos ante Portugal (4-0) o Argentina (4-1). Fue una barrida en toda regla de la 'canarinha', siempre mejor colocada, más agresiva, más concentrada. Capaz, entre otras cosas, de cometer 27 faltas justo en el sitio en que no son castigadas siquiera con una amarilla.
Faltó actitud y sobraron errores en la entrega, algunos de ellos impropios. Y el centro del campo se convirtió en una Zona Cero para Iniesta y Xavi, barridos sin piedad por una nube de camisetas amarillas. Sin el balón en los pies (pese al ficticio 56 por ciento de posesión) España fue un fantasma sin rumbo. Los 153 pases del dúo español no condujeron a nada.

La opción de Javi Martínez

Ni siquiera podía sacarla desde atrás la gente de Del Bosque. Ni en botas de Piqué, ni tampoco en las de Busquets. Perdida las referencias, la influencia de Pedro o Mata quedó anulada por completo. Por mucho que lo intentara Torres de espaldas, no había ni sombra de las habituales combinaciones. Ahora es fácil analizarlo, aunque quizá la figura de Javi Martínez en la medular hubiera facilitado el asunto.
También se echó de menos a Fábregas, un futbolista que ante Uruguay había ofrecido un rendimiento extraordinario. Y el trabajo en el área de Soldado, lesionado desde entonces. Porque sí, hace apenas dos semanas, España bordó el fútbol en Recife. Así que aventurar un final de trayecto en este equipo parece algo más que aventurado.
Eso sí, conviene aprender de los errores de Maracaná, donde todos los males llegaron con furiosa puntualidad. Desde el gol en el minuto inicial hasta el penalti de Ramos o la expulsión de Piqué. La hoja de ruta, fundamentada en el balón, no se discute. Pero la campeona de todo no puede permitirse otro naufragio a gran escala en el Mundial. Esta deshonra debe servir como escarmiento.

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