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viernes, 1 de abril de 2011

Caja Mediterráneo, un gigante con pies de barro

La soledad de Caja Mediterráneo (CAM), tras la salida del Banco Base de CajAstur y las cajas de Extremadura y Cantabria, es la imagen de la crisis del ladrillo que se precipitó en la costa oriental española con furia a partir de 2008. Como ha sucedido en otros ámbitos de la economía, la medida del agujero se ha medido por las consecuencias. Siempre tarde. Aunque en el caso de CAM el baño de realidad está resultando especialmente amargo. Apenas tres años después del estallido de la burbuja, acude al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob) para someterse a una nacionalización, con la intención de evitar ser intervenida.

Tras cerrar el ejercicio 2007 con unos beneficios históricos de 386 millones de euros, la entidad alicantina presentó en julio de 2008 su salida a Bolsa, mediante la emisión de cuotas participativas (acciones sin derechos políticos), como una forma de capitalizarse para dar el salto internacional. Era la primera caja de ahorros que tomaba esa medida y no lo hacía como una estrategia defensiva, sino para apuntalar su expansión.

En aquel momento, sin embargo, comenzaban ya a pudrirse en su balance operaciones complicadas de explicar desde el punto de vista de la estricta gestión bancaria.

Exposición al ladrillo

La CAM acumula a día de hoy 450 millones de euros en riesgo con el grupo de Enrique Ortiz, empresario alicantino presidente del Hércules CF, implicado en dos de las supuestas tramas de corrupción que se investigan en la Comunidad Valenciana, Gürtel y Brugal.

A ellos se añaden otros 800 millones ligados a Hansa Urbana, de la que controla el 24% del capital, además de la paralización de sus proyectos urbanísticos estrella en Alicante (Plan Rabassa) y Valencia. A cierre del ejercicio 2010, el 80% de las empresas promotores y hoteleras participadas por la caja alicantina, dentro y fuera de España estaba en pérdidas.

La CAM aparece también en las listas de acreedores afectados por los grandes fallidos del sector inmobiliario español, como Martinsa, Llanera o Polaris World, y sufre una morosidad ligada a la vivienda del 10%.

Aventuras fallidas

Por si fuera poco, y como es habitual en la mayoria de comunidades autónomas, la participación de la CAM en iniciativas promovidas desde el sector público ha acabado desembocando en aventuras ruinosas.

La caja alicantina se implicó en el lanzamiento del parque temático Terra Mítica de Benidorm, impulsado por la Generalitat, en el que se invirtieron 420 millones antes de su apertura en 2000 y que, tras suspender pagos en 2004, podría acabar en manos de la empresa Aqualandia por apenas 70 millones.

También ha estado detrás de los hollywoodienses estudios de la Ciudad de la Luz o la Fórmula 1. Porque desde que Francisco Camps diera la cara por Modesto Crespo para que se erigiera en presidente de la CAM en 2008 -frente al criterio del PP alicantino, que llegó a estar dispuesto a pactar con los socialistas-, la caja ha arrimado el hombro cuando ha hecho falta. Incluso cuando en verano de 2010 hubo que prestar 500 millones de euros conjuntamente con Bancaja para sanear las cuentas del Gobierno valenciano; o cuando en octubre pasado suscribió a medias con la caja valenciana otros 1.000 millones de euros de deuda de la Generalitat al 4% para que ésta pudiera hacer frente a los pagos urgentes.

Un agujero difícil de cubrir

En su salida al exterior, la CAM arroja más sombras que luces. En 2007 adquirió por 132 millones de euros el 5% del Banque Marrocaine du Commerce Extérieur y en abril de 2009 tomó el 100% de la firma mexicana Crédito Inmobiliario, especializada en réstamos hipotecarios y a constructores, por 144 millones. Ese mismo año, las pérdidas de esa sociedad alcanzaban los 120 millones de euros y en 2010, el agujero era tal que la CAM tuvo que invertir 150 millones de forma urgente.

El resultado de todo ello es una caja obligada a consumir una tercera parte de sus reservas en 2010 para sanear su balance y evitar unas pérdidas de 600 millones de euros. El año pasado el margen de intereses (que mide la actividad típica bancaria, es decir, la diferencia entre lo que se ingresa por prestar y lo que se remunera por recibir en depósito) se hundió un 55% y sus activos dudosos se dispararon hasta los 4.600 millones de euros, un 65% más que en 2009. Para complicar más las cosas, los clientes de la CAM sacaron de sus cuentas 1.096 millones el año pasado, el 2,4% de toda la base de ahorros.

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