Ni corto ni perezoso, mató a uno de un tiro con una escopeta de cartuchos y envenenó al otro, causándole también la muerte. Ahora la Guardia Civil le imputa una falta contra los intereses generales y un delito de tenencia ilícita de armas, ya que no disponía de la pertinente autorización para la escopeta con la que cometió el 'crimen'.
La imputación tuvo lugar después de que la Guardia Civil de Almonte solicitara la personación de los agentes del Seprona, después de que un vecino de la localidad presentara una denuncia sobre la muerte de dos perros de su propiedad, uno de ellos por un disparo de arma de fuego y otro envenenado.
Los guardias civiles constataron durante la inspección la muerte de los perros, ambos de raza mastín. Uno de ellos presentaba un orificio de bala en el vientre y el otro tenía evidentes síntomas de envenenamiento.
Según manifestó el propietario de los animales, el día anterior, cuando se hallaba en la finca de su propiedad, oyó un disparo y acto seguido apareció su perro herido de bala, que murió instantes después. A continuación apareció su otro perro, que echaba abundante espuma por la boca y que también murió. Los dos animales, según el propietario, venían de la finca vecina, que tenía la entrada abierta.
Durante la inspección que se realizó en la finca colindante, los agentes del Seprona solicitaron la presencia del equipo canino de la Junta de Andalucía, especializado en la detección de venenos.
Tras una extensa búsqueda, lograron localizar unos restos de vómito del animal envenenado, que fueron recogidos y enviados para su análisis. Además, los guardias civiles hallaron una escopeta del calibre 410 y munición para la misma. El arma no tenía documentación ni permiso alguno. Su calibre coincidía con el de los cartuchos encontrados en el lugar y en el cuerpo del animal.
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