Es muy probable que el gobierno de Pyongyang tenga acceso a mejor tecnología y que esto no sea más que una maniobra de propaganda pero uno de los portátiles me da pie para hablar de un fenómeno interesante: el del ordenador de los 70 euros. Por las imágenes parece que uno de los modelos es un Sylvania, o al menos está basado en el mismo diseño que el “netbook” Sylvania (nótense las comillas), que se fabrica en China. O bien Corea del Norte ha comprado los ordenadores en China y ha representado la escena de la fábrica o bien ha comprado excedente de producción y los está ensamblando en el país para consumo interno.
En cualquier caso el equipo, que funciona con Windows CE, puede adquirirse en occidente. En EE.UU. se vende por ejemplo en la cadena de grandes almacenes WaltMart por sólo 99 dólares -70 euros-. WalMart tiene que sacar algo de beneficio y hay que transportar el equipo desde la otra punta del globo así que puede hacerse una idea de lo que realmente cuesta fabricarlo. Prácticamente nada.
Por descontado el cliente se lleva lo que paga. Puede que incluso ni siquiera eso. El Sylvania es mucho menos potente que muchos de los teléfonos móviles a la venta hoy en día y tiene una pantalla de siete pulgadas de escasísima resolución. Lo han bautizado como “netbook” pero está muy lejos de serlo. Utiliza, por ejemplo, un procesador VIA y un sistema operativo Windows CE, pensado por lo general para ordenadores muy simples integrados en otros productos. Si se acuerda del fenómeno de los Pocket PC de mediados de la pasada década esto es algo parecido.
Es poco probable que los modelos norcoreanos utilicen Windows CE (Corea del Norte, después de todo, ha desarrollado una distribución de linux propia llamada “estrella roja”) pero al margen de eso es probablemente el mismo equipo.
Da la casualidad de que el pasado lunes se cumplieron 5 años de la presentación del primer prototipo del famoso “ordenador de los 100 dólares” de Nicholas Negroponte. El proyecto OLPC ha evolucionado y cambiado su enfoque desde entonces pero nunca consiguió llegar a alcanzar ese fantástico precio con el que se dio a conocer. Han pasado cinco años y aquí estamos, con un ordenador portátil que posiblemente cueste la mitad de esos 100 dólares y que, aunque resulta frustrante comparado con otros ordenadores a la venta hoy en día, es perfectamente capaz de realizar algunas tareas simples. Negroponte tal vez fue demasiado ambicioso con los tiempos y las fechas pero tenía razón en pensar en el ordenador como un producto tan asequible y versátil que sería un error no poner uno en las manos de cada niño.
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